CIUDAD DE MÉXICO,- Con el marcado avance de la tecnología, ciencia que debe servir para beneficio del ente humano, el gran sueño se convirtió en realidad al contar con un auto autónomo; pero después del accidente que tuvo la unidad de Tesla, volvió al laboratorio para conocer la falla que lo llevó a perder la vida de un ser humano.
Ahora bien, en teoría se considera que los autos autónomos se basaron en la premisa que los humanos en un momento podrían tomar el control de los mismos, en casos de peligro; tal y como acontece en los aviones, que se aplica para darle un descanso al capitán de la aeronave, pero en materia de automóviles, no ha resultado como se proyectó.
Para el cerebro humano que realiza tareas aburridas, pierde interés, la concentración. El cerebro humano necesita estímulos constantes, de no ser así, buscará ocuparse. Mientras más perfecto es el sistema, más probable será que la atención de la persona se disipe.
Es decir, para que estos coches autónomos funcionen a la perfección, necesitan que el conductor esté al pendiente de lo que pasa mientras se conduce por sí solo. Algo así como la supervisión de un adulto hacia un niño.
Tesla advierte a los conductores que deben mantener la mano sobre el volante, pese a que esté activo el Autopilot, o de lo contrario el vehículo se frenará, justamente para evitar accidentes. Por su parte, Audi también está desarrollando este tipo de tecnología, el cual monitorea los movimientos de cabeza y ojos del conductor.
Al percibir que el usuario perdió la atención sobre el camino, el auto, automáticamente reduce la velocidad.
Joshua Brown de 40 años, propietario de un coche autónomo (Tesla) y entusiasta del nuevo invento, falleció cuando ni él ni su vehículo, lograron frenar a tiempo cuando un camión de remolque doblaba a la izquierda. Luego de las investigaciones, los expertos señalaron que, en ese momento, Brown no prestaba atención al camino.
Pese a las nuevas tecnologías, los humanos no tendríamos porqué fiarnos de ellas, ya que siempre dependerán de nosotros y de la máquina más perfecta en el mundo, nuestro cerebro.
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