- ¿Está estallando una nueva guerra étnica en África Occidental? Los exponentes de los grupos étnicos involucrados en los conflictos aseguran que sí
Unas 200 personas de etnia peul, provenientes de la conflictiva región de Mopti, en el centro de Mali, encontraron refugio en el patio de un generoso pastor de ovejas en las afueras de Bamako.
Tuvieron que huír de los ataques de los dogon, que no tienen escrúpulos a la hora de masacrar incluso a niños, mujeres y ancianos acusándolos de ser yihadistas.
¿Está estallando una nueva guerra étnica en África Occidental? Los exponentes de los grupos étnicos involucrados en los conflictos aseguran que sí.
Dialakorobougou es un barrio periférico de Bamako, la capital de Mali. Desde mayo pasado también es el destino elegido por unos 200 peul (o fulani), un grupo étnico formado históricamente por granjeros, que huyen de los asaltos de los dogon, cazadores.
«Tuvimos que abandonar la zona de Mopti –explica Hamat Barry, hijo de un jefe del pueblo- porque nos jugábamos la vida. Los dogon, con la ayuda del ejército, hacen batidas e incendian pueblos enteros. Decapitan a los peul y les cortan las manos».
Mamadou, un pariente suyo de 80 años, lo interrumpe: «Nunca hubiera imaginado que presenciaría esos hechos. Durante siglos vivimos con los dogon sin grandes problemas. Solo unas pocas escaramuzas por la tierra, como es normal. Pero ahora, en cambio, nos matan».
Un rico granjero peul originario de Mopti y residente desde hace años en Dialakorobougou permitió que estos peuls instalasen un pequeño campamento en el patio trasero de su casa.
Dos carpas y dos pequeños almacenes para alimentos constituyen este pequeño campamento para desplazados que cuenta exclusivamente con el apoyo de la comunidad peul de Bamako. Las autoridades estatales se dejaron ver los primeros días de su llegada prometiendo ayuda. Pero desde entonces nadie más apareció.
Hace ya seis años que sigue vivo, a veces con baja intensidad, un conflicto étnico que en los últimos meses está provocando un gran aumento de muertos.
Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH), desde principios de 2018 las víctimas serían al menos 300, sobre todo por parte de los peul y en la región de Mopti.
La última masacre tuvo lugar el 23 de junio en una aldea de la provincia de Djenné, cuando unos cazadores dozo mataron a unos 30 peul.
El ejército de Mali se está sirviendo de los dozo, pertenecientes a la etnia dogon, en la lucha contra los yihadistas y contra los que creen que les apoyan, es decir, los peul.
Los grupos terroristas aprovechan el descontento generalizado de los peul en la región para incitarles a tomar las armas contra las comunidades que los maltratan.
Las milicias están en pie de guerra con la complicidad del ejército maliense. Los dogon formaron una milicia llamada Dana Ambassagou, mientras que los peuls instauraron recientemente otra llamada Alianza para la Salvación del Sahel.
Ninguna de las dos tiene la menor intención de abandonar las armas y sentarse a la mesa de negociaciones.
Hubo varios acontecimientos que demuestran la participación del ejército en la violencia interétnica, como el descubrimiento, hace unas semanas, de fosas comunes con los cuerpos de varios peul tras el paso de las fuerzas armadas malienses.
En 2012 en Mali estalló un conflicto orquestado por grupos islamistas radicales apoyados por los rebeldes tuareg que exigían la independencia de un estado propio en el norte.
El ejército maliense no estaba preparado y, a principios de 2013, el ejército francés intervino, liberando a las ciudades ocupadas. Muchos yihadistas lograron escapar y reorganizarse gracias a la ausencia del Estado.
El hecho de que en los territorios centrales de Mali muchos peul hayan entrado en las filas del yihadismo es innegable. El alentador de esta adhesión es Amadou Kouffa, ex imán de Mopti.
Tras una juventud como pequeño delincuente, Kouffa se unió al salafismo, que le allanó el camino para dirigir el Frente de Liberación de la Macina, un grupo yihadista que cuenta con un pasado glorioso para el pueblo peul.
Se alió con Iyad Ag Ghali, el terrorista tuareg que sancionó la alianza de extremistas e independentistas. Posteriormente, Kouffa desapareció de la circulación y no se tuvo ninguna otra información fiable sobre él.
Mamadou Togo, asesor de asuntos exteriores ya jubilado, es el presidente de la asociación Guinná Dogon (familia dogon): «Los peul son yihadistas pero no todos los peul son yihadistas. Lo que es seguro es que no hay dogmas yihadistas. Nos atacaron primero con la ayuda de los yihadistas nigerinos y nigerianos”.
“Propusimos a los peul que se unieran a nosotros para derrotar a los terroristas pero no hicieron nada. ¿Por qué creéis que fue así? Porque muchos de ellos son cómplices de los yihadistas. Veo una única solución: reunirnos, hablar, decirnos la verdad, asumir nuestras responsabilidades, estrecharnos la mano y comenzar de nuevo como hermanos y hermanas», añade.
Desgobierno e injusticias sociales. Estas son las principales causas del conflicto según Hamidoun Dicko, un estudiante de medicina y presidente de la sección juvenil de la asociación Tabital Pulaku para la defensa de la cultura peul: «Entre los yihadistas hay peul, dogon, bambara, tuaregs y sonrhai. Hay de todo”.
Afirma que “el Estado nos abandonó en muchas áreas del país y los terroristas tomaron el control. Si se producen injusticias cada uno se toma la justicia por su cuenta, y esto explica por qué tenemos tantas muertes. Si las autoridades continúan desentendiéndose de todo y la comunidad internacional no interviene, en Mali habrá una terrible guerra civil».
Información e imagen: Notimex
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