MÉXICO.- Durante la década de los 80, no hubo narcotraficante más mediático e influyente, que Rafael Caro Quintero. Acusado en 1985 del asesinato de Enrique “Kiki” Camarena Salazar, un oficial de la Agencia Antidrogas Estadounidense (DEA), estuvo en boca de prácticamente propios y extraños.
Apodado como «el narco de narcos», regresó a los primeros planos mediáticos, luego de que fuera absuelto de su sentencia de 40 años de prisión en 2013.
Archivos periodísticos de la época atribuyen el asesinato del agente de la DEA a la participación que éste tuvo junto con autoridades mexicanas en la preparación de un operativo que condujo a la incautación de miles de toneladas de marihuana en el rancho El Búfalo, que era propiedad de Caro Quintero y estaba localizado en Chihuahua.
De acuerdo con información de ese corte, ese hombre, quien declaró que su padre se dedicaba a la siembra, llegó a poseer una fortuna de 100 mil millones de pesos.
Luego de la acusación en su contra, el 4 de abril de 1985 el narcotraficante fue capturado en San José, Costa Rica, a donde había escapado junto con su pareja Sara Cosío Vidaurri, sobrina de Guillermo Cosío Vidaurri, un hombre que entonces se desempeñaba como secretario general del Gobierno del Distrito Federal.
A su detención le siguió una sentencia que hasta el 9 de agosto de 2013 purgaba en el penal de Puente Grande, ubicado en Jalisco, de donde fue trasladado al Centro Federal de Readaptación Social (Cefereso) 3, en Matamoros, Tamaulipas, y luego de vuelta.
Nacido en Badiraguato, Sinaloa, Caro Quintero recuperó su libertad luego de que el Primer Tribunal Colegiado en Materia Penal del Tercer Circuito en Jalisco la decretó con el argumento de que no debió ser juzgado en el fuero común, sino en el federal.
Sin embargo, tres meses después, los ministros de la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) ratificaron que el narcotraficante, quien no pasó más allá del primer grado de primaria y en sus primeros años se dedicó a la agricultura, era penalmente responsable del secuestro y el homicidio del agente de la DEA y su piloto. Fue así como reordenó su captura y ahora se encuentra prófugo.
De los 30 fugitivos más buscados por tres de las agencias de seguridad más importantes de Estados Unidos, Caro Quintero es uno de los nueve mexicanos por los cuales el Gobierno de aquel país ofrece hasta 5 millones de dólares a quien proporcione información que conduzca a él.
En Sinaloa, goza de especial reconocimiento, luego de que se diera a conocer que ayudaba a las personas más necesitadas, tal como se puede apreciar en los numerosos corridos que se han
En su momento, el nacido en Sinaloa adquirió fama gracias a su nivel de vida y la manera en que supuestamente buscaba ayudar a los que más lo necesitaban, según lo documentan los corridos que intérpretes de la música popular mexicana han escrito en su honor.
En días pasados, trascendió que Caro Quintero y sus allegados, se encontraban detrás de los enfrentamientos que tuvieron lugar en Badiguarato, Sinaloa. En apenas 48 horas, el enfrentamiento se cobró 17 muertos en esa zona. Y el primero de los ataques se produjo en la vivienda de la madre de «El Chapo». Un mensaje directo contra quien todavía maneja una importante red criminal desde su cautiverio en prisión. Es la guerra que hoy sacude a la opinión pública mexicana y que tiene a las autoridades como espectadores de lujo.
Además de hostigar a sus enemigos –»El Chapo» y «El Mayo»–, hoy Caro Quintero está dedicado a pleno a su primera profesión: el tráfico de drogas. Es así como multiplicó el comercio de marihuana, metanfetaminas y cocaína en conjunto con sus aliados. Pero tiene un problema por resolver y no guarda relación alguna con la Justicia mexicana.
Sabe que para volver a ser «el narco de narcos» que fue en los 80 debe conseguir moverse libremente por el Triángulo Dorado. Y para eso, eliminar al capo del Cártel de Sinaloa. Para eso libró una guerra que recién comienza.
con información de agencias y el Diario.mx
jcrh