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- El Papa Francisco llevó su mensaje atinuclear a Japón y hará un llamado vigoroso a favor de la eliminación total de armas químicas
Tras su paso por Tailandia, el papa Francisco llegó este sábado a Japón, donde tiene previsto enviar el domingo en las ciudades mártires de Nagasaki y Hiroshima un fuerte mensaje en favor de la eliminación de las armas nucleares.
El avión papal aterrizó en el aeropuerto de Tokio a las 17H40 locales (08H40 GMT), procedente de Bangkok.
El sumo pontífice argentino, de 82 años, manifestó en varias oportunidades su fascinación por Japón, país al que quería ir como misionero cuando era joven, aunque una operación de pulmón lo obligó a renunciar.
El punto fuerte de su agenda de cuatro días será una jornada maratón el domingo en Nagasaki (sudoeste) e Hiroshima (oeste), donde en 1945 dos bombas atómicas estadounidenses dejaron 74.000 y 140.000 muertos, respectivamente.
El papa tiene previsto lanzar allí un llamado vigoroso a favor de la eliminación total de las armas químicas.
«Rezo con ustedes para que el poder destructivo de las armas nucleares nunca más se desate en la historia de la humanidad. Usar armas nucleares es inmoral», dijo el papa en un video dirigido a los japoneses y divulgado pocas horas antes de su viaje.
Japón «es consciente del sufrimiento causado por la guerra», subrayó el líder de 1.300 millones de católicos, que reivindicó la necesidad de «respeto mutuo» para «defender la paz hasta con los dientes».
Homenaje a «cristianos clandestinos»
Francisco es el primer papa en visitar Japón desde el viaje de Juan Pablo II en 1981. Apenas 440.000, de los 126 millones de japoneses, son católicos.
Las dos principales religiones, el sintoísmo y el budismo, se entremezclan en la vida de los japoneses según las circunstancias. Los nacimientos, por ejemplo, son celebrados en un santuario sintoísta. Los duelos, en cambio, son generalmente objeto de una ceremonia budista.
Del mismo modo, muchos japoneses adoptan también elementos del cristianismo y celebran Navidad o se casan en una capilla sin motivos religiosos.
El cristianismo se introdujo en Japón con la llegada de los primeros misioneros católicos en 1549.
Pero la religión fue prohibida unas décadas más tarde y a los cristianos se los persiguió de manera despiadada, se los torturó y ejecutó si no renunciaban a su fe.
Japón estuvo aislado del resto del mundo desde principios del siglo XVI hasta mediados del XIX. Cuando los misioneros regresaron al país en esa época descubrieron con sorpresa la existencia de «cristianos clandestinos».
Se trataba de decenas de miles de japoneses convertidos que durante más de 250 años conservaron el secreto de su fe católica, mezclándola con la cultura y ritos nipones.
Francisco tiene previsto rendirles tributo el domingo durante su visita en Nagasaki.
«No se puede olvidar la bomba»
La siguiente escala del papa será Hiroshima, donde también el domingo dará un discurso ante el Memorial de la Paz, cerca del lugar donde la aviación estadounidense lanzó la primera bomba atómica el 6 de agosto de 1945.
El padre Yoshio Kajiyama, director del centro social jesuita de Tokio, nacido en Hiroshima hace 64 años, espera con impaciencia los discursos del papa contra las armas atómicas.
«No conocí a mi abuelo que murió el día de la bomba. Cuando creces en Hiroshima, no se puede olvidar la bomba», indicó.
La agenda de Francisco incluye el lunes una reunión en Tokio con víctimas del triple desastre del 11 de marzo de 2011, cuando Japón fue sacudido por un sismo seguido de un tsunami que provocó a su vez una catástrofe nuclear en Fukushima.
En Tailandia, donde estuvo cuatro días, su visita se centró en el diálogo interreligioso en ese país de mayoría budista y en el que los católicos también son una pequeña minoría.