A partir de las semillas del tamarindo, Alfredo Maciel, científico del Instituto de Investigaciones en Materiales de la UNAM, desarrolla —en colaboración con Abel Humberto Cortés Arce, maestro en Ciencia e Ingeniería de Materiales— una espuma biodegradable que podría sustituir al poliestireno expandido o unicel, material plástico espumado, derivado del poliestireno.
El poliestireno expandido o unicel, que se utiliza en la elaboración de vasos y platos desechables, entre otros objetos, tarda cientos de años en biodegradarse. En cambio, una vez desechada, la espuma biodegradable que desarrollan los universitarios, no ocuparía durante mucho tiempo un volumen grande en los depósitos de basura.
“A la intemperie, hongos y bacterias tardarían entre dos y tres meses en comérsela. Entonces se generarían agua y dióxido de carbono, pero no lixiviados (líquidos resultantes de un proceso de percolación de un fluido a través de un sólido) que, al llegar a los mantos freáticos, contaminan las aguas”, asegura Maciel. Generar espumas permanentes no es fácil. Las espumas del mar, del baño diario y del lavado de ropa son de muy corta vida. Maciel y Cortés Arce hicieron una espuma más estable que incluso puede resistir una carga mecánica.
aegm.