CDMX, México.- Justina tiene once años de vida y la podemos encontrar en el edificio T de la Facultad de Ingeniería (FI) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Entre sus múltiples logros, debemos sumarle el haber salido airosa de la RoboCup@Home del Torneo Mexicano de Robótica 2017.
El haber conquistado este evento, le permitirá tomar parte en la RoboCup Major@Home, a celebrarse en Nagoya, Japón, a finales del mes de julio.
Como era de esperarse, el aspecto de Justina ha cambiado con el tiempo. Hoy, luce una careta (interfaz) azul con delineados áureos, que la hace más amigable al interactuar con el humano. De igual forma se le ha dotado de hombreras blancas y carcasas reforzadas para soportar su funcionamiento.
Incluso también estrena operadores: jóvenes universitarios de posgrado que aseguran que su apariencia no sólo responde a una necesidad mecánica, sino estética.
Justina, cuenta con una base omnidireccional que le permite desplazarse lateralmente; tiene un torso mecánico, que posibilita manipular objetos con mayor facilidad, por ejemplo, artilugios o cosas que están más cerca del piso.
“En inteligencia artificial también hemos avanzado, porque tenemos una base de conocimiento que nos sirve para hacer planeación de acciones; asimismo, el sistema de visión nos ha dado buenos resultados en el reconocimiento de personas”, explicó Reinaldo Martell Ávila, maestro en Ciencia e Ingeniería de la Computación y titular del equipo.
Julio César Cruz Estrada, integrante del Laboratorio de Biorrobótica del posgrado de la FI, detalló que Justina puede hacer navegación, hablar, reconocer objetos y rostros, y afina su facultad de examinar gestos y señas humanas.
Hay que destacar que a diferencia de otros robots, Justina es sólo una herramienta, no el fin. Y es que su verdadera meta es ayudar a preparar a los estudiantes. Más de 30 alumnos de siete generaciones han trabajado con ella y se han elaborado varias tesis de grado.
con información de la UNAM
jcrh