WASHINGTON,- ¿Cuál será el destino de Estados Unidos ante la campaña presidencial, cuyas elecciones el próximo 8 de este noviembre, definirán su futuro?. Hillary afirma continuar la era de Barack Obama al comienzo de su eventual presidencia cuyo eje será la reforma migratoria e impulso a las infraestructuras.
Pero, en caso del triunfo de Trump, llevar a cabo un cambio drástico para Estados Unidos. La candidata demócrata, de 69 años, divulgó un detallado programa sobre sus 100 primeros días de gobierno, aunque el éxito de su inicio dependerá de numerosos factores, principalmente quién controlará el Congreso.
Donald Trump y Hillary Clinton se enfrentaron el miércoles en el último debate presidencial en la Universidad de Nevada en Las Vegas. Cada uno presentó sus argumentos en asuntos como la Corte Suprema, inmigración, relaciones exteriores y capacidad para ser presidente. Mientras tanto, no faltaron los ataques personales.
Clinton ha prometido presentar dos proyectos de ley en sus primeros 100 días: uno sobre reforma migratoria y otro un plan masivo de inversión en infraestructura. “Una potencial administración Clinton tendrá a la inmigración como una prioridad muy, muy alta en 2017”, dijo Ali Noorani, director ejecutivo del Foro Nacional de Inmigración.
Para cumplir su promesa de ofrecer una vía a una “total e igual ciudadanía” a millones de personas indocumentados, Clinton necesitará negociar con el Congreso y, por ende, con los republicanos, que van encaminados a mantener su control de la Cámara de Representantes y posiblemente del Senado también.
El actual presidente de la cámara baja, el republicano Paul Ryan, está abierto a algún tipo de reforma migratoria, pero una que avance por partes: primero, el fortalecimiento de los controles fronterizos, seguido de una revisión del sistema migratorio, y, eventualmente, algún tipo de regularización de los indocumentados.
Carmel Martin, vicepresidente ejecutivo de políticas del Center for American Progress, un instituto de análisis cercano a Clinton, dijo que los demócratas esperan que una derrota de Trump el 8 de noviembre fortalezca el ala moderada del Partido Republicano.
Pero si Trump gana, será otra historia. El magnate, de 70 años, ha prometido “devolver la grandeza a Estados Unidos” con dos grandes ideas: reimpulsar la economía y fortalecer la seguridad nacional. En un discurso el 22 de octubre, expuso una lista de propuestas que incluye trabajar para “comenzar a expulsar del país a los más de dos millones de inmigrantes ilegales criminales y cancelar visas de países que no los acepten de nuevo”.
Además, pretende cumplir su palabra de construir un muro con México e imponer un mínimo de dos años de prisión para cualquier migrante indocumentado que intente volver a cruzar a Estados Unidos.
Bajo la promesa de “cancelar cada una de las órdenes ejecutivas” dictadas por Obama y colocará a millones de inmigrantes que han vivido toda su vida en Estados Unidos en la incertidumbre de ser deportados. Por otro lado, suspendería la inmigración de regiones “propensas al terrorismo” y llevaría a cabo una “examinación extrema” de quienes busquen entrar al país.
Desde el primer día, Trump ha prometido renegociar el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (NAFTA) y salir de la Asociación Transpacífica (TPP). Planea levantar restricciones a la explotación de combustibles fósiles, relanzar el oleoducto Keystone XL detenido por Obama y suspender el pago de miles de millones de dólares a los programas de la ONU contra el cambio climático.
También espera promover inversiones por un billón de dólares en infraestructura en la próxima década, a través de fuentes privadas y mixtas, estimuladas por cortes impositivos.
Los dolores de cabeza en política exterior se apilarán en el escritorio del sucesor de Obama, pero ninguno tan grande como la guerra en Siria.
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