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Índice Político: Oso…rio Chong siempre derrama el tepache

Índice Político: Oso…rio Chong siempre derrama el tepache

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En el sistema político mexicano –el de antes; el previo a la desastrosa llegada al poder de la tolucopachucracia–, el secretario de Gobernación era, según los conocedores, la piedra de toque, el gozne sobre el que giraba la dinámica general de todos los asuntos de gran envergadura, los que competen al Poder Ejecutivo y no se atribuyen expresamente a otra autoridad federal. La figura central del sistema.

Era quien atendía todos los asuntos de política interior, mantenía el equilibrio entre todos los secretarios de Despacho –no, no son secretarios de Estado, cual los ignorantes los bautizan–, las relaciones con las Cámaras del Congreso de la Unión y las del Ejecutivo con el Poder Judicial, con los gobiernos estatales y municipales. Así era, desafortunadamente para los que llegaron después.



‎Era la clave de la gobernabilidad y de la estabilidad. Pieza insustituible en la definición ideológica del régimen y en la actitud del Estado frente a cualquier amenaza, desvarío u omisión política. El punto de encuentro del sistema de lealtades, de las interpretaciones constitucionales en el terreno político. No había vuelta de hoja.

Y sí, en el sistema político mexicano ocupaba el lugar de la figura emblemática del régimen. El que señalaba el camino imperturbable del aparato político, el que subsanaba las deficiencias jurídicas y políticas en que pudieran incurrir, en cualquier nivel, quienes deben trabajar para un mismo fin: la subsistencia de lo importante, por encima de cualquier urgencia, lo han dicho analistas y críticos del sistema, nacionales y extranjeros.

Jefes de Oficina desbancaron a titulares de Gobernación

Hasta hace muy poco tiempo, antes de la llegada de los insufribles tecnócratas al poder y de que nombraran a Jefes de Oficina superpoderosos en Los Pinos –por su cercanía a las orejas de los investidos–, el secretario de Gobernación era el indiscutible Jefe del Gabinete, por su experiencia, su comprobada sapiencia, su manejo de los hilos invisibles del sistema.



Se trataba siempre de un hombre creado en las entrañas del Poder. Nada le era ajeno. Conocía todos los secretos –los manifiestos y los inconfesables– de los miembros del gobierno. Sabía también hasta dónde llegaban los poderes fácticos de las prominencias del sector privado, de la Iglesia, los sindicatos y aún de los representantes de gobiernos extranjeros.

Era inalterable. Cuando algún miembro del gabinete o algún gobernador llegaba a cometer un desliz inaceptable para el sistema, el secretario de Gobernación era el primero en asumir las culpas ajenas, para hacer que todo funcionara como un reloj de alta precisión, como una maquinaria aceitada para afrontar, en bloque, cualquier desafío.

Bartlett abrió de par en par las puertas al trasiego de drogas

Nunca se supo de un secretario de Gobernación que se quejara de algún desaire del mandatario en turno, porque el inquilino del Palacete de Covián estaba consciente de que él representaba el último reducto, la ultima ratio del funcionamiento del gobierno en su conjunto. Mucho menos se supo de alguna falla que tolerara en su equipo de trabajo.

La disciplina era total, pues la autoridad debía imponerse en todos los casos de seguridad nacional, de sistemas de comunicación impresos y radioeléctricos, de relaciones con poderosos aparatos extranjeros de espionaje y penetración, ante los que no podían exhibirse flaquezas o desatinos.

Todos podían cometer errores, todos podían exhibir debilidades, todos podían incurrir en fallas graves, menos él. Era la cortina de la inmensa presa, y protector de sus frenéticos caudales. Era insobornable, aunque ahora la palabra parezca demasiado pesada en este mar de corrupción en el que se ha convertido la política…

… a partir de que al secretario de Gobernación del gris Miguel de la Madrid, Manuel Bartlett, ante la imposibilidad de obtener la candidatura presidencial de su partido, le dio por abrir de par en par las puertas al trasiego y repartir patentes de corso a narcotraficantes y contrabandistas de estupefacientes de la peor ralea.

Desde la llegada de Oso…rio, sombras campean en la política

Luego, cayó la noche. Llegó la hora de los súper poderosos Jefes de Oficina presidencial, y con ellos, el declive del sistema político mexicano. La secretaría de Gobernación fue relegada a un plano de consultor de normatividades menores, a una ventanilla de oficiales parvularios de trámites dizque políticos, para atender aquellas solicitudes de las que no debían o querían ocuparse en Los Pinos.

De 1988 a la fecha, muchos secretarios de Gobernación han llegado a sentarse a la silla del otrora inmarcesible jefe de la política interior del país. Pero difícilmente puede encontrarse en los anales de la dependencia a alguien que desempeñe con tanta medianía el triste papel de Miguel Ángel Oso…rio Chong.

