En el país se presentan a diario eventos y se toman decisiones que dependiendo del lugar en donde se esté parado, es la óptica con que se perciben y claro, se procesan. Incluso, si se es actor y factor de impulso de un cambio se defenderá, se justificará su sentido positivo y se trabajará por que se acepte o hasta por imponerlo; más cuando se está en el poder.
Las famosas reformas a la Constitución que impulsó la presente Administración con el aval del sistema de partidos políticos existente en el 2012, han provocado entre los mexicanos distintas reacciones e incluso afectaciones, para la gran mayoría en negativo.
Así es, incluso los empresarios, con sus excepciones y compadrazgos con el Gobierno federal, ya están convencidos que los cambios que se vendieron como estructurales –como cimiento y propiciadores de desarrollo en efectivo–, no se concretarán y ya se resienten sus resultados contrarios.
Si por el contrario, observamos el acontecer nacional desde la percepción de quienes menos tienen, de los que incluso tienen que inscribirse en los padrones de la llamada asistencia social gubernamental –que más bien es el padrón del voto duro del Gobierno en turno–, la situación no cambia ni para bien, ni para mal a causa de que se frena con tal asistencialismo su progreso.
La cada vez más disminuida clase media, es la que más percibe todo experimento u ocurrencia de las Administraciones en turno y vaya que desde ahí se está al tanto de las mismas, porque sobre todo los bolsillos y las oportunidades las resienten. En el sector educativo, laboral, de salud, económico, hacendario y en las garantías de seguridad, todo se ha observa más complicado.
Las diferentes ópticas van desde quienes nos dijeron y aseguraron que la reforma energética era la panacea y hay quienes con los aumentos a los energéticos y lo vulnerable de las empresas insignias del sector, advertimos que eso es un engaño.
Igual la reforma laboral se “vendió” a los mexicanos como un incentivo de mejoras económicas, incluso en materia de retiro y pensionario, y los trabajadores, incluidos profesionistas; ya saben que fue un gran engaño que tuvo como finalidad abaratar el trabajo de los mexicanos.
Qué decir cuando unos advierten que son los manifestantes quienes afectan el libre tránsito y el turismo; pero no dan acuse de la inseguridad y de la rapacidad de la industria hotelera y turística en general.
Así se podría seguir. La razón es que unos son empresarios y otros, mano de obra, unos pertenecen al sistema y otros somos votantes; unos recaudan impuestos, gastan a raudales y se inventan sus teorías mientras otros somos contribuyentes.
La óptica para el resto del mundo es la de los resultados y estos, para el caso de la presente Administración con todo y “maquillaje”, son pésimos.
Acta Divina… El presidente del PRI, Enrique Ochoa Reza, anticipó que la banda de aumento a los precios de la gasolina y el diesel “está cerca del tope”, por lo que se espera un nuevo gasolinazo en este año.
Para advertir… Y los priistas con cara de ¿what? No es mentira. Basta remitirse a las imágenes de las declaraciones de Ochoa Reza.