La tarde del pasado miércoles, Rubén Ramírez Cárdenas recibió la inyección letal en Texas, luego de ser condenado a muerte por el secuestro y asesinato de una menor de 16 años.

La ejecución de la inyección letal se programó para el día de ayer por la tarde a causa del asesinato en febrero de 1997 de Mayra Laguna, en el Valle de Río Grande, al sur de Texas.

La estudiante de secundaria fue secuestrada de su dormitorio en el apartamento de la familia en McAllen y su cadáver fue hallado más adelante en un canal cerca de un lago. En una confesión a la policía, Ramírez dijo que él y un amigo se llevaron a Laguna en el auto de su madre, que él tuvo relaciones sexuales con ella y la mató a golpes cuando ella peleó con él luego que la desató para dejarla irse.

José Antonio López Castillo, el amigo que iba con él, quien a la fecha tiene 45 años de edad, fue sentenciado a 25 años de prisión por secuestro agravado. Ramírez, de 47 años, sería el séptimo condenado ejecutado este año en Texas, que realiza más ejecuciones que ningún otro estado.

“Yo no planeé hacer eso, estaba drogado con cocaína”, les dijo a las autoridades.

Declaró que después que él la golpeó en el cuello, la muchacha comenzó a toser sangre y tener problemas para respirar. Dijo que tras no conseguir resucitarla, la ató y “la dejó rodar a un canal”.

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