BRASILIA.- Ausencia de mujeres y de representantes de minorías étnicas en el gabinete, sospechas de corrupción entre los nuevos ministros e incluso caceroladas enfrenta el presidente en ejercicio de Brasil, Michel Temer.
El nuevo Ejecutivo brasileño suma cinco días al mando y acumula polémicas. Una las cuestiones que más han desgastado su imagen es la ausencia de mujeres y de representantes de minorías, en un país que tiene una mayoría de población negra (53.6 por ciento) y que hasta hace apenas una semana estaba gobernado por una mujer. “El gobierno está revelando el alto grado de conservadurismo que lo domina”, explicó la activista Nalú Faria, coordinadora de Organización Feminista Sempreviva y crítica del nuevo Ejecutivo. “Las mujeres brasileñas ya no son las mismas de 2003. Vivimos más de una década de concienciación”; el hecho de que la esposa del nuevo presidente, Marcela Temer, tenga casi 43 años menos que él, señaló. Una de las cuestiones más polémicas es el nombramiento de ministros investigados o citados en confesiones a la policía por su implicación en la trama corrupta de la estatal Petrobras, desenmascarada en el marco de Operación Lava Jato.
Los titulares de Planificación, Turismo y de la Secretaría de Gobierno figuran en esa lista, y la eventual imputación de alguno de los titulares de carteras del nuevo Ejecutivo podría dañar la credibilidad del Gobierno en un país que se hizo hipersensible a la corrupción política tras los escándalos de los últimos meses. Algunos expertos señalan, sin embargo, que Temer tendrá en torno a 100 días de tolerancia, antes de que se comience a cuestionar las decisiones de la nueva administración. “Dispondrá por lo menos de tres meses de tregua, sobre todo por la situación calamitosa en la que se encuentra Brasil”, explicó a Notimex el analista político Bolívar Lamounier, socio director de Augurium Consultoria. En ese marco, la mejora del desempeño económico será una de las cuestiones fundamentales para apuntalar la legitimidad de un Gobierno que, por el momento, tiene garantizados apenas 180 días al mando (el tiempo que durará el juicio político a Dilma Rousseff en el Senado) y carece del aval de las urnas.
“Temer es consciente del problema fiscal, que es el principal, y de que tiene que arreglar las cuentas”, señaló Lamounier. Temer y su ministro de Hacienda, el influyente Henrique Meirelles, discutirán esta tarde con algunas organizaciones sindicales la reforma del sistema de pensiones, una de las reformas de mayor calado y que, por su eventual impopularidad, podría crear manifestaciones. El propio Meirelles admitió la semana pasada esa posibilidad, pero dijo que el Ejecutivo hará prevalecer el “interés general”. El nuevo presidente fue víctima de su primera ‘cacerolada’ la víspera, cuando cientos de personas en ciudades como Sao Paulo, Salvador o Río de Janeiro protestaron anoche durante la difusión de la primera entrevista televisada del nuevo presidente. Las “caceroladas” desde los balcones de las casas ya fueron un recurso de los brasileños para protestar contra la presidenta suspendida Dilma Rousseff durante los últimos meses.
Notimex/JRGA