Todos podemos aprender de la experiencia ajena, pero es una decisión difícil, y a veces no hacerlo nos puede costar más errores, tiempo o dinero.
Lo que es un hecho es que si nos rehusamos a hacerlo, podemos ser vistos como necios.
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China ha logrado un gran progreso en las reformas y se ha adaptado a la «nueva normalidad» con índices de crecimiento bajos pero sostenibles y equilibrados y lo logró llevando a cabo estos cinco conceptos que México conoce:
- De imitadores a innovadores. China era considerada como una economía imitadora, producía montañas de artículos baratos y de baja calidad. Ahora es una fuente de productos y de ideas creativas. Esto es porque desde sus políticos hasta sus estadistas y empresarios dirigen su economía impulsando la innovación, haciendo reformas para la investigación y apoyando por sobre todo, el espíritu emprendedor.
Ya cuenta con un satélite cuántico, por sus calles circulan bicicletas compartidas y billeteras móviles, ahora su distintivo no es la piratería, sino la tecnología.
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- Crecimiento ecológico. Después de décadas de ser un generador de contaminantes masivo, debido a su industria, China cambió rápida y firmemente su “obsesión por el producto interno bruto”, por un crecimiento equilibrado que pone más énfasis en el medio ambiente.
Y a quien no cumpla esta filosofía, se le castiga: Durante las inspecciones el año pasado, cerca de 6,500 funcionarios fueron responsabilizados de negligencia o de prácticas fraudulentas.
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- Abrirse más al mundo. Pero de una manera inteligente. China ha acelerado la apertura de sus mercados financieros, de sus bancos, de su comercio marítimo y de sus operaciones bursátiles con excelentes resultados, debido a que no sólo pusieron por delante de sus reformas estructurales la ley de la oferta, sino el desarrollo sostenible para evitar que su abundancia se termine pronto.