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Reconciliación en Colombia y Venezuela pide el Papa

Reconciliación en Colombia y Venezuela pide el Papa

CIUDAD DEL VATICANO,- «Valentía, reconciliación y diáloga» peticios del Papa Francisco en su saludo de Navidad para Colombia y Venezuela al pasar revista a los principales conflictos del mundo.

En el balcón central de la Basílica de San Pedro y ante una multitud congregada en la plaza vaticana, el pontífice clamó por la paz en «zonas calientes» como Irak, Siria y Ucrania, antes de impartir su bendición «Urbi et orbi» (a la ciudad y al mundo).

En su discurso, pronunciado en italiano, recordó que el poder del niño Jesús “no es el poder de este mundo, basado en la fuerza y en la riqueza”, sino “el poder del amor”, el poder que “regenera la vida, que perdona las culpas, reconcilia a los enemigos, transforma el mal en bien”.



“Hoy este anuncio recorre toda la tierra y quiere llegar a todos los pueblos, especialmente los golpeados por la guerra y por conflictos violentos, y que sienten fuertemente el deseo de la paz”, constató. Entonces leyó una larga lista de zonas de conflicto.

“Pedimos concordia para el querido pueblo colombiano, que desea cumplir un nuevo y valiente camino de diálogo y de reconciliación”, señaló.

“Dicha valentía anime también la amada Venezuela para dar los pasos necesarios con vistas a poner fin a las tensiones actuales y a edificar conjuntamente un futuro de esperanza para la población entera”, precisó.

Pidió paz para la “martirizada Siria”, donde “demasiada sangre ha sido derramada”, sobre todo en la ciudad de Alepo escenario, en las últimas semanas, de una de las batallas más atroces. Urgió a que se garanticen asistencia y consuela a la extenuada población civil, respetando el derecho humanitario.



Advirtió que “es hora de que las armas callen definitivamente” y la comunidad internacional “se comprometa activamente” para que se logre una solución negociable y se restablezca la convivencia civil en el país.

Imploró la misma paz en la “amada Tierra Santa”, para que los israelís y los palestinos tengan la “valentía y la determinación” de escribir una nueva página de la historia, en la que el odio y la venganza cedan el lugar a la voluntad de construir conjuntamente un futuro de recíproca comprensión y armonía.

“Que puedan recobrar unidad y concordia Irak, Libia y Yemen, donde las poblaciones sufren la guerra y brutales acciones terroristas. Paz a los hombres y mujeres en las diferentes regiones de África, particularmente en Nigeria, donde el terrorismo fundamentalista explota también a los niños para perpetrar el horror y la muerte”, señaló.

“Paz en Sudán del Sur y en la República Democrática del Congo, para que se curen las divisiones y para que todas las personas de buena voluntad se esfuercen para iniciar nuevos caminos de desarrollo y de compartir, prefiriendo la cultura del diálogo a la lógica del enfrentamiento”, añadió.

Recordó a las mujeres y hombres que todavía padecen las consecuencias del conflicto en Ucrania oriental, donde –dijo- es urgente una voluntad común para llevar alivio a la población y poner en práctica los compromisos asumidos.

Instó a la paz en “varias zonas” que afrontan sufrimiento a causa de peligros constantes e injusticias persistentes.

Deseó que Myanmar pueda consolidar los esfuerzos para favorecer la convivencia pacífica y, con la ayuda de la comunidad internacional, pueda dar la necesaria protección y asistencia humanitaria a los que tienen necesidad extrema y urgente. Y que la península coreana pueda ver superadas las tensiones que atraviesa “en un renovado espíritu de colaboración”.

Dirigió un mensaje de esperanza a las víctimas de los flagelos del mundo: a quienes han perdido a un ser querido debido a “viles” actos de terrorismo que han sembrado miedo y muerte en el corazón de tantos países y ciudades.

Lo mismo auguró a los refugiados y emigrantes, a los que hoy son objeto de la trata de personas; a los pueblos que sufren por las ambiciones económicas de unos pocos y la avaricia voraz del dios dinero que lleva a la esclavitud.

“Paz a los que están marcados por el malestar social y económico, y a los que sufren las consecuencias de los terremotos u otras catástrofes naturales. Paz —no de palabra, sino eficaz y concreta— a nuestros hermanos y hermanas que están abandonados y excluidos, a los que sufren hambre y los que son víctimas de violencia”, afirmó.

En el día en que “Dios se hizo niño”, el Papa tuvo un pensamiento especial para todos los pequeños, especialmente aquellos privados de la alegría de la infancia a causa del hambre, de las guerras y del egoísmo de los adultos.

Deseó serenidad a los hombres que cada día trabajan, con discreción y paciencia, en la familia y en la sociedad para construir un mundo más humano y más justo, sostenidos por la convicción de que sólo con la paz es posible un futuro más próspero para todos.

Al final de su mensaje, el Papa saludó no solo a las personas presentes en la Plaza de San Pedro sino también a quienes seguían su mensaje a través de los medios de comunicación.

Insistió que en este día de alegría todos están llamados a contemplar al niño Jesús, que devuelve la esperanza a cada hombre sobre la faz de la tierra. Y concluyó con un “¡Feliz Navidad para todos!”.

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