La creación de «súperatletas» que sobrepasen con creces las marcas vigentes, se presume habrán de configurarse en un laboratorio de ciencia. El físico Stephen Hsu en un futuro no tan lejano, el deporte de alto rendimiento dejará de apostar por el ojo clínico de los entrenadores y una cuota necesaria de azar para hallar prodigios.
El físico Stephen Hsu, vicepresidente de investigación en la Universidad de Michigan, escribió en un artículo en la revista Nautilus: «Hace casi un siglo que el atletismo competitivo se propuso encontrar datos genéticos atípicos y no fue particularmente eficaz. Su enfoque constó en solo esperar que combinaciones aleatorias produjeran esas variantes y tener la esperanza de que los programas atléticos encontraran a los mejores deportistas».
Los Juegos Olímpicos de Río ya son parte del pasado, se ven a la distancia. Fueron tres semanas intensas en las que se repartieron 918 medallas en 306 disciplinas y, posiblemente, las dos grandes noticias del evento estuvieron lejos de los triunfos y los récords: las leyendas Michael Phelps y Usain Bolt confirmaron que fue su despedida definitiva de los Juegos.
El nadador quedó consagrado como el máximo medallista olímpico de la historia con 28 preseas -23 de ellas de oro-. En tanto, el jamaiquino logró la proeza del llamado triple triplete, el oro en 100, 200 y 4×100 metros con relevos en tres Juegos consecutivos. Deportistas de esa talla aparecen en la historia del deporte en forma esporádica, son excepciones que llegan a revolucionar sus disciplinas. Por más que los métodos de entrenamiento se encuentren en avance permanente, habrá que esperar un buen tiempo para que surja uno similar o superior. ¿O quizás no tanto?
La tecnología CRISPR recibió el galardón como el descubrimiento científico más relevante de 2015 según la revista Science. Desde agosto, en China se comenzó a llevarse a cabo el primer ensayo con la técnica en pacientes con cáncer de pulmón, cuyos tratamientos de quimioterapia no funcionaron, y se espera que en un futuro cercano arroje evidencia acerca de su potencial para curar enfermedades.
Phelps supo transformar un defecto corporal en una virtud implacable. Sufre el Síndrome de Marfan, una anomalía en el largo de su torso y extremidades superiores. Con los brazos abiertos, alcanza un ancho de 2,08 metros cuando lo normal para una persona de su altura (1,93 m.) es de 12 centímetros menos. Esto le facilita brazadas más potentes, sumado a sus piernas cortas –equivalentes a las de un hombre de 1,80 m.- que no lo desaceleran en el agua, da como resultado un físico prodigioso para la natación.
«Hace algunos años se ha establecido que existen ciertas variantes genéticas (alelos) y mutaciones que predispondrían a un mayor rendimiento, ya sea porque favorecen a la formación de una mayor masa muscular, mejor calidad ósea o hasta insensibilidad al dolor, lo cual harían a estas personas más resistentes al entrenamiento de alto rendimiento», señaló la Dra. Andersen.
Carl Lewis, el dominador de los 100 metros llanos en la década del ’80, medía 1,88 m. y en ese entonces se creía que los atletas más altos perdían agilidad en disciplinas de tan corta duración, se estimaba que una altura superior implicaría una desventaja. Veinte años después, Bolt desterró por completo tal presunción. El velocista jamaiquino mide 1,95 m. y su zancada alcanza una longitud de 2,83 metros. Su prueba predilecta, los 200 metros llanos, le demandan tan solo 80 de esos pasos agigantados.
No es casualidad el predominio de la raza negra en pruebas de velocidad y resistencia. «Su superioridad atlética puede considerarse como consecuencia de miles de años de evolución», sostuvo la especialista en genética. «A pesar de que los humanos compartimos alrededor de 23.000 genes, existen alelos y mutaciones, muchos de los cuales son más comunes entre personas de una determinada región geográfica que tendrían un efecto favorable en la capacidad física».
La tecnología CRISPR aún se encuentra en una fase muy incipiente. Más allá del optimismo de sus impulsores, no se sabe con certeza si podrá ejercer cambios genéticos que favorezcan el rendimiento deportivo. «Creo que es una posibilidad, pero éticamente inviable en la actualidad», opinó la Dra. Andersen. Además, también se desconoce si la eugenesia -es decir la búsqueda del perfeccionamiento de la especie humana- será legal en un futuro. «Recordemos que la finalidad de la técnica en el campo de la medicina genómica es la terapia, no la eugenesia», agregó la genetista.
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