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Buscan mejorar experiencia gastronómica a través del cerebro

Buscan mejorar experiencia gastronómica a través del cerebro

San Sebastián. ¿Y si el secreto del gusto no estuviera en el paladar sino unos centímetros más arriba? Eso viene defendiendo desde hace años el psicólogo Charles Spence, colaborador de numerosos chefs para mejorar la experiencia gastronómica a través del cerebro.

«No hay nada que excite más al cerebro que la comida, ni siquiera el sexo», destaca este psicólogo experimental de la Universidad de Oxford, uno de los ponentes del congreso «Brainy Tongue» de San Sebastián (norte de España) que reunió a científicos y chefs de reputación mundial.

Esta elegante ciudad vasca, cuyos restaurantes se reparten 16 estrellas Michelin, acogió al final de octubre esta insólita reunión de chefs, biólogos, químicos, físicos, neurólogos o psicólogos para desentrañar desde sus respectivos campos los secretos del gusto.



«Hemos unido a chefs creativos, innovadores y experimentadores de los sentidos con el conocimiento científico, la reflexión», señaló Joxe Mari Aizega, director del Basque Culinary Center, un centro de formación e investigación gastronómica de San Sebastián que organizó el acto junto al Centro de Regulación Genómica de Barcelona.

Tres días de talleres, discusiones y colaboración entre el empirismo de chefs como el vasco Luis Andoni Aduriz o el inglés Heston Blumenthal con las investigaciones de expertos de Oxford, Columbia o Cambridge, entre otras prestigiosas universidades.

Desde su laboratorio de Oxford, Spence es uno de los máximos exponentes de esta interrelación entre las probetas y las sartenes.

Junto al chef británico Jozef Youssef fundaron el proyecto «Kitchen Theory» en el que aplican los descubrimientos hallados a través de sus experimentos a los platos y menús de sus restaurantes.



«Lo que ocurre en la boca es uno de los elementos menos importantes en la experiencia de comer», afirma Spence.

Para ellos, no se trata sólo de sabores, olores o texturas, sino de despertar las emociones del comensal, hacerlo feliz recordándole su infancia con un postre de algodón de azúcar, estructurar los colores y los elementos del plato siguiendo las nociones del diseño publicitario o acompañar la comida con los colores y las luces adecuadas.

«Como chef, dejas de centrarte únicamente en el menú y tomas en consideración todos los elementos sensoriales y cómo la gente percibe estas experiencias», explica Youssef.

Fusión entre creatividad y academia

Un pionero en esto fue Blumenthal del «Fat Duck» británico, nombrado mejor restaurante del mundo en 2005 por la lista Restaurant. «Multisensorial es la marca de mi gastronomía», asegura.

Colaborando con Spence, descubrió que comer ostras era mucho más placentero para el comensal si escuchaba sonidos de mar y decidió aplicarlo a una receta, «Sonido del mar», un plato de marisco acompañado por un iPod con auriculares escondido dentro de una concha en el que se oyen los sonidos propios de la playa.

También descubrió la importancia del nombre del plato en el gusto cuando su helado de cangrejo no acababa de cuajar entre sus comensales y decidió renombrarlo como «mousse de cangrejo congelado» convirtiéndolo en un éxito.

Junto al español Ferran Adrià, Blumenthal fue precursor en la colaboración entre ciencia y gastronomía que busca impulsar el «Brainy Tongue». «Parecía obvio para mi y es fantástico ver que, aunque ha costado un tiempo, puede ocurrir la fusión entre la creatividad y la academia», dice orgulloso.

El encuentro costó casi cinco años de organizar, admite uno de sus impulsores, el chef del restaurante donostiarra Mugaritz, Andoni Luis Aduriz. Pero «fue una bocanada de aire fresco» tanto para los chefs como para los científicos que «vieron en nosotros una curiosidad y motivación extraordinarias».

«En ocasiones somos demasiado escépticos y los chefs nos abren el campo de visión», corrobora Bernard Lahousse, bioingeniero belga experto en el «food-pairing», la ciencia de encontrar ingredientes que combinen entre sí mediante su análisis molecular.

Así descubrió por qué el chocolate mezcla bien con las fresas, pero también con la salsa de soja y el pollo o más sorprendente, que el kiwi comparte moléculas con el marisco lo que hace de las «ostras con kiwi» un delicioso manjar.