Desde la llegada del hidalguense, una sombra muy deslucida campea en el terreno político de México. Ha sido, desde el bravero de templete que trata de solucionar problemas de fondo‎ y logra volverlos irresolubles, el enano del tapanco que amenaza con sus dislates y sus renuncias inopinadas, hasta el payaso de las cachetadas en las giras internacionales. Una pieza de recambio, una figura absolutamente prescindible.

Que renuncia, que no renuncia, que sí, que no “por las crisis”

Ya nos habíamos acostumbrado a su falta de lucidez y a sus dislates de ocupar un mensajero a modo en los medios impresos para esparcir sus versiones y sus mendacidades, desde que en enero del 2015 dio a conocer su “valentía” de haberle renunciado a Peña Nieto, debido a su falta de control sobre los problemas generados por la masacre de Iguala.

Utilizó al mismo tecleador para difundir que el ungido lo había llevado días después a una gira por los Estados Unidos, dándole un tratamiento de Primer Ministro, cuando todos fuimos testigos de que asistió como invitado de piedra, para cargar los portafolios de quienes sí entraron al Salón Oval de la Casa Blanca, para presenciar el encuentro y las palabras de Obama y sus jefes de seguridad nacional.

En una de las oficinas menores del ático de la Casa Blanca, refugiado en sus rincones, estaba el dizque secretario de Gobernación, como el payaso de las cachetadas.

En aquella gira, Miguel Ángel Oso…rio Chong sólo apareció en la foto del recuerdo en un cementerio para caídos en guerra, con una cara de Tancredo que ni él mismo aguantaba. El único que pasó a la reunión formal de compromisos e intercambios de información fue El Niño ñoño Nuño, que dizque porque habla muy buen inglés y que en ese momento era el Jefe de la Oficina presidencial del muchacho de Atracomulco.

Cuando la escandalosa “fuga” arreglada de El Chapo Guzmán, desde un penal de alta seguridad, bajo la custodia del equipo a su servicio, Oso…rio Chong ‎fue urgido por la opinión pública a presentar en verdad su renuncia, y con un morro que se lo pisa, contestó :”los momentos de crisis no son para renunciar”.

Frase que fue hecha casi inmortal por el mismo tecleador-vocero a modo que ya había utilizado seis meses antes. Cada quien para cada cual.

¿Dónde estaba que no evitó “la campaña más despiadada”?

Su actitud ante el escenario electoral en el que debían salir a votar el 52% de empadronados del país ayer 5 de junio es verdaderamente lamentable. Da grima su acotado lenguaje, su falta de grandeza, su pérdida de equilibrio y temple ante los desafíos y su nula oferta política de conciliación y conducción política.

‎”Esta campaña electoral ha sido la más despiadada… en los spots se tocaron en lo personal a los candidatos, intromisiones en sus vidas familiares, en comunicaciones… el INE y los Oples han dejado que se dé este proceso… no es lo que los ciudadanos esperan”, declaró al mismo informador, mejor dicho, su vocero, el mismo Secretario de Gobernación que ha dejado que le estallen en la cara todos los problemas.

Espera el momento indicado para anunciar ¡su candidatura!

‎Sobre sus aspiraciones presidenciales, declara: “hay que tomar las decisiones en el momento indicado, no la he tomado, debemos esperar el momento oportuno”. Cuando todo mundo sabe que ha repartido inmensas maletas entre las tribus amarillas, y ha concedido franquicias inconcebibles de paso a candidatos que no responden a su partido, con tal de amarrar la alianza con el PRD para “La Grande” del 2018. Pretende ser el candidato de una alianza PRI-PRD, que con él al frente, no llegaría ni a la esquina, por el bajo calado de la embarcación .

‎Usando los fondos públicos, dinero de nosotros, igual que la mancuerna Videgaray – Meade, lo hace para agenciarse la candidatura del segundo por la alianza PRI-PAN-PVEM-PANAL-PES -PT. Cosas de sobornadores y chantajistas políticos, verdaderos enanos del tapanco.

Dijo que el gobierno federal realizaría acciones para evitar que el crimen organizado opere en las elecciones de Tamaulipas. Pero, ¿cuántas acciones ejerció Oso…rio Chong para evitar el trasiego de droga del crimen organizado en la montaña guerrerense? ¿Cuántas para evitar la execrable matanza de los normalistas de Ayotzinapa? ¿Y cuántas para frenar las ejecuciones a mansalva en Tanhuato, Apatzingán, Reynosa y en todo el territorio nacional?

¿Ese es el secretario de Gobernación que merece el sistema? A lo mejor, sí. A lo mejor, los que estamos mal somos los restantes 120 millones de mexicanos. ¿No cree usted?

Índice Flamígero: Ausente de la política, hasta el vocabulario del ocupante del edificio más añoso del Paseo de Bucareli es de índole moralino religioso. “Despiadado” significa, sin caridad, sin misericordia. ¿También sin fe? ¿Sin ninguna de las virtudes teologales?

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