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Mexicana apoya reconstrucción de comunidad en Nepal

Mexicana apoya reconstrucción de comunidad en Nepal

GUADALAJARA.-  Aplica sus conocimientos en la elaboración de ladrillos de bajo costo para reconstruir una población nepalí, devastada por el terremoto de 2015, es la ingeniera civil Mariana Jiménez. Figura al frente de un equipo que hará ladrillos de tierra compactada para construcción de casas.

Egresada de Ingeniería Civil del Instituto tecnológico de Estudios Superiores de Occidente (ITESO) mencionó que aprendió esta técnica sustentable de hacer ladrillos en India. Vive en un tipo (tienda de los indios americanos) en Tukure, comunidad tan pequeña que no aparece en los mapas.

«Cuando pasa un terremoto todo el mundo está pendiente, año y medio después nadie se acuerda, pero la gente sigue viviendo la destrucción», señaló. Apuntó que desde que egresó de Ingeniería Civil del ITESO, en diciembre de 2014, tenía claro que trabajaría como voluntaria.



Explicó que tras el sismo que dejó más de 600 mil casas destruidas buscó opciones sustentables para la reconstrucción de Nepal, así encontró a la asociación civil Conscious Impact, a la que llegó como voluntaria, y encontró que justo tenían la máquina en la que ella acababa de certificarse en el Auroville Earth Institute de India y con el aval de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación , la Ciencia y la Cultura (Unesco por sus siglas en inglés).

«Me gusta estar en servicio, es una herramienta que me dieron los jesuitas, recuerdo que cuando estudiaba en el Instituto de Ciencias estuve en una experiencia rural y luego, ya en el ITESO, trabajé durante un verano en una comunidad de Nayarit en el Proyecto de Aplicación Profesional (PAP) ‘Inserción en comunidades en extrema pobreza’, coordinado por José Martín del Campo, para la organización Hábitat para la Humanidad».

Añadió que en un principio, entró a Conscious Impact para ser voluntaria tres o seis meses, hoy, año y medio después y para poder pagar su estancia como voluntaria, sus planes contemplan ir a trabajar a Los Ángeles durante el verano, periodo en que las lluvias obligan a la gente a detener la reconstrucción. «En Nepal todo es montaña, en las carreteras no hay pavimento y en temporada de lluvia sí es peligroso, y esa es una de las razones por las que en verano se cierra el campamento», añadió.

Apuntó que ingresó a Ingeniería Civil con la idea de trabajar con materiales alternativos y ahora es la encargada de la producción de ladrillos de tierra compactada, comanda a un equipo de 10 nepalíes a quienes considera como su familia y a quienes justo hace unos días se sumaron seis mujeres más, y calcula que hasta el momento han elaborado más de 70 mil ladrillos.



Mariana Jiménez manifestó que en este periodo aprendió a confiar en ella misma y a que tiene el conocimiento y las herramientas para ayudar a otros, además, vivir en un campamento sustentable la hizo darse cuenta que las personas, en realidad, no necesitan mucho para sobrevivir.

«Tenemos un programa de agricultura orgánica y entiendo lo básico de cosechar, lo más grande que he aprendido es que todo tiene un ciclo: estar en la naturaleza, ver cómo cambia la estación; ver una semilla, cuidarla, ver cómo se convierte en una planta y luego en comida; probablemente en la ciudad o en occidente todo lo querría instantáneo», comentó.

Resaltó que después de plantar unas 17 mil semillas de café que ya crecieron, la intención es repartirlas entre los agricultores de la zona para que cuando llegue el fruto, puedan venderlo. Aseguró que cada día hay algo que la marca, como entablar relaciones profundas con personas con las que no comparte un lenguaje, «es la comunicación que va más allá de las palabras».

Indicó que su plan es quedarse en Nepal, al menos, hasta 2018, ya que los fundadores de Conscious Impact buscan replicar el modelo de trabajo en África y América del Sur. La especialista detalló que Conscious Impact nació después del sismo, y su primera intención en Takure era reconstruir las escuelas, pero la comunidad les pidió apoyo en la reconstrucción de sus casas.

Precisó que a la comunidad no le ha resultado fácil entender que la organización tiene un plan a largo plazo, ya que dan empleo a integrantes de la comunidad para que aprendan la técnica con la cual, eventualmente, podrán seguir teniendo un ingreso.

«Además, está el factor religioso y el equipo se debe cuidar de no herir susceptibilidades, pues en Takure conviven hinduistas y budistas y debe haber equilibrio en la reconstrucción de las viviendas de una u otra corriente religiosa».

Por otro lado, afirmó, aunque el gobierno de Nepal brinda apoyo económico a los afectados, lo cierto es que en un mismo terreno viven hasta tres familias, pero sólo una recibirá financiamiento, y con el primer recurso económico que reciben deben construir los cimientos.

