MÉXICO.- Buggy Rides es un esfuerzo mexicano, similar a Uber, que busca colocarse en el gusto de los usuarios mexicanos gracias a que intenta ser más incluyente y reducir los problemas de movilidad en la capital. Nacida a finales del 2014, empezó a funcionar el mes de noviembre pasado con la firme meta de adentrarse en el mercado de la población no bancarizada, aquella que no tiene una cuenta corriente.
En el país este segmento representó alrededor del 53 % de la población en 2012, según un estudio de la empresa de tecnologías de la información Tecnocom.
«Nuestro diferenciador de mercado es que puedes pagar con tarjeta de crédito o bien recargas de saldo. Con tu número de usuario y un código de barras podrás recargar en tiendas de conveniencia, desde 50 hasta 200 pesos (2,92-11,7 dólares), para solicitar un vehículo», explicó la directora general de Buggy Rides, Bernadette Lara.
Asimismo, Buggy Rides apuesta por la «economía colaborativa» al «utilizar los recursos ociosos de los autos que se quedan parados todo el día, incluso por la noche», agregó Lara. La premisa es sencilla: Un coche utilizado, por ejemplo, por un oficinista en la mañana y en la tarde para ir al trabajo y regresar a su casa es empleado por un chofer de Buggy en el entretiempo.
La empresa, como intermediaria, se encarga de la gestión y de seleccionar al conductor, y cobra un porcentaje del servicio. Por otro lado, también apunta a ayudar a disminuir el tráfico en la ciudad, pues con el uso continuado de un mismo vehículo puede sustituir hasta 14 automóviles en la calle. Este es un problema enorme en la Ciudad de México, que con más de 5,3 millones de vehículos fue la segunda urbe más congestionada del mundo en 2014 con 110 horas por conductor al año perdidas al volante, según un estudio del fabricante de sistemas de navegación TomTom.
La firma, cuya aplicación ya opera a través de Apple y Android, también intenta desmarcarse de la competencia a través de una extensa gama de servicios para el pasajero que engloban en lo que llaman «Backseatlifestyle» (Estilo de vida del asiento de detrás).
«Incitamos (al pasajero) a no usar tanto su auto, sino a usar nuestro servicio de movilidad y relajarse», recalcó Lara. Para ello, Buggy Rides ofrece vehículos con distintas características. Algunos están habilitados para transportar a discapacitados, otros llevan sillas para bebés, portabicicletas, un tapete para mascotas o incluso conductores bilingües que puedan atender a extranjeros de visita en la ciudad.
Muchas de las unidades también tienen cargador y Wi-Fi, y en este afán para lograr la inclusividad, la firma tampoco discrimina y apuesta por la equidad de género entre sus conductores.
Para ponerte al volante de un vehículo gestionado por Buggy Rides, la empresa debe certificarte primero con varias pruebas. De momento, dos mujeres ya trabajan para la firma: «No creemos que solo los hombres sean los únicos buenos conductores», sentenció la directora.
Para tranquilidad del usuario, este ve la foto del chofer y, además, a diferencia de un taxi convencional -y en la línea de Uber o Cabify- no paga en efectivo.
Buggy Rides también quiere desmarcarse de estas dos compañías de tecnología aplicada al transporte, especialmente por su polémica relación con el gremio de taxistas de la ciudad.
En julio pasado, hasta 250 personas participaron en la agresión a vehículos de Uber, algunos de ellos taxistas, y ese mismo mes este gremio se manifestó contra una reciente regularización de empresas de este tipo de servicios en la capital.
De momento, están en una fase piloto y un grupo de taxistas ya se mostró dispuesto a «pasar las certificaciones» requeridas, que además de pruebas técnicas incluyen garantizar que sus coches son «de primera calidad». Por ahora, la empresa trabajará en el Distrito Federal, si bien no descarta conquistar otras grandes ciudades del país también aquejadas de problemas de movilidad e incluso saltar a Centroamérica, señaló la directora general.
jcrh