CIUDAD DEL VATICANO,- Nutrido grupo de heridos y familiares de las víctimas del atentado terrorista de julio pasado en Niza, Francia, fueron recibidos en audiencia por el Papa a quien los saludó uno por uno y les ofreció consuelo
El encuentro tuvo lugar la mañana de hoy en el Aula Pablo VI del Vaticano, hasta donde llegaron aproximadamente unas mil personas, entre las cuales destacaron también fieles de la diócesis de Ruán donde fue asesinado, en otro atentado, el anciano sacerdote católico Jacques Hamel.
Al inicio de su breve discurso, el pontífice pidió disculpas por no hablar en francés ya que –dijo- su manejo de ese idioma no es bueno y prefirió aceptar la ayuda de un traductor simultáneo que permitió a los presentes comprender sus palabras.
“Establecer un diálogo sincero y relaciones fraternas entre todos, en particular entre cuantos confiesan un Dios único y misericordioso, es una prioridad urgente que los responsables, sean políticos como religiosos, deben buscar favorecer y que cada uno está llamado a actuar en torno a sí”, añadió.
“Cuando la tentación de replegarse en si mismos, o de responder al odio con odio y a la violencia con violencia es grande, una auténtica conversión del corazón es necesaria”, agregó. Advirtió que se puede responder a los asaltos del demonio sólo con las obras de Dios que son el perdón, el amor y el respeto al prójimo, aunque es diferente.
Al recordar el atentado del 14 de julio pasado, cuando un hombre lanzó un camión a toda velocidad sobre el malecón de la ciudad de Niza provocando la muerte a 85 personas, afirmó que la “violencia ciega” golpeó sin mirar al origen o a la religión de las víctimas.
“Deseo compartir su dolor, un dolor que se hace aún más fuerte cuando pienso en los niños, incluso familias enteras, cuyas vidas fueron arrancadas al improviso y en modo tan dramático. A cada uno de ustedes les aseguro mi compasión, mi cercanía y mi oración”, añadió.
Pidió que Dios reciba a los difuntos, para que puedan encontrar pronto reposo, y deseó que la certeza de la vida eterna pueda ser de consuelo hasta convertirse en un fuerte motivo de perseverancia para continuar el camino en la tierra.
Recordó de manera especial a todas las personas heridas “en el cuerpo y en el espíritu”, algunas de ellas “atrozmente mutiladas”, y envió un saludo especial a quienes no pudieron viajar o se encuentran todavía en el hospital. “Rezo también por su querido país (Francia) y por sus responsables, para que se construya sin cansancio una sociedad justa, pacífica y fraterna”, apuntó.
Tras pronunciar su discurso, el Papa bajó las escalinatas del Aula y comenzó a saludar a cada uno de los presentes, con paciencia y sin apuro. A varios de ellos lo abrazó y los bendijo especialmente, algunos llevaban fotos de sus familiares fallecidos.
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