BRASILIA.- La situación que se vive en Brasil en materia de política es crítica, los ejemplos de burla contra la presidente Rousseff, son claros, un camión de mudanzas se pasea a diario delante del Palacio del Planalto y se ofrece para trasladar gratis a la presidenta y todos sus correlegionarios del Partido de los Trabajadores (PT) para retirarlos del gobierno después de casi 13 años y medio en el poder.
Cuando el próximo miércoles el Senado decida si acepta o no iniciar el impeachment a Dilma, el mayor partido de izquierda de América latina -vencedor de cuatro elecciones consecutivas, pero desgastado por el escándalo de corrupción en Petrobras, la crisis política y la recesión- deberá embarcarse en un proceso de mudanza interna del que dependerá su relevancia para el futuro de Brasil.
«El impeachment a Dilma es una derrota histórica para el PT. Puede considerarse un golpe parlamentario, como sostiene el gobierno, pero el partido tiene muchísima responsabilidad en esta caída», remarcó en diálogo con LA NACION el historiador Lincoln Secco, de la Universidad de San Pablo.
Los analistas coinciden en que el partido, fundado en 1980 por una mezcla de sindicalistas, ex guerrilleros, comunidades eclesiales de base y movimientos sociales del campo y la ciudad, se enfrenta ahora, tras el trauma del juicio político a Dilma, a un período de refundación.
Desde de sus propias filas se acepta que el PT cometió muchos errores, pero que los aciertos han sido más importantes y, a la larga, este momento difícil fortalecerá al partido en medio de una crisis generalizada del sistema político. Desde afuera, en cambio, se apunta que la agrupación, que ascendió enarbolando las banderas de la inclusión social y la lucha contra la corrupción, sucumbió a los comportamientos tradicionales del esta-blishment político y no supo renovar a tiempo ni su liderazgo, anclado en la figura todopoderosa del ex presidente Luiz Inacio Lula da Silva, ni su agenda programática.
«Al PT le faltó coraje para reformar el sistema político cuando tenía más fuerza. Terminó atado a la estrategia de Lula de la conciliación permanente para no arriesgarse a perder elecciones en su alianza con el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB). No reaccionó ante las protestas de 2013 que hicieron evidente el conflicto social y el descontento de la clase media. Dilma traicionó a las bases al adoptar políticas económicas neoliberales frente a la desaceleración, y no pudo evitar desembocar en esta crisis mayor, alimentada por la oposición que responsabilizó al PT por la extensión de la corrupción y la recesión», explicó Secco, autor del libro Historia del PT.
Para el senador Humberto Costa, líder de la bancada del PT en la Cámara alta, el partido sufrió un desgaste normal por permanecer tanto tiempo en el poder, pero sub-rayó que también las otras fuerzas políticas enfrentan fuertes rechazos de la sociedad. Y cree que la salida «forzada» que la oposición lleva adelante con el impeachment a Dilma terminó por beneficiar al PT.
«El «golpe» nos devolvió un protagonismo que habíamos perdido; acercó de nuevo al partido a las bases sociales como el Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra, el Movimiento de Trabajadores Sin Techo y la Central Única de Trabajadores. Y unió a toda la izquierda en torno a una bandera, la de la defensa de la democracia», señaló.
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