WASHINGTON,- El director de la inteligencia nacional, James R. Clapper, fue categórico en la «convicción», se remitió al informe de conclusiones que se desvelará la semana que viene. Clapper dijo que el gobierno ruso había ayudado al candidato republicano a ganar la elección, mediante ciberataques al rival demócrata.
El Comité de las Fuerzas Armadas de un Senado de mayoría republicana escuchó las primeras conclusiones. El mismo protagonista recibía después de la comparecencia la noticia de su relevo, que se hará efectivo cuando Trump tome posesión. Dan Coats quien fuera senador por Indiana, será el nuevo director de la inteligencia nacional.
«Una cosa es el escepticismo y otra el desprecio», dijo Clapper en alusión a los comentarios de Trump sobre los ciberataques rusos
En medio de la división en el partido de Reagan, donde hasta ahora Putin era un enemigo incuestionable, los responsables de los servicios secretos desdijeron a quien en sólo dos semanas ocupará el Despacho Oval, Donald Trump, que había puesto en cuestión reiteradas veces la versión de la inteligencia estadounidense.
Clapper envió también un mensaje velado al futuro inquilino de la Casa Blanca, que resumía un profundo malestar. La andanada obligó a Trump a comparecer durante la sesión desde su plataforma habitual, la de su cuenta de Twitter, para replicar que es «falso» que esté en contra de los servicios de inteligencia. Además, utilizó su tradicional recurso de culpar a los medios de comunicación, pese a que sus propios tuits le contradigan.
La sesión estuvo rodeada de una tensión añadida, después de que la tarde anterior Trump citase como portavoz autorizado al director del polémico sitio web WikiLeaks, Julian Assange, quien difundió durante la campaña el contenido sustraído por los piratas informáticos.
La situación llegó al delirio de que la exgobernadora de Alaska y destacada trumpista, Sarah Palin, pidió perdón a Assange por criticarle hace unos años que publicara e-mails vinculados a ella, y concluyó así: «La verdad no se conocería ahora si no hubiera sido por él». Lo que disparó la indignación de los dirigentes republicanos, canalizada en diversas voces críticas con Assange, el otro tradicional enemigo que recibía comprensión de algunos conservadores. Ayer, el senador John McCain, presidente de la comisión, fue rotundo: «Todos los americanos deberían estar alarmados por este acto de guerra contra la nación».
r3