MÉXICO.- El Alzheimer es una enfermedad degenerativa del cerebro para la cual no existe recuperación. Lenta e inexorablemente, este mal ataca las células nerviosas en todas las partes de la corteza del cerebro, así como algunas estructuras circundantes, deteriorando así las capacidades de la persona de gobernar las emociones, reconocer errores y patrones, coordinar el movimiento y recordar.
Finalmente, la persona afligida pierde toda la memoria y funcionamiento mental. Aproximadamente la mitad de las personas en los hospicios para ancianos y casi la mitad de todas las personas mayores de 85 años sufren de Alzheimer. Hoy en día, se le considera como la cuarta causa principal de muerte en los adultos y, a menos que se desarrollen métodos eficaces para la prevención y el tratamiento, la enfermedad de Alzheimer alcanzará proporciones epidémicas para mediados del próximo siglo.
Sin embargo esto podría acabar, gracias a un fabuloso animal: el pulpo maya.
Y es que Sergio Rodríguez Morales, investigador de la Facultad de Química de la Unidad Multidisciplinaria de Docencia e Investigación de la Universidad Nacional Autónoma de México (UMDI-UNAM), ha venido desarrollando un proyecto por medio del cual, se busca obtener los neuropéptidos presentes en la saliva de este pulpo con el objetivo de evaluar su potencial como agente anti-Alzheimer.
Este cefalópodo, se encuentra únicamente en el mar del Golfo de México, cerca de la costa de la península de Yucatán.
Existen evidencias científicas de que uno de los componentes de la saliva del pulpo maya inhibe la formación de la llamada placa beta-amiloide, la cual impide la comunicación entre neuronas y está relacionada con el Alzheimer. Se prevé que en los pacientes que ya tienen Alzheimer, dicha sustancia funcionaría para evitar que la placa se desarrolle aún más. En aquellos que se encuentran sanos tendría una acción preventiva.
De acuerdo con Rodríguez Morales, para obtener un fármaco de la saliva de este molusco deberán pasar entre diez y 15 años de investigaciones y pruebas en animales de laboratorio, para tener certeza de inocuidad del medicamento, es decir, que no tenga efectos negativos en el ser humano.
jcrh