Las redes sociales, pueden ser grandes aliados en el caso de desastres naturales, desaparición de personas y sobre todo para dar a conocer de manera casi inmediata, diferentes acontecimientos mundiales. Sin embargo, han probado también, ser sumamente sensibles a difundir información sin comprobar su veracidad.
Como es de esperar, este fenómeno ha causado gran preocupación. Sobre todo, porque esta tendencia se encuentra en pleno auge. Refugiados delincuentes, periodistas mentirosos, políticos corruptos. Lo que se presenta como un hecho no es con frecuencia más que una campaña de difamación. Se trata de un juego de perspectivas con el lector; que puede llegar a crear un problema en materia de seguridad, debido a que en muchas ocasiones se alerta a la población con falsas alarmas.
Con la meta de evitar que se siga propagando este fenómeno, en Viena, Austria nació un grupo conocido como Mimikama, el cual tiene como tarea llegar al fondo de las informaciones falsas, para entonces corregirlas.
Andre Wolf, miembro del grupo, describe así el trabajo educativo de Mimikama: “Respondemos únicamente a las consultas de nuestros usuarios. Primero ordenamos cuantitativamente las consultas. Y si ciertos temas aparecen frecuentemente, investigamos la noticia.” Introducen imágenes e informaciones en el motor de búsqueda, y examinan las informaciones por su antigüedad, su origen y su credibilidad. Luego publican los resultados en mimikama.at.
La asociación recibe hasta 100 solicitudes por día y publica en ese mismo lapso de 10 a 15 artículos, que contienen la información verificada o rectificada.
Desde los ataques de París en noviembre y los acosos sexuales masivos en Colonia en la noche de Año Nuevo, la cantidad de información falsa ha aumentado visiblemente en Alemania.
Muchas de esas versiones que no concuerdan con la realidad tienen su origen en grupos de la derecha, que recurren en ocasiones a la mentira con objetivos claros: lanzan campañas de difamación para ganar más apoyo. Su presencia es nutrida en las redes sociales: en Alemania el NPD (ultraderecha) y la AfD (populista), en conjunto, obtienen la mayoría de “likes” de los partidos políticos en Facebook.
Las redes sociales son el medio en el que las noticias se difunden más rápido. La reacción a acontecimientos se produce casi en tiempo real. Por ejemplo, en Twitter, más de la mitad de los “retuits” ocurre en los primeros treinta minutos después del evento.
Los usuarios reaccionan a las noticias en forma refleja y con un comportamiento emocional. En consecuencia, estados de ánimo como la indignación o la duda se propagan muy rápido. El experto en ciencias de la información Bernhard Pörksen se refiere a este fenómeno afirmando que las redes sociales son una “red que actúa de forma nerviosa, que con poca provocación genera mucha reacción”. Así pues, la cultura popular de la red supone un terreno especialmente abonado para la difusión de falsedades.
¿Por qué tanta credibilidad?
Otro aspecto importante es que las redes sociales solo muestran a un fragmento particular de la realidad que el usuario prefiere ver. No se trata de una visión completa. El sociólogo Jan-Hinrik Schmidt habla de “un público personal”. Los usuarios buscan informaciones que confirman sus expectativas, explica Andre Wolf, de Mimikama.
En ningún otro lugar existen menos obstáculos financieros, técnicos y políticos para hacer oír la opinión que en las redes sociales. La falta de jerarquía y control propician que cualquier persona pueda poner a circular un contenido falso. Se puede tomar partido en una discusión, sin expresar o justificar su opinión, por medio del botón de “compartir”.
Hemos visto que Internet es más proclive a la noticia falsa que otros medios por dos razones: por la accesibilidad, que permite que cualquiera pueda crear un contenido falso, y por la viralidad de la propia red.
con información de Mimikama y la DW
jcrh