En casa del jabonero, el que no cae ¡resbala! Si el gobiernito dice que va a aplicar la ley y, en vez de hacerlo, juega al gato y al ratón, hace como que hace y, en lugar de castigar, esconde y encubre al delincuente, merece todo tipo de descalificaciones y revires, aunque peguen en su línea de flotación. Esta vez el turno de dar el golpe tocó al infame Javier Duarte, y lo dio en la coraza de proa y con vientos de fronda.
Frente a los acontecimientos políticos, supuestamente políticos, que vivimos actualmente en México, el libreto de la perversa telenovela de Ernesto Alonso sobre El extraño retorno de Diana Salazar, suena a juego de niños de teta. Es una irrisoria tentativa de explicar lo infame, lo ridículo, lo estulto.
En una carta, fundamentada en términos absolutamente legales, el gobernador constitucional del estado de Veracruz, con licencia, Javier Duarte de Ochoa, exige al Congreso local regresar a su cargo, toda vez que los motivos esgrimidos para solicitar su ausencia estaban plenamente desahogados.
Esgrime el badulaque, entre otras cosas, algo irrebatible: “la función de Gobernador interino queda en este acto igualmente concluida, ya que es únicamente facultad del suscrito el reasumir las funciones que fueron interrumpidas a propósito de una licencia, que en este acto dejo sin efecto alguno” ¡ Sopas!
El razonamiento jurídico es impecable. La teoría y el derecho constitucional consideran la solicitud de licencia, entre otros al cargo de Gobernador, como una prerrogativa, una especie de derecho personal y unilateral que no está expuesto a ninguna otra potestad, sólo a la voluntad explícita de quien la solicita.
Flavino y sus diputados: puras reacciones anodinas
Muy lamentables, y esperadas, las dos respuestas, anodinas y reveladoras del nivel que se maneja actualmente entre los políticos de la claque toluquita: el Congreso local, estupefacto, le pide a Duarte “confirmar la supuesta carta donde dice que retomará el cargo”. Presos del silencio y el estupor, los diputados veracruzanos se acojonan ante la bravata del espectral delincuente.
Pero es infinitamente peor la reacción del gobernador interino. El pobre Flavino Ríos, un guiñapo humano que sólo ha demostrado su eficiencia política en la tarea de armar templetes, desde joven, para los actos cívicos de la Dirección de Acción Social del gobierno jalapeño y como elaborador de boletines en la oficina de prensa del Senado, quien declaró públicamente haber ayudado en la fuga de Duarte, sobre la carta alcanza a balbucear:
No debo irme, tengo que quedarme, dice el perverso. “Porque ya inició el proceso administrativo de entrega-recepción del gobierno”. La contestación es para colgarlo. Claro, dirá usted, con ese nombre —Flavino—nadie puede pedir más que un recadero interino. Así es, pero deberían cuidarse las formas en que se cometen los gazapos.
Si usted supiera que este personaje, Flavino, realmente menor, fue el cerebro jurídico del gobierno de Miguelito –siempre será Miguelito—Alemán Velasco en Veracruz, deduciría fácilmente por qué ese estado llegó a los lamentables niveles que todos conocemos. Ni las trapacerías, ni los errores pudieron justificarse ni asearse jamás. Con Miguelito –como con su padre el ex Presidente—todo fue robar y cantar.
¿Dónde están los ilustres veracruzanos? ¿Y los mexicanos?
En tierra de ciegos, el tuerto es rey. Claro. Pero Veracruz es tierra de hombres ilustres, inteligentes, con un elevado grado de valentía. La pregunta es: ¿y dónde están? La misma interrogante cabe para todo el país, escenario de la devastación económica y de la ruindad política, provocada por la claque tolucopachucocrata que pone la plana, en cuanto a modo y maneras.
Duarte agarró a todos en curva. Su acierto jurídico, supuestamente involuntario como todos los de los “jardineros con suerte” que ahora se proclaman visionarios ante los gazapos de la visita de Trump, desnuda la ignorancia y los altos estándares de complicidad de pachucos y toluquitas en el poder.
Ignorancia, por cuanto que el caso de Javier Duarte ejemplifica y demuestra que no puede intentarse un solo acierto en un sistema comandado por incapaces. Si la PGR, y todos los aparatos de seguridad que nos han costado a los ciudadanos más billones y billones de pesos, no ha podido integrar una sola investigación previa, ¡usted dirá!
Todas las acusaciones a políticos son de consigna
Los ciudadanos acusados por lavado de dinero de procedencia ilícita, defraudación fiscal y anexos, delitos que son los únicos que se saben los procuradores de justicia, han sido exonerados por fallas evidentes en el proceso de integrar las averiguaciones. Como todas sus investigaciones son de consigna, nunca se hacen públicos sus fundamentos jurídicos.
El caso emblemático de la maestra Elba Esther Gordillo así lo confirma. Jamás pudo airearse públicamente el motivo de su aprehensión, jamás se conocieron los fundamentos de los delitos que se le atribuían, siempre fue una persona recluida por consigna, por venganza del régimen tolucopachucocrata. Presa de conciencia.
