KENTUCKY,- Para investigadores de la Universidad de Kentucky, se examinaron a 400 mujeres de 40 años de edad o menos, registrando sus niveles de estrés diarios en una escala de 1 a 4 (siendo 1 poco estrés y 4 mucho estrés), su menstruación, los métodos anticonceptivos utilizados previamente, las relaciones sexuales con su pareja, así como el consumo de alcohol, cafeína y tabaco.
Los resultados fueron publicados en Annals of Epidemiology, donde se detalla que las mujeres que se sentían estresadas durante su ventana ovulatoria, eran aproximadamente un 40 por ciento menos propensas a quedarse embarazadas durante ese mes concreto, que durante otros meses que habían sido mucho menos estresantes.
“Además, quienes presentaban un alto nivel de tensión emocional de forma general, el porcentaje ascendía al 45 por ciento” comentó Kira Taylor, epidemióloga y principal autora del articulo.
La doctora especificó que el efecto negativo del estrés sobre la fertilidad era clave en el periodo de ovulación y este efecto continuaba aun ajustando otra serie de valores como el índice de masa corporal, la edad, el consumo de alcohol o la frecuencia de relaciones sexuales. El estudio también encontró que las mujeres que concibieron experimentaron un aumento del estrés al final del mes en el que se quedaron embarazadas.
Taylor planteo la hipótesis de que esto podría ser el resultado de dos factores: las mujeres se estresaron después de hacerse una prueba de embarazo y saber que estaban esperando, y/o, más probablemente, este aumento fue el resultado de los cambios en los niveles hormonales causados por el embarazo en sí.
“Algunas personas se muestran escépticas en cuanto a que los atributos emocionales y psicológicos puedan afectar a la fertilidad”, dijo Taylor.
“Espero que los resultados de este estudio sirvan como llamada de atención para los médicos y el público en general acerca de que la salud y el bienestar psicológico es tan importante, cuando se trata de concebir, como otros factores de riesgo más comúnmente aceptados, tales como fumar, beber alcohol, o la obesidad”, finalizó la epidemióloga.
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