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Usa tu móvil sin temor al cáncer cerebral

Usa tu móvil sin temor al cáncer cerebral

NUEVA YORK,- Las versiones se originaron y un estudio de 25 millones de dólares sugirió una relación entre usar celular y cáncer, pero al desmenuzar las evidencias se observan  que su uso es seguro salvo por su papel en los accidentes de auto.

El último estudio que supuestamente vinculaba la radiación de los teléfonos móviles con el cáncer fue concebido en función del bien público. Pero su efecto en el público es malo. El experimento de 25 millones de dólares financiado con fondos estatales ha generado confusión y titulares alarmantes pero poca información útil, más allá, quizás, de indicios sobre dónde falla la maquinaria de publicidad de la ciencia.

No ha sido necesariamente un caso de error científico. Los investigadores del Programa Nacional de Toxicología de Estados Unidos sometieron a un grupo de ratas a altas dosis de radiación de una frecuencia similar a la que emiten los teléfonos celulares. Siguiendo los protocolos, compararon las ratas expuestas a la radiación con un grupo de control. Los patólogos que buscaban señales de cáncer no sabían de qué grupo provenía cada animal.



Pero la semana pasada, los científicos difundieron a las corridas resultados parciales inéditos, que sugerían alguna urgencia de salud pública. Dijeron haber encontrado una relación entre la radiación y un tipo de cáncer cerebral llamado glioma así como un crecimiento no maligno llamado schwannoma. Echando nafta al fuego, pronunciaron frases como “gran avance” y “algo que cambia las reglas del juego”.

Fue sólo después de la primera tanda de titulares atemorizantes que los críticos tuvieron oportunidad de explicar por qué el resultado era débil desde el punto de vista estadístico, estaba lleno de preguntas sin respuesta y era poco convincente.

No está claro por qué los científicos llevan a cabo estos estudios, en primer lugar. No hay razones teóricas o empíricas de peso para sospechar que el uso de teléfonos móviles tiene algo que ver con el cáncer. Otis Brawley, director médico de la Sociedad Estadounidense del Cáncer, dijo que las investigaciones sobre posibles vínculos se hacen porque a la gente le interesa el tema.

Según él, ese interés nació en 1990, cuando al estratega político republicano Lee Atwater le diagnosticaron un tumor cerebral mortal a los 39 años. Al año siguiente estaba muerto.



En aquel momento, dijo Brawley, algunos señalaron que Atwater había adoptado el celular desde un principio, aunque la realidad es que el cáncer cerebral ocasionalmente afecta a todo tipo de personas sin factores de riesgo evidentes. A la conmoción por el destino de Atwater se sumó una confusión sobre el término “radiación”, que los científicos usan para denominar todo tipo de cosas, de las ondas de radio a lo que sale de una bombilla de luz y las emanaciones mortíferas de la central atómica de Chernobyl.

Los rayos X y los rayos gamma sí causan cáncer al dañar el ADN, y la luz ultravioleta puede dañar el ADN de la piel, pero la radiación de baja energía como la de las microondas y las ondas de radio tendría que provocar cáncer de alguna otra manera.

Brawley dijo que se han hecho decenas de estudios para probar la seguridad de los teléfonos móviles. El grueso de las evidencias obtenidas hasta ahora indica que su uso es seguro salvo por su papel en los accidentes de auto, de moto y peatonales. Pese a la explosión del uso de móviles en las últimas décadas, la tasa general de cáncer cerebral permanece igual, agregó.

Hay cierto desacuerdo respecto a si es física o biológicamente posible que la radiación de los teléfonos móviles cause cáncer. Chris Adami, profesor de física y microbiología de la Universidad del Estado de Michigan, señaló que hay una posibilidad remota de que la radiación de los celulares tenga algún efecto biológico al calentar las moléculas de grasa y proteína, tal como un horno a microondas utiliza las ondas de baja frecuencia para cocer los alimentos.

Pero no hay ningún mecanismo conocido por el cual el calor pueda llevar a un cáncer en las ratas o las personas, añadió, de modo que los investigadores deberían haber establecido un umbral de evidencia muy alto antes de anunciar una amenaza a la salud pública.

El estudio fue realizado por toxicólogos. Si lo hubiesen hecho investigadores del cáncer, habrían buscado señales de que la radiación tenía alguna influencia biológica relevante. Si existe algún efecto, este se daría en el material que rodea al ADN e influye en qué genes se activan. Hay métodos para detectar los llamados cambios epigenéticos, dijo Adami, pero los autores de este estudio al parecer no los emplearon.

bloomberg/r3