* Un excombatiente sirio que perdió la vista en la guerra ha creado una aplicación para ayudar a ciegos a utilizar los teléfonos inteligentes

En el noroeste de Siria, una decena de ciegos escriben en un teléfono inteligente. Están aprendiendo a seguir las instrucciones de un guía vocal gracias a una aplicación creada por un excombatiente rebelde que perdió la vista por una herida en el campo de batalla.

Con sus amigos, Ahmed Talha, de 24 años, creó un sistema para smartphone en árabe, inspirado en un programa similar en inglés. La aplicación permite a los invidentes navegar por internet en el teléfono. Pueden describir, por ejemplo, la página abierta en la pantalla o leer los mensaje que aparecen.

«Lo que yo quería para los ciegos es que tuvieran los mejores aparatos, las mejores herramientas», declaró a la AFP este joven, quien también participó en la creación de la asociación «Corazones-Videntes», que propone formaciones y actividades lúdicas para sacarlos del aislamiento.

En el recinto de la asociación en la pequeña localidad de Anjara, en el oeste de la provincia de Alepo, el exrebelde escucha con interés a un cooperante que enseña a un grupo a usar el programa.

«Abran todos Whatsapp», dice el instructor Mohamed Ramadan ante un público de todas las edades.

Detrás de unos pupitres de madera, los alumnos teclean en sus teléfonos, de donde salen voces artificiales metálicas.

– Esperanza –

En un país devastado desde 2011 por la guerra, Ahmed Talha abandonó sus estudios de informática para empuñar las armas contra el régimen del presidente Bashar al Asad.

En 2014 recibió una bala en la cabeza. Sobrevivió pero perdió la vista.

«No me abandoné. Seguí viviendo», afirma Talha, con una cicatriz en el ojo derecho.

El excombatiente está casado con dos mujeres y es padre. Ahora se acaba de comprometer con una tercera, ciega como él. También retomó los estudios.

Su ojo derecho todavía capta una luz tenue. Por eso disfruta con los rayos de sol.

«Me permite sentir un cierto calor. Me ayuda mucho, me da esperanza», explica.

«Sigues entre tinieblas, pero es romántico. Es como una vela encendida en medio de un cuarto grande», añade asomado a la ventana de su casa, con la cara bañada por el sol.

Su primera esposa, Samia, con el rostro oculto bajo un niqab (velo islámico integral) negro, asegura que la ceguera de su marido no les impide llevar una vida normal.

«Vamos al mercado juntos, a visitar a amigos, paseamos por la noche», dice la joven con los ojos maquillados con khol.

La asociación funciona desde hace meses gracias a ocho cooperantes, una financiación modesta de los fundadores y algunos donativos de particulares.

«El objetivo es sacar a los ciegos del aislamiento», explica a la AFP el director, Ahmed Jalil.

Los medios son más que limitados, lamenta. Hay muchos civiles con discapacidades físicas a causa de la guerra y los ataques aéreos.

A día de hoy, sólo una quincena de personas participan en las actividades de la asociación: apoyo psicológico, cursos para aprender a caminar con bastón, torneos de ajedrez y partidos de fútbol y de balonmano con una pelota con una campanilla.

También propone formaciones para aprender a usar un ordenador, pese a que sólo disponen de uno.

Información: AFP     Imagen: Pxhere

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