NUEVA YORK, ESTADOS UNIDOS.- El secretario general Ban Ki-moon termina su mandato al frente de la ONU con un legado mixto, cuyo máximo logro, enfrentar el cambio climático, podría estar en riesgo por la posición sobre el tema del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump.
El mismo Ban, quien termina su mandato el próximo 31 de diciembre, destacó que su mayor logro fue que la comunidad internacional ratificara el Acuerdo de París sobre Cambio Climático, que se propone evitar que la temperatura global se eleve por encima de dos grados centígrados durante este siglo.
El Acuerdo de París aborda mediante compromisos nacionales lo que podría ser la amenaza más importante que la humanidad en su conjunto haya enfrentado en la historia. Este acuerdo, sin embargo, corre el riesgo de ser descarrilado por Trump.
Al contrario del 99 por ciento de la comunidad científica, Trump ha afirmado que el cambio climático es “un fraude” creado por China para restar competitividad a la industria estadunidense. El republicano ha amagado además con retirar al país del Acuerdo de París.
Sin Estados Unidos, el mayor emisor de contaminantes en el mundo, el Acuerdo de París carecería de sentido. Las metas del acuerdo estarían amenazadas incluso si Estados Unidos permanece como miembro pero incumple sus compromisos.
Ban ha manifestado que espera que Trump reconsidere sus propuestas de campaña, además de que ha señalado que el Acuerdo de París es ya imparable. No obstante, las señales apuntan a que el combate al cambio climático no será una prioridad para el gobierno entrante de Estados Unidos.
Trump nominó a Scott Pruitt, procurador general del estado de Oklahoma y aliado de la industria de los combustibles fósiles, como su nominado para dirigir la Agencia de Protección Ambiental (EPA).
Pruitt estuvo como procurador de Oklahoma al frente de la batalla legal emprendida por varios políticos republicanos para rechazar regulaciones ambientales propuestas por el presidente Barack Obama, en especial aquellas referentes a combatir el cambio climático.
Bajo esa óptica, el máximo legado de Ban podría quedar comprometido, lo que multiplicaría el aura de escasa efectividad y limitado carisma que han caracterizado los 10 años del diplomático coreano de 72 años de edad al frente de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
En varios círculos diplomáticos, Ban es conocido como “el hombre invisible”, en parte por su limitado dominio del idioma inglés, y del francés, lo que dificulta su capacidad negociadora, y en parte por lo que muchos califican como falta de pasión o entusiasmo.
Más allá de su estilo personal, el otro gran logro de Ban es haber delineado los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS), que son una ambiciosa serie de metas que se proponen eliminar el hambre y la pobreza extrema en el mundo para el año 2030.
Otro de sus logros reconocidos por la comunidad internacional son la creación del organismo ONU-Mujeres y del puesto de enviado especial para la juventud. Asimismo, Ban impulsó un mayor respeto a los derechos de la comunidad LGBT (lesbiana, gay, bisexual y transgénero) en la ONU y el mundo.
La lista de sus fracasos o limitaciones es también abundante. En un discurso ofrecido la semana pasada ante la Asamblea General de la ONU, Ban aceptó que “su mayor remordimiento” fue su incapacidad para detener el conflicto en Siria, iniciado en marzo de 2011.
Pocos observadores pueden señalar a Ban como responsable de la masacre en Siria. Estados Unidos y Rusia se encontraron desde el inicio de la confrontación en posiciones opuestas, por lo que en consecuencia la efectividad de la ONU ha sido extremadamente limitada.
Otras tragedias internacionales, sin embargo, sí pueden atribuirse directamente a las limitaciones de la oficina de Ban. Quizá la más destacada es la introducción de la epidemia del cólera en Haití de parte cascos azules tras el terremoto en ese país en 2010.
Pese a que la epidemia del cólera ha causado la muerte de unas 10 mil personas en Haití, el país más pobre del Hemisferio Occidental, la ONU apenas insinuó este pasado otoño que buscaría un esquema que podría incluir compensaciones a los familiares de las víctimas.
En una crítica inusualmente dura, el relator de la ONU para la pobreza extrema y los derechos humanos, Philip Alston, calificó en octubre pasado la respuesta que ha dado este organismo internacional al brote de cólera en Haití de “una vergüenza”, así como de “moralmente injustificable”.
Otra de las fallas del organismo fue su respuesta a los casos de abuso sexual sucedidos en 2014 de parte de cascos azules de la ONU contra niños y mujeres en la República Centroafricana. Las cifras varían, pero las víctimas podrían ser centenas.
La respuesta de la ONU a estos casos reveló “graves fallas institucionales” de parte de este organismo multilateral, apuntó un informe elaborado por investigadores independientes difundido en diciembre de 2015. El documento apuntó también a “una cultura de la impunidad” dentro del organismo.
La otra gran falla de Ban fue la respuesta o la falta de ésta a la etapa final de la guerra civil en Sri Lanka, donde decenas de miles de civiles de la etnia tamil fueron masacrados en la ofensiva del gobierno.
La ONU, de acuerdo con organismos internacionales, permitió la masacre y evitó alertar al mundo de lo que sucedía bajo la excusa de que el gobierno de Sri Lanka combatía el terrorismo.
Ban termina el último día de diciembre su segundo periodo al frente de la ONU luego de haber sido seleccionado por las súper potencia por ser un líder maleable, opuesto al estilo de su predecesor, Kofi Annan, quien calificó de “ilegal” la invasión de Estados Unidos a Irak.
El reemplazo de Ban será Antonio Guterres, exprimer ministro de Portugal y exalto comisionado de la ONU para los refugiados, quien tiene mejores dotes de comunicación que el diplomático coreano.
Para muchos observadores, en especial dentro de su propio país, Ban buscará ahora la presidencia de Corea del Sur, que se encuentra actualmente sumida en una profunda crisis política.
con información de Notimex
jcrh