“La revolución en el cine” ofrece imágenes de varios archivos, en particular de la Filmoteca de la UNAM, donde a través de la proyección de 20 piezas editadas en diferentes formatos se muestran entre 10 segundos y hasta dos minutos de material documentado entre 1895 a 1914.
La exhibición, dijo Eva, rinde un homenaje a la primera revolución filmada en el mundo, y través de ella, el visitante vivirá la experiencia de inmersión en la Revolución Mexicana, con material fílmico original proyectado en gran formato en las galerías que se encuentran en la estructura de acero de 1900 al interior del recinto.
La muestra, a decir del Museo Nacional de la Revolución, invita a mirar el México de ayer y hoy, sumergiendo en las imágenes que se suceden alrededor y viviendo una experiencia nostálgica y conmovedora a través del material fílmico original.
De acuerdo con la también cineasta, la exposición será una muestra constante y permanente, con la que no se pretende llevar una secuencia cronológica, ni didáctica de los procesos de la Revolución, sino una inmersión de la experiencia de vivir dicha Revolución.
“En ella presentamos los momentos emotivos de la historia, de la vida cotidiana de ese acontecimiento y que ayudan a comprender porque es el Monumento a la Revolución y como se reunió”, indicó Eva López.
La muestra comienza con la llegada de Francia a México del cinematógrafo de los hermanos Lumiere en 1896, durante el porfiriato y transita por las escenas de la primera revolución filmada en el mundo: la mexicana, y culminando con al entrada triunfal de Francisco Villa y Zapara a la ciudad de México en 1914.
En ese sentido, se invitó al arquitecto Andrés Mier y Terán, director del grupo MIT, empresa encargada de operar el Monumento a la Revolución, a realizar un proyecto en el que se unirá la arquitectura con el arte y fue así como se originó “Bajo la Mira”.
Que no es más que una imponente instalación de rifles y balas de vidrio, la cual se presenta alrededor de lo que es la cúpula del monumento, en su interior, así como en la parte trasera del museo, en sus entrañas de acero.
Se trata de mil rifles realizados con la fusión de botellas de vidrio y cuyas serie de instalaciones que lo dividen, llevan por título: Traición, Enfrentamiento, Fusilamiento, Formación, Trincheras, Emboscada y Persecución.
“La exposición cuenta una historia; va desde descubrir y entender el monumento, sus espacios y elementos arquitectónicos, acentuarlo y hacerlo ver a la gente de una mejor manera, de tener una conexión entre la arquitectura y su visita”, dijo el arquitecto.
Refirió que la intención de hacer las carabinas en vidrio que tienen un peso de cinco kilos y un metro 20 centímetros de largo, radica en desmaterializar, congelarlos, dejarlos en su silueta más pura, al quitarles el gatillo, para purificar y tener una herramienta de cargo, de formar historias.
Las piezas, entre las que se encuentran 200 balas también de vidrio, de 14 centímetros de largo y un peso de 100 gramos, poseen una carga intrínseca que entra en contracción con la fragilidad y pureza del material de las que fueron hechas.
La intención de la instalación, en su conjunto, es establecer una negación abierta y rotunda de la violencia y destrucción.
aegm.
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