En Iztapalapa, una de las consecuencias del terremoto del 19 de septiembre es la carencia de agua. Por ello se envían pipas de agua a la zona para abastecer a la población del indispensable líquido. Sin embargo, la delincuencia ha encontrado el modo de robar los camiones que transportan esta ayuda a los afectados.

Ante esta situación, el Gobierno capitalino ha montado un operativo para escoltar las pipas hasta su destino, ya que los criminales incluso llegan a utilizar a niños para que los choferes detengan su marcha y queden vulnerables.

Pascual García, conductor de una de estas pipas que renta el gobierno, detalló: «En Tláhuac se pusieron dos niños aproximadamente de 10 a 12 años queriendo parar la pipa. Al otro lado, ya estaban unas personas que querían quitar la pipa, pero pusieron a fuerzas a los niños para que se parara la pipa”.

Y por si fuera poco, la calidad del agua que se reparte no está garantizada. En las pipas de la Conagua se pide que el líquido que reciban en Iztapalapa sea hervido.

A todo lo anterior, se suma la burocracia a la que los habitantes de la zona deben enfrentarse mientras esperan a ser apuntados en una lista para el reparto de las pipas (en realidad, una por colonia).

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