Cine a la intemperie es un proyecto impulsado por la necesidad de llevar cine a los lugares más recónditos del continente americano. Sus realizadoras, Viviana García y Griselda Moreno, se aventuraron durante dos años y medio a viajar a bordo de una camioneta, «la Juana», recorriendo cientos de comunidades, con la finalidad de proyectar cine argentino y desempolvar cortometrajes y documentales que permanecían guardados.
El pasado 9 de abril llegaron a tierras mexicanas, en donde inauguraron el Festival Contra el Silencio Todas las Voces con la proyección de su documental y la presentación de su libro. Posteriormente formaron parte del Primer Encuentro de Circuitos Alternativos de Exhibición Cinematográfica del Valle de México, organizado por el mismo festival.
Platiqué con ellas acerca de Cine a la intemperie, me hablaron de sus experiencias como mujeres viajeras, sus aprendizajes, el panorama del cine documental en Argentina y cómo sobrevivieron desde la autogestión.
VG: Salimos de Córdoba el 24 de junio del 2008 con la idea de recorrer el continente por el Pacífico y bajar por el Atlántico. Pasamos por el norte de Argentina, Bolivia, Chile, Ecuador, Perú, Colombia, Centroamérica, hasta México, llegamos hasta Tijuana, a la última calle latinoamericana en donde uno puede circular libremente, y de ahí regresamos por el Atlántico, subimos a Cuba, después Venezuela, Brasil, Paraguay, Uruguay y Argentina. Nos llevó dos años y medio de recorrido, fueron 19 países, cincuenta y dos mil kilómetros, 143 proyecciones y quinientos audiovisuales difundidos.
Hubo público diferente, desde niños de cuatro años, hasta personas muy longevas. Grupos de mujeres, comunidades campesinas, gente de la misma ciudad o de un barrio periférico en una ciudad dormitorio. Esa era la idea, llevar el cine a donde no había cine. Tengo un recuerdo de ir con Griselda subiendo doscientos escalones cargando los equipos para llegar a un comedor popular en Cusco y proyectarle a un grupo de diez personas; ese era el objetivo.
ORÍGENES DEL PROYECTO
GM: Se origina con una idea de Viviana García, licenciada en Cine y T.V., y su anhelo de hacer algo con su profesión en América Latina.
Cuando la conocí en medio de las montañas durante una de mis expediciones, me contó de ese anhelo suyo, y yo le dije: «bueno, te puedo apoyar dentro de mis conocimientos de viaje para discernir lo que se puede hacer y lo que no». Pasó el tiempo, seguimos en contacto y posteriormente ella me invitó a ser parte de este proyecto.
Viviana, como cineasta, podía ver que existían muchos filmes independientes que no se mostraban al público precisamente por falta de espacios. Las salas de cinematografía comercial no proyectan películas que tienen que ver con denuncias sociales, con cosas que nos pasan como sociedad y que a muchos, sobre todo a los Estados, no les conviene mostrar. Cuando hablo de esto, hablo de trabajo infantil, de avasallamiento de las tierras de los pueblos originarios; de la cuestión de género, de la trata y de otros temas que tienen que ver con la realidad latinoamericana
¿Qué otros espacios alternativos para mostrar este tipo de cine hay? Muy pocos, quizá Cine a la Intemperie podría ser una nueva alternativa de difusión porque puede apropiarse de espacios públicos como plazas, paredes, iglesias, espacios abiertos en las cárceles y un montón de lugares en donde quizás, con un poco de imaginación, creación y apoyo por parte de los municipios, se pueden difundir documentales que jamás serían proyectados. Por supuesto, también nos interesa acercar el cine a la gente que no tiene dinero para pagar una cuota en un establecimiento comercial. Nosotras creemos fervientemente que el cine es un medio que necesita ser público, porque es una herramienta de transmisión de conocimiento y que nos ayuda a construir nuestra identidad.
EL ENCUENTRO
GM: Cuando finalice la licenciatura en Comunicaciones Sociales en la Universidad Nacional de Córdoba, uno de los lugares más emblemáticos de estudio en el país, decidí viajar por el mundo los años que siguieron de mi vida. Me convertí en una periodista y reportera de viajes profesional pero al mismo tiempo descubrí un mundo de aventuras inmenso, así que terminé haciendo reportajes al respecto, que han sido publicados en las revistas más importantes del mundo.
