
MADRID, ESPAÑA.- La final de la Copa del Rey, escenificada en el Vicente Calderón, tuvo más emoción de la esperada, especialmente porque el Sevilla dio más batalla de la esperada, aunque eventualmente, el cansancio y una genialidad nada menos que de Lionel Messi, determinaron el destino del encuentro, el cual se tuvo que llevar hasta los tiempos extras, para que el Barcelona ganara 2-0 y así, repitiera como monarca.
Los goles fueron obra de Jordi Alba, gracias a un pase de «La Pulga» y de Neymar, en las postrimerías del encuentro.
Comenzó la final como no podía ser de otra manera, con mucha intensidad. Los azulgranas quisieron golpear primero con un pase al hueco de Iniesta que remató fuera Suárez, pero rápidamente cambió el panorama. Espoleado por los cánticos de su afición, mucho más ruidosa que la del Barcelona, el Sevilla se plantó en su campo defendiendo a ultranza y creando mucho peligro al contragolpe.
En media hora de partido no hubo ni rastro de Neymar ni de Suárez, y el mayor peligro del Barcelona lo llevó Alves con un tiro lejano. Entre tanto, la ‘guerra’ de las banderas en las gradas se convirtió en la ‘guerra’ de los cánticos. Del ‘qué viva España’ de los sevillistas al ‘independencia’ de los catalanes. La política estaba muy presente en la final.
La segunda parte de la película comenzó siendo un thriller para el Barcelona. Tras una salida en tromba del Sevilla con tiro al palo de Banega incluido, en la primera jugada de ataque azulgrana, Suárez se rompió.
El que perdona en futbol la paga, y eso mismo le pasó al Sevilla. En el minuto seis de la prórroga, Jordi Alba le ganó la espalda al lateral derecho y tras recibir un pase largo de Messi desde el centro del campo, superó por el segundo palo a Sergio Rico.
Estalló la grada azulgrana, que vivió casi una hora del partido sufriendo las acometidas de un Sevilla en superioridad numérica. El fútbol es imprevisible y este partido lo volvió a poner de manifiesto. No en vano, Jordi Alba marcó su primer gol de la temporada en el momento más indicado.
El gol fue un palo muy duro para un Sevilla que tuvo que remar a contracorriente el resto del choque, con jugadores desesperados como Carriço, que fue expulsado por protestar. Alves y Piqué pudieron aumentar la cuenta azulgrana, pero solo Neymar pudo hacerlo en el último suspiro para poner el 2-0 final. El doblete se fue para Barcelona, el séptimo de Liga y Copa en la historia de los culés y el segundo para Luis Enrique.
jcrh