Sin comparadores no hay paraíso | Digitall Post : Digitall Post
Colaboradores comparaciones coneval constancia-desarrollo crecimiento-mercados indices-de-pobreza inegi

Sin comparadores no hay paraíso

Sin comparadores no hay paraíso

La economía es una ciencia que siempre busca dejar constancia del desarrollo de la sociedad y crecimiento de los mercados, a través de medir y contar variables clave tanto económicas como sociales.

Y no sólo es obsesión de los economistas tener un dato duro de diferentes fenómenos de mercado o de la población, la verdadera obsesión está en tener medidas relativas, es decir, poder comparar. Podemos construir un ejemplo, si hay tres individuos con un salario de 6000 y no sabemos el país en el que están no podemos saber a ciencia cierta si tienen un alto o bajo ingreso; algo más fino de información tendremos si nos explican la moneda en la que reciben la paga, si es en pesos mexicanos, dólares americanos o pesos chilenos.

Sin embargo, es mucho más claro si todo lo refieren a una sola moneda, usemos el dólar para comparar los ingresos de tal suerte que si cobran en pesos mexicanos tendrá un ingreso de 318 dólares y en pesos chilenos tendrían cerca de 9 dólares. ¿Habrá algo que nos brinde más información? Sí, conocer con cuántos dólares al mes se puede comprar una canasta básica de consumo, sólo así sabremos que el gana en dólares es bastante rico, el que tiene pesos mexicanos es del 40 % más pobre y que el que gana en pesos chilenos sólo podría comer a nivel de sobrevivencia, alrededor de 4 días.



O como versa un dicho popular «rico es aquel que tiene mil pesos más que su cuñado». Es decir, en general un valor absoluto muy pocas veces puede dar información exhaustiva de cualquier fenómeno, incluso de medidas antropométricas, una persona que pesa 65 kilos será delgada, normal o con sobrepeso dependiendo de su estatura.

Así también serán relevantes los detalles de las mediciones a lo largo del tiempo para diversos tipos de variables para comprender si hay tendencias crecientes, por ejemplo, en los ingresos, si hace 10 años ganábamos 10,000 pesos y ahora 15,000 no es claro que hoy somos más ricos, pues deberíamos conocer cuál ha sido la inflación acumulada a lo largo de ése período de tiempo y si la inflación es mayor a 50%, resulta que hemos empobrecido.

Bien, ahora ya con cierta consciencia de la relevancia de los términos relativos y las trayectorias de las variables a lo largo del tiempo podemos contextualizar el debate público que sostienen desde hace un par de semanas el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) y el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). Las diferencias entre ambas instituciones tienen dos vertientes, la primera es muy fácil de entender: INEGI cambió la metodología de medición del ingreso de las familias a nivel municipal sin consultarlo e informar adecuadamente a sus propios Consejeros académicos , ni a instituciones que monitorean desde hace más de 15 años los niveles de pobreza en el país, como CONEVAL, con quien tiene acuerdos firmados al respecto.

La gravedad del asunto es que la encuesta que servía por excelencia como insumo para miles de estudios e investigaciones sobre desigualdad y pobreza es la Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares (ENIGH) que desde 1992 brindaba información que permitía comparar a un nivel finísimo de detalle la situación económica de las familias, por región, por nivel socioeconómico, por estrato de Ingreso, por acceso a servicios y un sin fin de características que describen a una familia o a un individuo. Así estamos frente a una situación muy peculiar, la institución encargada de medir y



brindar los insumos necesarios para describir, analizar, deducir y evaluar la forma en que se comporta la economía en todos los niveles, nos cambió el ingrediente principal a todos. Podremos seguir midiendo y estudiando todas las variables socioeconómicas que describen a las población mexicana, con una pequeña salvedad, no podremos comparar éstas medidas con las anteriores porque cambió el cuestionario con el que se obtenían las mediciones anteriores y no se pueden «comparar peras con manzanas».

Parece grave y lo es, quizás se pueda discutir si era o no era la mejor manera de medir diversas características pero desde luego que era una metodología robusta desde las ciencias sociales, respetaba los principios de la estadística y plausible al permitir comparaciones de la población mexicana a lo largo del tiempo y estimar valores relativos a mediciones internacionales en otros países.

Gracias a esta materia prima llamada ENIGH (particularmente, el módulo de condiciones socioeconómicas) sabemos que más de 53 millones de mexicanos viven con vulnerabilidad sea por ingresos o carencias sociales, del tipo, rezago educativo, seguridad social, acceso a salud, vivienda digna, seguridad alimentaria, etc.

Conocimos que la forma en que se había medido la pobreza hasta antes del enfoque de capacidades, en realidad subestimaba la pobreza y que se podía aportar mucho respecto a los temas clásicos del desarrollo al permitir agregar adecuadamente a los hogares más pobres y no sólo identificarlos sino conocer las intensidad del problema.

En realidad en los últimos 20 años se avanzó en cuanto a buscar el origen de la pobreza, de las trampas de pobreza, de la reproducción intergeneracional de hogares con carencias y de el tipo de variables sociales y económicas que más podrían ayudar a cambiar esta realidad en el mediano y largo plazo.

Aunado a estos avances muy prácticos, se gestó una «clase social» dentro de los economistas que jocosamente se conocen como POBRETÓLOGOS, quienes conforme nos entregaban mejor información, análisis más profundos y modelos muy sofisticados que lograban describir y pronosticar a un nivel de detalle impresionante el fenómeno de la pobreza y desigualdad en el país, fueron monopolizando el estado del arte de ésta área; cualquier análisis desde fuera de la corriente dominante se iba descalificando y pasó a ser un tema dominado por mentes brillantes, que sí bien son científicos sociales de altísimo nivel y excelente formación, es probable que se hayan cerrado a nuevos abordajes teóricos y metodológicos, olvidando que la economía es una ciencia social cuyo fin no puede ser sólo el mejoramiento del modelo sino retomar como objetivo el impacto social de dichas aportaciones.

¿A qué me refiero? Desde la formación de CONEVAL en 2005 y desde 1997 con la puesta en marcha del programa hoy llamado Prospera, es claro que la política social en México se diseña e implementa con la guía de muchos éstos estudiosos de la pobreza y desigualdad, con fundamento en estudios sólidos y robustos realizados en diversos países, pero desafortunadamente todas las herramientas y técnicas implementadas no han servido para que se disminuyan las brechas económicas ni a los más vulnerables les han ayudado a abandonar las condiciones de pobreza material en que viven, por el contrario se han profundizado éstos problemas.

Queda claro que es un error grave cambiar la metodología de medición del ingreso, e incluso abre el debate para las suspicacias respecto al tiempo en que se hizo pues a dos años de terminar el sexenio no sabremos objetivamente cómo cambió la pobreza, lo que puede tener impacto electoral en 2018. INEGI debe reconocer que el otro error imperdonable es no haber permitido que coexistieran al menos en dos encuestas más (2016 y 2018) ambas metodologías en lo que se construía la transición de variables que permitieran continuar con un panorama intemporal del ingreso en México.

Sólo resta esperar a que nuestros eruditos de la pobreza sean creativos para encontrar una manera adecuada de corregir la nueva forma de recolección de datos, tal que permita alguna comparabilidad entre encuestas a lo largo del tiempo y quizás, también ser más creativos para aportar ideas claras en el diseño de políticas sociales con mayor y mejor impacto social. Como siempre, buenos deseos porque me resisto a creer en un dicho muy conocido entre los economistas: «estudiar a los pobres es una mina de oro, estudiar la pobreza puede hacerte muy rico».

jcrh