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Dejar tu trabajo para viajar NO te hará feliz

Dejar tu trabajo para viajar NO te hará feliz

Típico que estás en Instagram y ves las publicaciones de un «viajero» que parece vivir la vida de lo mejor, teniendo un trabajo de ensueño y sin estar atado a una oficina.

Pero no todo lo que brilla es oro.

Como es el caso de la historia de Lisa Mahoney, una vendedora que actualmente vive en Londres, se mudó a Chiang Mai, Tailandia, en el verano de 2015. Escuchó que la ciudad tenía una comunidad de nómadas digitales establecida y fue engañada por la foto de un enorme departamento con vistas a las montañas por tan sólo 30 dólares a la semana. La escena no era exactamente lo que ella imaginaba.



“Tenía la expectativa de estar sentada frente a una alberca, con un trago en una mano y la computadora en la otra, pero lo único que realmente hice fue mover mi rutina de 9-5 a un país diferente”, dijo. “En esta comunidad el horario de oficina es el diablo. Hay una expectativa de que si se siente como trabajo no lo estás haciendo bien. Ellos juegan a la percepción de que la vida es simple, pero en realidad estas personas trabajan duro por muy poco dinero. No son libres en absoluto.”

Los bloggers de viajes, Chanel Cartell y Stevo Dirnberger, hicieron eco de su sentimiento en un post titulado “Why We Quit Our Jobs in Advertising to Scrub Toilets”, en donde describen las maneras menos glamorosas para poder llegar a fin de mes durante sus viajes. Rápidamente se volvió viral, precisamente porque demostró que los viajes a largo plazo no son tan perfectos como parecen en las redes sociales.

Para Marta Rus viajar finalmente dejó de sentirse como la gran aventura que había sido inicialmente: “Prácticamente se convirtió en mi rutina, en cierto modo, todo era tan familiar”, dijo. En otras palabras, simplemente se acostumbró. Lo que una vez fue nuevo y emocionante se convirtió en un lugar común, que tal vez es reconfortante en algún nivel, ya que en ese momento te das cuenta que viajar eternamente tampoco garantiza la felicidad duradera.

Al final, estar agradecidos por lo que tenemos es la clave para ser verdaderamente feliz.