Todavía quedan aquellos nada gratos recuerdos, en la Ciudad de México de 1986, cuando se hallaron varios pájaros muertos con plomo en la sangre. Ahora el tema de moda-casi obligado- es la contaminación que se ha vuelto a disparar y frente a las alarmas no aparece autoridad alguna capaz de remediar la situación y demostrar a los ciudadanos que pueden modificar la cultura del transporte, principal causa de la polución.

Ya nos aprestamos a «disfrutar” por tercer día consecutivo el doble Hoy no Circula en aras de paliar el inmenso problema que ya no es prioritario de esta ex ciudad de los palacios sino es de nivel global. Esto no se veía desde 2002.

Y la alerta es obvia, el aire es de mala calidad y en este valle de lágrimas –perdón- de México pues la etiqueta de “extremadamente mala” apenas se ajusta a la realidad. Que fue Peña Nieto quien a través de su cuenta de Twitter dio instrucciones sobre las medidas adoptadas para proteger la salud de los mexicanos.

Pero que pasa con el organismo responsable de monitorear la calidad del aire, pero no es únicamente ellos quienes merecen la crítica, también figura el hecho de no saber disciplinar a los concesionarios del transporte público, cuyas unidades contaminan ostensiblemente.

Aquí hay un problema, gobernantes de la ciudad anteriores, se sirvieron en su momento de los transportistas para patentizar su apoyo –prebendas- y se convirtieron en un monstruo que a estas alturas, resulta difícil de reprenderlo, lo mismo acontece con aquellos taxistas piratas, que patentizaron su “simpatía” por López Obrador. Se creó un pulpo que con el paso del tiempo ya poseen un amplio dominio, son como fuerzas de choque para desfacer cualquier entuerto.

De persistir la situación es obvio que los educandos tendrán que suspender sus actividades escolares y ya en el pasado la inversión términa llegó a 203 puntos Imeca (Índice Metropolitano de la Calidad del Aire) registrados, lejos de los 242 de hace 14 años, pero no sobran las recomendaciones.

Y los expertos afirman que restringir el tráfico de vehículos, no soluciona porque apenas alcanza el 3% de los automóviles particulares.

Algunos señalan que las bicicletas puede ser una alternativa, pero esta mágica idea de Marcelo Ebrard –traída de Europa- fue una medida política porque en el viejo continente se dispone de una infraestructura y nació casi al parejo del uso del automóvil, aquí la operación es a la inversa, hay que crear espacios donde puedan transitar si van de su casa a la oficina y viceversa y no verlos circular en sentido contrario o sobre las banquetas como suelen hacerlo muchos. No hay una cultura de la bicicleta que en esta ciudad, el manejo era propio de los mensajeros y otro tipo de personas que se servían de la “bicla” para disminuír el tiempo de entrega.

Sobre el punto habría que educar a quienes usan la bicicleta y que las autoridades les hagan cumplir un reglamento similar a los automovilistas.

Gustavo Ampugnani de Greenpace México coincide que el número de autos en el Valle de México entre 2005 y 2013 se duplicó de 3.5 millones a 6.8 y tan solo en la capital suman 4.6 millones. El uso, obedece al pésimo servicio de transporte público pero también un buen número lo usan mujeres –quizá un 60%- cansadas de que las “hostiguen y acosen” de ahí el extendido uso de las camionetas. También mucha gente se ha ido a vivir al Estado de México, pero esto incrementa los traslados.

La contaminación es causa del aumento en enfermedades respiratorias,, ataques de asma, bajo peso al nacer, algunos tipos de cáncer y mortalidad infantil. Pero en situaciones como esta, surgen quienes obtienen ganancias y Uber ante la contingencia se permitió promocionarse como alternativa con su servicio “pool” (compartir vehículo a un destino cercano).

Una medida desesperada del gobierno de la ciudad fue ofrecer de manera gratuita -36 horas- el sistema de transporte (Metro) que terminó por saturar al rebasar el número de usuarios.

Unos 4.2 millones de personas se movilizan a diario en metro, 750,000 en autobuses, 400,000 en Metrobús y otros 350,000 viajan en trolebús y tren ligero, unas cifras que abruman y con las que parece difícil cambiar la actual realidad, sobre todo sin un cambio global de mentalidad.
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