Cuando empezó, «podías contar con dos manos los científicos que trabajaban con chefs». Ahora, en su empresa cohabitan cocineros, científicos y analistas de datos porque «tenemos que trabajar juntos, el futuro es trabajar desde diferentes ángulos sin miedo».

aegm.



Internacional papa francisco Papa León XIV vaticano

Robert Francis Prevost, un moderado estadounidense con fuertes lazos con Perú

AFP

Por: AFP

hace 1 mes

Robert Francis Prevost, un moderado estadounidense con fuertes lazos con Perú

Robert Francis Prevost llegó a Perú por primera vez como joven misionero agustino y años después partió desde el país andino como obispo rumbo al Vaticano, donde este jueves se convirtió en el primer papa estadounidense, con el nombre de León XIV.

Prevost, de 69 años y que también tiene nacionalidad peruana, llega al trono de San Pedro con una reputación de moderado, crucial en un momento en que la Iglesia aparece muy dividida.

Desde el balcón de la basílica de San Pedro del Vaticano, el nuevo papa instó a «construir puentes» a través del «diálogo», avanzando «sin miedo, unidos, dando la mano a Dios y dándonosla entre nosotros».

«Dios nos ama, Dios os ama a todos, y el mal no prevalecerá», afirmó en su primer discurso, en el que trató de unir y tranquilizar ante un mundo asolado por las guerras.

«Mucho por hacer»

Prevost ha pasado un tercio de su vida en Estados Unidos. El resto entre Europa y América Latina, una de las periferias del mundo de donde también era el argentino Jorge Mario Bergoglio.

El diario italiano La Repubblica lo llamó «el menos estadounidense de los estadounidenses» por la moderación de sus palabras.

La idea de un papa norteamericano estuvo por siglos descartada en Roma, ya fuera por la distancia –estaban tan lejos que normalmente llegaban tarde a los cónclaves– o por decisiones geopolíticas.

Según el sitio especializado Crux, tener un pontífice de la primera potencia mundial hacía temer además que la CIA pudiera meter sus manos en la Iglesia.

Arzobispo emérito de Chiclayo, a unos 750 km al norte de Lima, Prevost obtuvo la nacionalidad peruana en 2015.

Dejó Perú para sumarse al gobierno vaticano, donde dirigió el importante dicasterio para los Obispos, que tiene la destacada función de aconsejar al papa sobre los nombramientos de los jerarcas de la Iglesia.

Tras la muerte de Francisco, Prevost dijo que aún quedaba «mucho por hacer» en la transformación de la Iglesia.

«No podemos parar, no podemos retroceder. Tenemos que ver cómo el Espíritu Santo quiere que la Iglesia sea hoy y mañana, porque el mundo de hoy, en el que vive la Iglesia, no es el mismo que el mundo de hace 10 o 20 años», dijo el mes pasado a Vatican News.

«El mensaje siempre es el mismo: proclamar a Jesucristo, proclamar el Evangelio, pero la manera de llegar a las personas de hoy, los jóvenes, los pobres, los políticos, es diferente», añadió.

Misionero en Perú

Fue uno de los cardenales más cercanos a Francisco, cuyo pontificado generó resistencias dentro de los sectores más conservadores.

Pero al mismo tiempo, su sólida formación en Derecho Canónico tranquiliza en estos círculos que buscan un enfoque más centrado en la Teología.

Prevost nació el 14 de septiembre de 1955 en Chicago y asistió a un seminario menor de la Orden de San Agustín en San Luis como novicio antes de graduarse en Matemáticas en Filadelfia.

Políglota, estudió Derecho Canónico en Roma, donde también obtuvo un doctorado.

Se unió a los agustinos en Perú en 1985 para la primera de sus misiones en el país andino.

Al regresar a Chicago en 1999, fue nombrado prior provincial de los agustinos en esa región estadounidense y posteriormente prior general de la orden en todo el mundo.

Regresó a Perú en 2014 cuando Francisco lo designó administrador apostólico de la diócesis de Chiclayo.

Casi una década después, entró en la curia en sustitución del cardenal canadiense Marc Ouellet, que fue acusado de agredir sexualmente a una mujer y renunció por motivos de edad. Entonces, el difunto pontífice lo nombró también presidente de la comisión pontificia para América Latina.

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