Llevo 16 años viajando, me quedan cuatro aún, he estado viviendo en muchas partes del mundo, entre ellos India, Rusia, Venezuela y he conocido cerca de cien países más. He hecho lo que pensé que haría de mi vida: contar historias. Y dentro de ese contar historias, conocí a Viviana García en el 2005 o 2006 y me contó de esta gran aventura que tres años después se convirtió en Cine a la Intemperie.
AUTOGESTIÓN
GM: Parte del proyecto estuvo financiado por una indemnización que cobró Viviana, porque ella es hija de desaparecidos durante el periodo de la dictadura militar en Argentina (durante este periodo desaparecieron treinta mil intelectuales, entre ellos partidistas, y profesores).Quizá utilizó así su indemnización con la ilusión de continuar con los sueños de aquella generación socavada, enterrada, que tal vez pensaba en un mundo socialmente mejor.
La otra parte se gestionó a medida que íbamos andando en el camino, haciendo convenios con los municipios, con los líderes comunales y en donde, obviamente, para continuar necesitábamos tres cosas: gasolina, donde dormir y comida. Si lo conseguíamos, el viaje podía seguir. Así que fue una verdadera autogestión y muchísima gente nos ayudó con su solidaridad al entender y creer en el proyecto.
EXPERIENCIAS
GM: Latinoamérica fue una gran geografía, fue hermoso poder ser parte del referéndum de Evo en el 2008; fue hermoso estar en el trigésimo aniversario de la revolución sandinista en Nicaragua, poder vivir un nuevo aniversario de la revolución cubana (el quincuagésimo segundo); fue tremendo poder asistir a las cuestiones de feminicidio en México durante el 2010. Cuando íbamos de Chihuahua a Tijuana, las mujeres nos alertaron a tener cuidado porque éramos un prototipo de secuestro.
Aunque más allá de eso, lo que me dejó el viaje y que realmente creo que es maravilloso, es haber podido compartir esto con mi compañera y haber podido ganarme una hermana, una amiga. Un proyecto se construye a partir de la edificación de relaciones y creo que eso también fue Cine a la intemperie, un proyecto que se basó en el amor, en el respeto y en las ganas de cumplir los objetivos.
VG: Los abrazos que distintas personas nos daban después de cada proyección, las miradas cómplices, los distintos rostros de Latinoamérica, porque si bien somos un gran pueblo latinoamericano, también hay diferencias. Eso es lo que se me viene a la mente en imágenes, la solidaridad de la gente.
En Colombia fuimos a pedir un contacto que nos ayudara a cruzar la camioneta a Panamá en un contenedor porque es un viaje muy costoso (al menos cinco mil o siete mil dólares) y el coronel de un campo militar que estaba cerca, nos preguntó qué era lo que transportabamos, cuando se lo aclaramos nos pidió hacer una proyección en su cuartel.Yo miré a mi compañera y le dije «no, ¿qué vamos a hacer ahí?, no tenemos nada que ver», pero estuvimos un día pensándolo y dijimos ¿por qué no llegar a ese público con cortos que hablan sobre derechos humanos, sobre la trata?Lo hicimos. Había proyecciones insospechadas que nunca nos pasaban por la cabeza.
APRENDIZAJE
GM: Cuando uno se pone ante situaciones donde existe miedo, peligro, o demasiada alegría, termina por conocerse mejor. Cuando uno viaja con un amigo puede desnudarse, ser realmente como es, porque estás viendo al otro en el día a día, en un montón de situaciones. Ese amigo termina siendo casi pareja, no hay mayor espejo que esa persona; al mismo tiempo otros espejos fueron la cantidad de espectadores que tuvimos, fueran niños, personas mayores en un asilo y en una cárcel, o fueran adolescentes en reformatorios, lo que nos devolvían fue quizá el mejor aprendizaje que tuvimos. La motivación que generamos con nuestro proyecto —y que seguimos generando— termina llenándote espiritualmente sin importar cuánto esfuerzo económico, físico y emocional requiera el proyecto.
VG: Sabemos que hay cosas difíciles de llevar a cabo pero se logran. Poder adaptarse a distintas realidades, climas, comunidades, distintas formas de ser, distintos tiempos, porque no es lo mismo cómo se gestiona en Argentina, que en Panamá, que en Cuba, que en México.
También aprendimos mucho del lenguaje corporal porque teníamos que ver qué nos decía la mirada de algunas personas y así saber si estaban diciendo la verdad o no, si podíamos confiar o no; fue como desarrollar otra faceta de nuestro cuerpo, de nuestros seres y sorprendernos por distintas cosas que nos iban sucediendo.
