La comprobada impunidad, el abierto racismo, el fascismo galopante, la intolerancia a los miserables, la ostentación de los privilegios, los alardes de estilos de vida jet set, los arreglos en lo oscurito con los causantes de nuestra desgracia, la monumental ignorancia y la desbocada voracidad presupuestal, forman siempre un coctel aborrecible.
Lo único que distingue a los gobernantes de cartón del resto de la sociedad maltratada es su sonrisa supuestamente winner de portada de revistas del corazón, el reloj Cartier, la cubierta Luis Vuitton de sus iPads, los aromas Dolce et Gabanna, la corbata al estilo Donald Trump y su relación íntima con personajitos de la farándula chusca.
A base de cooptaciones, maletas de dinero, embutes, concesiones, pequeños privilegios y transas, creen que han comprado absolutamente conciencias civiles, militares y religiosas; están convencidos que han aplastado cualquier asomo de inconformidad, que han vaciado de contenido a la democracia.
Sólo han logrado lo esperable: no hay un rincón del país que no sea Atracomulco, donde los próceres de petate que padecemos, del llamado Presidente p’abajo, no sean recibidos por recordatorios familiares, gritos de asesinos y turbas enardecidas que claman venganza contra los indolentes y homicidas.
Sus guardianes del Estado Mayor Presidencial, boquiabiertos y paralizados ante tales demostraciones de justificada indignidad se encuentran rebasados en toda la línea. Lógico, dicen los altos mandos castrenses que “ellos no estudiaron para hacer labores de policías”. ¿A lo mejor se prepararon para la defensa de los “valores” consustanciales a la corrupción patriótica?
Mejor que cuiden sus espaldas los de la Brigada Blanca
Cuando se trata de enfrentarse a los nuevos rostros populares, cansados de tanta molicie, omisión dolosa y abuso de poder, los gendarmes se encuentran inanes, catatónicos, Es un monstruo civil al que no pueden agredir, como a los indefensos de la montaña de Guerrero, a los ejecutados de Tanhuato, Tlatlaya, Apatzingán, Reynosa y los que se acumulen.
Y la tradicional y ubérrimamente pagada con nuestros impuestos casa de apuestas Mitofsky, tiene el morro de decir que nueve de cada diez mexicanos ¡prefieren que el Ejército continúe en las calles!
Quizá era mejor solución para resguardar los honorcitos de los de la casta burocrática dorada y sus legiones de favoritos, el encargar el cuidado de sus espaldas, incluyendo las del círculo íntimo del poder, familiares y beneficiarios consanguíneos, laterales y agregados, como era antes, a esforzados judiciales egresados de la temible Brigada Blanca.
Al menos ésos sí estaban cabalmente preparados para las agresiones banqueteras, incluso las de reporteros de periódicos y medios independientes, que tragaban las de Caín en esos menesteres. El manejo de a pie de la pistola y sus cachas, su agilidad y previsión, eran más eficaces que las burdas actuaciones de los verdes, disfrazados de civiles.
Se puede prever un inminente linchamiento
Alguien tiene que poner fin a los inminentes desaguisados que se avecinan conforme se acerca el final, los estertores de un llamado sexenio que amenaza con represión y muerte callejera a los inconformes, ofendidos justamente por la ostentación, el despilfarro y las poses de héroes civiles que ya forman parte del desplante de los toluquitas.
Se puede prever un inminente linchamiento, una feroz respuesta de quienes han sido agraviados en su tranquilidad, en sus fondos económicos, en sus peticiones ignoradas de justicia, en sus exigencias de gobierno sano y eficaz, proverbial entre los mexicanos.
A nadie conviene la sangre derramada. Todos apechugan los chaparrones con la esperanza de que faltan sólo unos cuantos meses para que se larguen con su cauda de estropicios y fortunas mal habidas, que tendrán que pasar necesariamente por antesalas judiciales y sentencias proporcionales al tamaño de su iniquidad.
La conciencia crítica del país ya no aguanta insultos
Pero es necesario parar a como dé lugar éste escenario de vodevil en que se ha convertido la vergonzosa actuación de la clase política toluquita y pachuquita. No está el horno para bollos, la conciencia crítica del país ya no aguanta insultos masiosarescos, ni actitudes de perdona vidas, propios de su inflado concepto de importancia personal.
La menguada esperanza de los gobernados todavía espera la llegada de un equipo de a deveras, un gobierno que sepa siquiera respetarse en su ejercicio, que tenga un mínimo sentido de la proporción en sus rapiñas, que sienta una mínima lealtad hacia sus patrones, los que pagan los impuestos necesarios para soportar su estilo de vida.
