MÉXICO.- La extradición de Joaquín Guzmán, se produce en medio de muchos simbolismos. Por un lado, tiene lugar en el último día de la presidencia de Barack Obama y a unas horas de que asuma el magnate Donald Trump, quien amaga con fuertes medidas políticas y económicas contra México.
Por otro, evitando que la administración de Donald Trump se jactara de haber logrado su extradición. Este es el sentir de Alejandro Hope, experto en seguridad y exagente de la inteligencia mexicana.
«La fecha (de la extradición) es muy simbólica, es un acto del gobierno de México para hacerle observar a Barack Obama y Donald Trump que México está haciendo verdaderos esfuerzos para combatir al narcotráfico», dijo por su parte Raúl Benítez Manaut, experto en asuntos de seguridad de la estatal Universidad Nacional Autónoma de México.
Entre sus alegatos, la defensa señalaba que a Guzmán se le podría aplicar la pena de muerte, vigente en Texas, lo que iría en contra del tratado de extradición entre ambos países pues en México está abolida, lo que fue desestimado por el juez a cargo del caso, mientras que este jueves la Suprema Corte rechazó atraer su caso.
La extradición cumple «las normas constitucionales, los requisitos establecidos en el tratado bilateral y demás disposiciones legales vigentes para su emisión», sostiene la cancillería en el comunicado.
El «Chapo», alguna vez considerado como uno de los jefes del narcotráfico más poderosos de México, fue capturado por vez primera en 1993 en Guatemala. En 2001, se produjo su famoso escape por medio de un carrito de lavandería, de un penal federal de Jalisco. A partir de entonces se le buscó por todos lados, hasta que que febrero de 2014 fue recapturado en Mazatlán, para ser trasladado al penal de El Altiplano, considerado como de máxima seguridad.
En dicha instalación, protagonizó una segunda espectacular fuga en julio de 2015 a través de un kilométrico túnel, lo que fue considerado una humillación la presidencia de Enrique Peña Nieto.
Su recaptura, tuvo lugar el 8 de enero de 2016 en Los Mochis, Sinaloa. A partir de entonces, arrancó el proceso para entregarlo a la justicia de Estados Unidos.
jcrh