EL PANORAMA DEL DOCUMENTAL EN ARGENTINA Y EN LATINOAMÉRICA
VG: Estábamos en un muy buen momento en donde teníamos —o tenemos— apoyo del estado en Argentina, la gente también está yendo a las salas de cine a ver documental. De hecho el año pasado se batió el record con un documental que se llama Seré millones, estuvo ocho semanas en cartelera. Hasta ahora tenemos una buena perspectiva, vamos a ver qué pasa con el nuevo gobierno.
GM: Está creciendo muchísimo, desde hace unos años Argentina está teniendo un gran cine —en parte— gracias a la inversión del estado para poder generar buenas producciones audiovisuales. Yo lo veo en crecimiento y se nota en las estadísticas de cuántas películas se hacen por año, o en los subsidios y apoyos que el estado está dando con diferentes programas, becas, o concursos. Si bien todavía cuesta, hay que pecharle, conseguir el auspicio. Actualmente desde la formación universitaria o desde los institutos que enseñan cine, también se está dando mucha calidad.
Aunque lo importante es cómo vamos a difundir ese cine documental, porque una cosa es que tengas una gran producción, pero si no somos capaces de tener suficientes espacios para exhibir, e incluso suficientes métodos de distribución, de nada sirve tener mil películas al año.
GM: Existen actualmente las redes de distribución, las redes de exhibición y los circuitos alternativos de exhibición y distribución.
INVITADAS AL FESTIVAL CONTRA EL SILENCIO TODAS LAS VOCES
GM: Como país, México es interesante por todo lo que sucede, hay mucha diversidad, ya hemos tenido la oportunidad de estar aquí antes. La invitación de Contra el silencio todas la voces fue muy linda porque, precisamente, tiene que ver con lo que hacemos, y por supuesto, con el esfuerzo de llevar adelante un festival o un encuentro en forma independiente, nos sentimos muy identificadas. ¿Por qué no colaborar? y ¿por qué no apoyar? Por supuesto que venimos a eso, a seguir apoyando estos espacios de encuentro y que tienen que ver con el esfuerzo que el realizador y el organizador hacen para llevar adelante su proyecto y que llegue a la gente de la manera más prolija que sea posible.
VG: La verdad yo estoy muy sorprendida de lo que implica el festival porque tienen un montón de sedes, de espacios, la biblioteca, los préstamos de los documentales, el circuito de exhibición alternativa. Me parece increíble todo lo que hacen, me parece genial que está en préstamo y que las entradas también sean gratuitas, eso lo compartimos también con Cine a la Intemperie, poder exhibir de forma gratuita para que todo el mundo tenga acceso a un buen documental.
¿POR QUÉ HACER CINE DOCUMENTAL?
GM: Porque es necesario que los realizadores se comprometan con la realidad social en la cual están insertos, está todo bien en la ficción, pero al fin y al cabo el cine documental habla sobre lo que nos pasa desde una manera más visceral. A veces es tanto lo que se involucra el realizador, que termina afectado, eso significa que de alguna forma se sensibilizó con la causa, con la situación y quiso capturarlo y mostrarlo.
Es importante el cine documental porque es la única forma de que nosotros podemos mantener una memoria activa de lo que realmente nos pasa como sociedad, y podemos compartirlo desde los puntos de vista de varios países.
MENSAJE PARA LOS JÓVENES DOCUMENTALISTAS
GM: Yo diría que aquel que quiere hacer documental primero tiene que tener en claro por qué lo quiere hacer. No tiene que ver con un hobby, con «qué lindo estar dentro de un cuerpo de filme», no tiene nada que ver con eso. Aquella persona que se va a involucrar, sobre todo en la dirección o en el guión de un documental, tiene que estar muy comprometida con el tema que va a elegir.
Mi primer paso, y sobre todo desde mi profesión que está ligada a las comunicaciones y al periodismo, es recortar realmente qué es lo que quiero contar y por supuesto, abrir un camino, tocar las puertas. Quizá te van a decir muchas veces que no, pero alguien te va a decir que sí, siempre y cuando tengas en claro qué quieres contar.
VG: El ser sensible, el estar comprometido con una realidad, el transformar esa realidad. Yo estudié cine para poder contar diferentes historias que contribuyan a un cambio social.
El que quiere hacer documental que lo haga, no hay nadie que pueda decirte la fórmula, no hay una fórmula, hay muchas maneras de hacerlo y están todas permitidas, pero creo que es importante contar las historias como uno las siente, desde esa realidad.