«El ingeniero va a revisar que lo estén haciendo bien y una vez autorizado les dan el segundo pago, después pueden aplicar a otros tres mil dólares, pero ya es un préstamo», estableció.

Mariana Jiménez dijo que el problema es que Takure es una comunidad de agricultores cuyo ingreso es mínimo, «en las comunidades alrededor que tienen otros negocios empiezas a ver que comienza a entrar arena y cemento, pero en nuestra comunidad de 250 casas mucha gente empezó a reconstruir con lo que se le cayó».

«Si llega otro temblor se les va a volver a caer la casa, pero la gente está desesperada, ya viene el segundo invierno, la gente quiere empezar a construir y no saben cómo, no todos tienen la capacidad, por eso estamos aquí», apuntó.

La ingeniera añadió que, además de la reconstrucción de las viviendas, unos dos mil ladrillos fueron trasladados por los voluntarios de Conscious Impact a un pueblo cercano a Takure en el que se construirá un nuevo orfanato para los niños que perdieron a sus padres en el sismo, el cual dejó cerca de nueve mil personas muertas.

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Miedo en la frontera entre México-EU por los aranceles de Trump

AFP

Por: AFP

hace 1 semana

Miedo en la frontera entre México-EU por los aranceles de Trump

En su camión cargado con vehículos Toyota, Raúl Hernández hace fila al amanecer para cruzar la frontera entre México y Estados Unidos, preocupado por los aranceles que anunciará el presidente estadounidense, Donald Trump.

Si Trump sigue adelante con su plan para imponer estos impuestos aduaneros y obligar a las empresas a mover su producción a Estados Unidos, muchos trabajadores en México van a sufrir, dice.

«Va a dejar mucha gente sin trabajo aquí», asegura este conductor de 37 años a la AFP, mientras espera en la cola para pasar a la vecina San Diego desde Tijuana.

Las fábricas que operan empresas extranjeras son vitales para la economía de ciudades fronterizas como Tijuana y sus miles de trabajadores, señala Hernández.

Muchos puestos de trabajo dependen de las exportaciones a Estados Unidos. «Si las plantas paran por los aranceles sí perjudica a México, perjudica a la ciudadanía mexicana».

Detrás de él, en la fila de camiones, Omar Zepeda también transporta camionetas Toyota Tacoma desde una planta cercana de esa armadora japonesa.

Al igual que Hernández, Zepeda está nervioso por el impacto de los aranceles.

«Va a bajar bastante el trabajo con nosotros, porque va a subir el producto (de precio) y va a haber menos compras», prevé este conductor de 40 años.

«Viene algo difícil»

Las ciudades industriales del norte de México albergan miles de fábricas gracias a beneficios fiscales y al acuerdo de libre comercio con Estados Unidos y Canadá (T-MEC).

La mayor parte de las familias en Tijuana trabajan en «el transporte y la mano de obra», apunta Zepeda.

«La verdad está muy difícil lo que viene», asegura.

El gobierno de la presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, también reconoce esa incertidumbre. Ha optado por esperar a conocer los aranceles de Trump antes de anunciar un plan económico «integral» para hacer frente a esta nueva amenaza.

Durante su descanso en una planta de Toyota a las afueras de Tijuana, Apolos Velas dijo que estos gravámenes darían un golpe brutal a la ciudad.

«Mucha gente se va a quedar sin trabajo», dice.

Ojo por ojo

En Tijuana, donde la pobreza y el crimen no dan tregua, no solo los empleados de fábricas y del transporte dependen de los miles de millones de dólares del intercambio comercial entre México y Estados Unidos.

Charito Moreno, quien vende burritos a los camioneros en un puesto junto a la barda fronteriza, dice que los aranceles lastimarían a toda Tijuana si las plantas despiden trabajadores.

«Toda la gente depende de esas empresas», afirma esta mujer de 44 años.

Si las compañías acuden al llamado de Trump para mover su producción a Estados Unidos, «sería muy trágico para Tijuana porque pues mucho trabajador se quedaría sin empleo», dice.

Al salir de un camión que lleva equipo para albercas a Estados Unidos, Antonio Valdez dijo que ahora los transportistas tienen más papeleo que entregar.

«Un trámite salía en una hora. Ahorita tardan todo el día en hacer el cálculo y el pago de impuestos» ya vigentes, dice, tras comprar un burrito y seguir su camino hacia Estados Unidos.

Aunque Sheinbaum ha descartado una respuesta del tipo «ojo por ojo, diente por diente», el camionero Alejandro Espinoza cree que México debe responder a Estados Unidos donde duele. Si imponen aranceles, «ya no les vamos a mandar aguacates. A ver cómo le hacen», dijo sonriendo.

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