WASHINGTON, Estados Unidos,- Hay algo en la guerra civil de Siria que no parece cambiar nunca: cualquier intento para solucionarla fracasa. Varios expertos analizan los motivos que provocan que la guerra civil siria no solo termine sino que empeore y no se parezca a ninguna guerra civil anterior.
Han sido diversos los intentos, conferencias de paz e intervenciones desde el exterior, considerando la participación turca, lo único diferente es el sufrimiento de los sirios, que solo empeora.
Las investigaciones académicas sobre las guerras civiles revelan por qué: la duración media de un conflicto así es de casi una década, el doble de la de Siria hasta la fecha. Sin embargo, hay una serie de factores que pueden alargarlos, volverlos más violentos y dificultar su fin. Prácticamente todos están presentes en Siria.
Cuando se le preguntó qué otros conflictos a lo largo de la historia han tenido una dinámica parecida, Barbara F. Walter, profesora de la Universidad de San Diego y experta en guerras civiles, hizo una pausa, consideró unas cuantas posibilidades, y finalmente se rindió. No hay ninguno.
La mayoría de las guerras civiles terminan cuando un bando pierde, ya sea en combate o porque se queda sin armas o porque pierde el apoyo popular y tiene que rendirse. Casi un cuarto de las guerras civiles terminan con un tratado de paz, a menudo porque ambos bandos están exhaustos.
Esto pudo haber ocurrido en Siria: los combatientes principales (el gobierno y los insurgentes que comenzaron a pelear en 2011) están debilitados y no podrían sostener por sí mismos la lucha durante mucho más tiempo.
Sin embargo, no están solos. A cada bando lo apoyan fuerzas extranjeras (Estados Unidos, Rusia, Irán, Arabia Saudita y ahora Turquía), cuyas intervenciones han convertido a Siria en un ecosistema sin entropía. En otras palabras: las fuerzas que normalmente detendrían la inercia del conflicto están ausentes y permiten que continúe durante mucho más tiempo en comparación a lo que sucedería en otro caso.
Por eso, según James D. Fearon, un profesor de Stanford que investiga las guerras civiles, muchos estudios han encontrado que “si hay intervención externa en ambos bandos, la duración es significativamente mayor”.
Esta ha sido la historia en Siria casi desde el comienzo. A finales de 2012, cuando el Ejército de Siria comenzaba a encadenar derrotas, Irán intervino a su favor. A principios de 2013, las fuerzas gubernamentales se recuperaron, por lo que los Estados ricos del Golfo inundaron de apoyo a los rebeldes. Después Estados Unidos y Rusia se han unido al combate.
Guerras como la de Siria, en las que tanto el gobierno del presidente Bashar al Asad como la oposición dependen en gran medida del apoyo externo, provocan el comportamiento opuesto, según las investigaciones de Reed M. Wood, Jacob D. Kathman y Stephen E. Gent, politólogos de la Universidad Estatal de Arizona, la Universidad Estatal de Nueva York en Búfalo y la Universidad de Carolina del Norte, respectivamente.
El punto muerto también resulta de la incertidumbre. Nadie está seguro de cómo sería la Siria posterior a la guerra ni de cómo llegar a ella, pero todos pueden imaginar una situación peor. Esto crea un statu quo sesgado en el que los combatientes se preocupan más por conservar lo que tienen que por arriesgarlo para perseguir metas mayores.
Todos las potencias extranjeras comprenden que no pueden ganar, pero temen que la victoria del otro bando sea insoportable. Por ejemplo, Arabia Saudita e Irán ven a Siria como el campo de batalla de su propia lucha por el poder regional, y creen que perder allí pondría en peligro sus propios regímenes.
La oposición siria es débil desde diversos puntos de vista. Está fracturada en muchos grupos, otro factor que tiende a prolongar las guerras civiles y a hacer menos probable que terminen de manera pacífica.
En el mejor de los casos, esto requeriría algo similar a la ocupación durante años de Irak o Afganistán; en el peor de los escenarios, invadir una zona de guerra donde hay muchos adversarios extranjeros activos podría encender la chispa de una guerra regional a gran escala.
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