Los actuales, sólo han servido para derrumbar su propia oportunidad, ensalzada hasta la exaltación por la casta televisiva y el grupúsculo de poderosos que los llevaron a donde están, y que hoy se muestran arrepentidos de su atrevimiento.
Publicidad rupestre como “lo bueno casi no se cuenta”
Derrumbaron el sistema económico, la planta productiva, las empresas estatales, la política, el sistema de partidos, la imagen que todavía se tenía del poder, y la mecánica ejecutiva del aparato, hoy más destrozado que una batea de mondongo. Tiraron todo a la mierda. Hay que reconstruir lo que quede del país que conocimos.
Todo, por mantener sonsonetes de publicidad rupestre como “mover a México” y “lo bueno casi no se cuenta”, propio de estrategas de petate, con mentiras redondas que prepararon al público para el escepticismo nacional, para el repudio al mensaje oficial, para el odio hacia los figurines de revistas de papel cuché donde se venden las portadas y las líneas ágata.
El daño a la Nación, la traición a sus principios, es francamente irreparable. No se puede curar con mejoralitos el desfonde a la riqueza y a la soberanía, el descrédito internacional del país. Un sistemita que echa la culpa a las omisiones de los gobernadores las alzas irrefrenables a los índices de delincuencia, cuando todos sabemos de dónde vienen la omisión y las órdenes devastadoras.
EPN habla con el lenguaje de un observador lejano, acrítico
Todas las excusas suenan a bisutería barata, a palabrería banal, a gritos de zozobra que provienen de alguien, como el muchacho cincuentón de Atracomulco, que nunca tuvo ni el conocimiento ni las agallas para siquiera sentarse al timón de mando. De alguien que nunca ha sabido ni dónde está parado, ni dónde está sentado.
No puede esperar otra cosa un presidentito que habla con el lenguaje de un observador lejano, acrítico, que todavía no sabe dónde se encuentran los resortes del aparato para realmente hacer ejecutar las decisiones. No puede describir el dolor, si no lo enfrenta de inmediato, en sus causas y consecuencias.
Cada minuto que pasa así, se derrumba más el país y lo que quede de futuro. Esto ya se salió de madre y no hay tiempo para ubicarse en lontananza y con la mirada del prócer convertido en estatua marmórea fustigar a malcriados de banquillo. El país exige castigo a sus criminales, no reconvenciones a los subalternos.
El país quiere respeto, cabal cumplimiento de las obligaciones de gobierno, honestidad, transparencia y rendición de cuentas. Mientras eso no sea así, todo lo demás es lo de menos, y sólo abona a su condena, más tarde o más temprano.
A gobiernito insufrible, población enfurecida.
¿No cree usted?
Índice Flamígero: Ya no hay duda alguna: la Cancillera Claudia Ruiz Massieu –que también es– Salinas de Gortari se encuentra en medio de una tempestad. Todos la dan por muerta al frente de la SRE, aunque los más generosos le auguran un tanque de oxígeno como titular de la vacante Secretaría de Cultura, tras el fallecimiento de Rafael Tovar y de Teresa. Pero ¿qué tan fuerte no será su “relación” con EPN qué, a pesar de ser una nulidad como persona y todavía más como secretaria de Relaciones Exteriores, se le mantiene en el cargo aunque sea sólo una figura decorativa (lo qué es mucho decir y hasta generoso)? Ya hasta relegaron a los otros dos subsecretarios (uno de carrera, pero siniestro, que es Carlos de Icaza, y el otro inventado, Paulo Carreño King, cuyo único logro es haberle otorgado a sus ex patrones de Burston Marstellers un contrato millonario en dólares para cabildear en EEUU), que han sido las muletas mochas de la sobrina de El Innombrable. Y lo peor es que, ahora resulta que el “investigado” por la Contraloría de la SRE (por el affaire Unesco/Roemer) Ruíz Cabañas, es el enlace de Luis Videgaray –quien negocia, otra vez, con la familia de Donald Trump– en el edificio llamado Tlatelolco. ¡Ni cómo ayudarlos! + + + Comenta don Alfredo Álvarez Barrón que “Carolina Monroy del Mazo, diputada príista, declaró que, para evitar cuestionamientos, su bono navideño fue donado, íntegramente, a una fundación de apoyo a la mujer que ella misma administra…” Y con su fina pluma El Poeta del Nopal borda sobre el tema en el siguiente epigrama:
“La estrategia no fue en vano, /
y lo digo sin encono, /
pues al recibir el bono /
¡nomás lo cambió de mano!”
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