CIUDAD DE MÉXICO.- El Auditorio Nacional expresa su pesar por el fallecimiento del arquitecto mexicano Teodoro González de León, ocurrido en la Ciudad de México, uno de los grandes maestros de la arquitectura latinoamericana y personaje clave en la transformación de este centro de cultura y espectáculo.
Considerado uno de los arquitectos que supo realizar una sabia combinación entre el lenguaje moderno y los patrones clásicos, como orden, medida y proporción, que genera volúmenes sobrios y de gran economía de líneas, González de León fue creador de obras emblemáticas como el Colegio de México, el Museo de Arte Contemporáneo Internacional Rufino Tamayo, el Conjunto Urbano de Reforma 222, así como quien tuvo la visión de convertir al Auditorio Nacional en un lugar capaz de recibir a millones de personas en un ambiente de calidez y con las mejores condiciones para apreciar un espectáculo multitudinario.
Apenas este 6 de septiembre el recinto de Reforma cumplió 25 años de esa transformación que le ha permitido encabezar una nueva época del espectáculo en vivo en México y de entonces a la fecha recibir a más de 32 millones de espectadores, gracias al diseño y capacidad ideado por González de León.
Teodoro González de León (Ciudad de México, 28 de mayo de 1926-Ciudad de México, 16 de septiembre de 2016), arquitecto, pintor y escultor mexicano, fue discípulo de Mario Pani y Le Corbusier. Su obra arquitectónica se caracteriza por su modernidad, una muy personal abstracción geométrica y el uso de grandes bloques de concreto cincelado, que se convirtió en su sello distintivo.
Sus obras, muchas realizadas en colaboración con Abraham Zabludovsky, abarcan edificios públicos y de apartamentos, museos, centros cívicos, plazas, jardines y residencias. Son piezas sencillas pero poderosas, con una equilibrada combinación entre el lenguaje moderno y los patrones clásicos que ponderan orden, medida y proporción, cuyo resultado son volúmenes sobrios y de líneas limpias.
Fundador de una corriente arquitectónica basada en la honestidad del material, la sencillez en la composición tendiente al minimalismo y la abstracción, su obra refleja también una influencia de la arquitectura prehispánica como la de Teotihuacán y Monte Albán.
En 1989 el proyecto de remodelación del máximo foro de México fue encargado a los arquitectos Teodoro González de León y Abraham Zabludovsky. Tras 18 meses, el nuevo y brillante Auditorio Nacional reabrió sus puertas.
Esta remodelación convirtió al foro en un edificio de primer nivel, capaz de cumplir cualquier expectativa de la industria del entretenimiento mundial y recibir a los más sofisticados y vanguardistas espectáculos, con lo que detonó la industria del entretenimiento en México.
«La remodelación de 1991 convertiría al Auditorio Nacional en algo por completo distinto a lo que era su estado anterior, con una nueva expresión arquitectónica externa e interna y una mejoría radical en todos sus servicios e instalaciones» (Víctor Jiménez, 1952-2002 Auditorio Nacional).
Luego de 18 meses de trabajo realizado sobre 30 mil metros cuadrados que respetó la antigua estructura del Auditorio, emergió un edificio único, capaz de satisfacer cualquier requerimiento de la industria del entretenimiento.
“Construimos una obra moderna, porque usamos las formas constructivas. El espíritu y la exaltación de las formas de la construcción, que es la poética más primitiva del movimiento moderno”, expresó el arquitecto González de León.
El Auditorio Nacional lamenta esta irreparable pérdida y expresa su agradecimiento a un personaje cuya visión transformó este centro en un espacio de encuentro entre el talento artístico y el público.