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Bancos centrales ¿casas de empeño?

Bancos centrales ¿casas de empeño?

Lo de moda es hablar de economía como de crisis y el que los bancos centrales, en teoría estarían obligados a prestar, sin embargo dicha posibilidad puede crear un riesgo moral.

¿Habrá otra enorme crisis financiera? Tal y como dijo Hamlet de la caída de un gorrión: “Si es ahora, no ha de ser después; si no es después, ha de ser ahora; si no es ahora, alguna vez será: lo que cumple es estar apercibido”. Lo mismo sucede con los bancos. Están diseñados para caer. Así es que, con certeza, caerán.

Un libro de reciente publicación explora no sólo esta realidad, sino también una radical y original solución. Lo que hace que la atención a esta sugerencia sea aún más justificada es que su autor solía estar en el corazón mismo del grupo de poder monetario, antes y durante la crisis. Se trata de Lord Mervyn King, exgobernador del Banco de Inglaterra (BoE, por sus siglas en inglés). Su libro se titula The End of Alchemy (El fin de la alquimia).



El título es apropiado: la alquimia se encuentra en el corazón del sistema financiero; además, la banca fue, al igual que la alquimia, una idea medieval, pero una que no hemos descartado hasta ahora. Y, según argumenta Lord King, actualmente debemos hacerlo.

Como observa Lord King, la alquimia es “la creencia de que el dinero guardado en los bancos se puede sacar cada vez que los depositantes lo pidan”. Éste es un truco de confianza en dos sentidos: funciona si la confianza es fuerte; y es fraudulento. Las instituciones financieras hacen promesas que, en posibles condiciones del mundo, probablemente no pueden cumplir.

Durante las épocas prósperas, este negocio es lucrativo. Durante las épocas difíciles, las autoridades tienen que acudir al rescate. No es de extrañarse, entonces, que las instituciones financieras se hayan vuelto tan grandes y que paguen tan bien.

Consideremos cualquier banco grande. Tendrá una amplia gama de activos riesgosos a largo plazo en sus libros, con hipotecas y préstamos corporativos ocupando un lugar prominente entre ellos. El banco los financiará con depósitos, y con préstamos a corto y a más largo plazo.



¿Qué pasa si los prestamistas deciden que es probable que los bancos sean insolventes? Si son depositantes o prestamistas a corto plazo, pueden exigir que se les devuelva su dinero inmediatamente. Sin la ayuda del banco central los bancos no podrán satisfacer esa exigencia.

Debido a que un colapso generalizado sería económicamente devastador, el apoyo necesario es inminente. Esta realidad ha creado la situación en la que los gobiernos tratan de hacer más seguras las finanzas y las finanzas se aprovechan del apoyo para volverse más arriesgadas.

Lord King ofrece una innovadora alternativa. Los bancos centrales continuarían actuando como prestamistas de última instancia.

Pero ya no estarían obligados a prestar contra prácticamente cualquier activo, debido a que esa posibilidad misma debe crear un riesgo moral. En su lugar, ellos acordarían con antelación los términos bajo los que se harían préstamos contra activos durante una crisis. La magnitud de estos recortes sería un “impuesto sobre la alquimia”. Los niveles del impuesto se fijarían a niveles rigurosos, y no podrían alterarse durante una crisis. El banco central se habría convertido en “una ‘casa de empeño’ para cualquier ocasión”.

Esta estrategia tiene inconvenientes. Los valores pignorables tendrían que variar con las condiciones económicas, lo cual pudiera crear un grado de estrés. Pero es un valeroso intento de disciplinar a un sistema financiero que hace promesas que no puede cumplir.

financialtimes/r3



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Miedo en la frontera entre México-EU por los aranceles de Trump

AFP

Por: AFP

hace 6 días

Miedo en la frontera entre México-EU por los aranceles de Trump

En su camión cargado con vehículos Toyota, Raúl Hernández hace fila al amanecer para cruzar la frontera entre México y Estados Unidos, preocupado por los aranceles que anunciará el presidente estadounidense, Donald Trump.

Si Trump sigue adelante con su plan para imponer estos impuestos aduaneros y obligar a las empresas a mover su producción a Estados Unidos, muchos trabajadores en México van a sufrir, dice.

«Va a dejar mucha gente sin trabajo aquí», asegura este conductor de 37 años a la AFP, mientras espera en la cola para pasar a la vecina San Diego desde Tijuana.

Las fábricas que operan empresas extranjeras son vitales para la economía de ciudades fronterizas como Tijuana y sus miles de trabajadores, señala Hernández.

Muchos puestos de trabajo dependen de las exportaciones a Estados Unidos. «Si las plantas paran por los aranceles sí perjudica a México, perjudica a la ciudadanía mexicana».

Detrás de él, en la fila de camiones, Omar Zepeda también transporta camionetas Toyota Tacoma desde una planta cercana de esa armadora japonesa.

Al igual que Hernández, Zepeda está nervioso por el impacto de los aranceles.

«Va a bajar bastante el trabajo con nosotros, porque va a subir el producto (de precio) y va a haber menos compras», prevé este conductor de 40 años.

«Viene algo difícil»

Las ciudades industriales del norte de México albergan miles de fábricas gracias a beneficios fiscales y al acuerdo de libre comercio con Estados Unidos y Canadá (T-MEC).

La mayor parte de las familias en Tijuana trabajan en «el transporte y la mano de obra», apunta Zepeda.

«La verdad está muy difícil lo que viene», asegura.

El gobierno de la presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, también reconoce esa incertidumbre. Ha optado por esperar a conocer los aranceles de Trump antes de anunciar un plan económico «integral» para hacer frente a esta nueva amenaza.

Durante su descanso en una planta de Toyota a las afueras de Tijuana, Apolos Velas dijo que estos gravámenes darían un golpe brutal a la ciudad.

«Mucha gente se va a quedar sin trabajo», dice.

Ojo por ojo

En Tijuana, donde la pobreza y el crimen no dan tregua, no solo los empleados de fábricas y del transporte dependen de los miles de millones de dólares del intercambio comercial entre México y Estados Unidos.

Charito Moreno, quien vende burritos a los camioneros en un puesto junto a la barda fronteriza, dice que los aranceles lastimarían a toda Tijuana si las plantas despiden trabajadores.

«Toda la gente depende de esas empresas», afirma esta mujer de 44 años.

Si las compañías acuden al llamado de Trump para mover su producción a Estados Unidos, «sería muy trágico para Tijuana porque pues mucho trabajador se quedaría sin empleo», dice.

Al salir de un camión que lleva equipo para albercas a Estados Unidos, Antonio Valdez dijo que ahora los transportistas tienen más papeleo que entregar.

«Un trámite salía en una hora. Ahorita tardan todo el día en hacer el cálculo y el pago de impuestos» ya vigentes, dice, tras comprar un burrito y seguir su camino hacia Estados Unidos.

Aunque Sheinbaum ha descartado una respuesta del tipo «ojo por ojo, diente por diente», el camionero Alejandro Espinoza cree que México debe responder a Estados Unidos donde duele. Si imponen aranceles, «ya no les vamos a mandar aguacates. A ver cómo le hacen», dijo sonriendo.

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