Aunque jamás pudieron usar la palabra presa, toda vez que nunca hubo una sola razón para consignarla judicialmente, muchísimo menos para apresarla. Se violaron todas sus garantías constitucionales, por ignorancia y por impotencia. Ahora reciben el palo de un Tribunal Federal que la ampara y protege, contra todos los dicterios de los mandarines acojonados.
Bastonazos de ciego, la expresión de la justicia toluquita
En lo que va del fallido e inexistente sexenio toluquita, no ha podido integrarse una averiguación previa de alguna seriedad. Todo se les ha caído. Desde el caso de Oceanografía, hasta el de Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre, El Príncipe de la Basura. Ya no digamos los lastimosos de Ayotzinapa, Tanhuato, Tlatlaya y todos los que están por encima de sus narices. La incompetencia vil. La vergüenza ciudadana.
El bastonazo de ciego, como suprema expresión de la justicia toluquita. Deje usted que nadie tiene título confiable. Se han conocido abogados y economistas empíricos que subsanan sus fallas académicas con un poco de sentido común de caballo. Pero aquí en el rancho grande, no hay ni eso. El sentido común no existe.
Soltaron a sus perros de presa y alertaron a Javier Duarte
Lo anterior, por lo que toca a la ignorancia en la procuración e impartición de la justicia. Pero la otra arista, la de la insondable complicidad no sólo es preocupante, sino llega a los niveles de la indignación popular, a la exigencia de que todos sean pasados por la báscula, antes de que todos seamos culpables.
En el caso del extraño retorno de Javier Duarte, no debemos olvidar que el gobiernito, cuyo máximo representante es cómplice en los negocios del mequetrefe, incurrió en una inexplicable omisión al no actuar de inmediato, como lo solicitaban todas las instancias de inspección y fiscalización administrativa, para aprehender a Javier Duarte… y de Ochoa.
Soltó sus perros de presa, seguramente para alertarlo de que las cosas podían ir en serio… y le dio todas las facilidades para que el culiempinado senador Gamboa, quien recibió por cerca de seis años cuatro millones de dólares mensuales del peculio veracruzano, pudiera auxiliarlo para esconderse, mientras se negociara su condición jurídica, o lo que fuera.
El gobernador con licencia desarmó a sus acusadores
Para un fugitivo, el tiempo es oro. Es mejor defenderse desde afuera, que desde adentro. Y más, cuando los acusadores tienen toda la intención de ayudar al cómplice para “aclarar” los términos del desaguisado. A ninguna de las partes convenía que Duarte pisara la cárcel. No lo querían ni como cabeza de turco del panismo alebrestado, ni como confesor de los negocios en comandita, que acabaran de desnudar a toda la pandilla.
Pero la huevina se les fue de las manos. Cuando Duarte interpretó, desde el lugar de su refugio, que las cosas podían complicarse, con un solo movimiento desarmó a sus acusadores. Pareció razonar: la licencia que me forzaron a pedir, resulta que es una prerrogativa constitucional… el gobernador interino que yo propuse es mi gato, y no es indispensable su permanencia…
… si ustedes querían mi zalea debían haberme desaforado, pero nunca lo quisieron o lo pudieron hacer, siempre mandaron a sus “juristas” a decir que no era necesario, y ahora utilizo esos argumentos en su contra. Todos sus supuestos, son sólo eso, supuestos. Ustedes son supuestos gobernantes; yo soy un supuesto delincuente. Reasumo mis funciones, y nos vemos como ciudadano, ahora que pueda entregar, si es que lo hago, en tribunales… si antes no me escapo, para ser un fugitivo del orden común. ¡Sopas!
La vida política del país está convertida en un burlesque
En manos de ignorantes, vengativos y cómplices, que quieren aparecer ahora como justicieros de ambos bandos, la vida política mexicana está convertida en un burlesque con vedettes venidas a menos en apenas cuatro años. Una lamentable comedia de equivocaciones, donde nadie, menos ellos, saben cómo van a acabar realmente las cosas, después del 2018.
Ojalá lo tomen en cuenta. Después, duele mucho.
¿No cree usted?
Índice Flamígero: Ooootra vez, como ya lo hiciera con el evento de la Fórmula 1, el gobiernito federal se monta sobre la organización del partido de futbol americano organizado por la Administración de Miguel Ángel Mancera en la CDMX. Da pena ajena ver el secretario de Turismo, Enrique De la Madrid, presumiendo un evento que no es de su autoría… ni de la de su antecesora. + + + El presidente panameño –de visita hace un par de días en nuestro país– se voló la barda comparando a su anfitrión Enrique Peña Nieto ni más ni menos que ¡con Benito Juárez!, dizque por reformador. + + + Por cierto que durante la comida ofrecida al visitante centroamericano, me cuentan, prácticamente todos los asistentes se preguntaban de dónde había arrancado las cortinas para hacerse un vestido la señora cancillera Claudia Ruiz Massieu y –no se olvide– Salinas de Gortari. Que por tal, en el gabinete le dicen –a sus espaldas, claro— Madame Rideau, que los francoparlantes saben significa Señora Cortinas. + + + Y sobre la posibilidad de que Luis Videgaray sea nombrado embajador en Washington, el colega Gustavo Escudero escribió una cuarteta:
“Todo puede suceder, / l
se quedó clavado el cuño, /
ojalá y no iguale a Nuño, /
ese que no sabe ler”.
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