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Sociedades del conocimiento ¿de qué hablamos?

Sociedades del conocimiento ¿de qué hablamos?

CIUDAD DE MÉXICO,-   El conocimiento comienza a transformarse en un flujo de información que no se puede encapsular -un proceso que se observa por ahí de los años 90 del siglo XX- y el científico y tecnológico, incide en diversos sectores.

Enrique Cabrero, director general del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACyT), dijo que esto fue originando una forma de estructuración social inédita en el desarrollo de la sociedad en donde el conocimiento es el eje de articulación del progreso de los países.

En el marco del Día Mundial de la Administración Pública, celebrada en el Instituto Nacional de Administración Pública, el doctor Cabrero mencionó que este término (sociedad del conocimiento) surge para explicar a la sociedad postindustrial que se caracteriza por la incorporación continua de la ciencia y la tecnología a la economía mundial y porque los problemas son abordados desde una perspectiva transdisciplinaria, lo que modifica los patrones de organización y genera etapas sucesivas de desarrollo.



“Así, el conocimiento es un bien público que va penetrando todas las esferas de la sociedad y obliga a las estructuras de poder a democratizarse.

“Cuando preguntaba a mis profesores cuánto tardaría un país en vías de desarrollo como México en alcanzar un desarrollo pleno, mencionaban que alrededor de un siglo, esto si los países de Primer Mundo aletargaban su crecimiento. Sin embargo, cuando la sociedad comienza a basar su progreso en el conocimiento, el tiempo se reduce gracias al círculo virtuoso que es: ciencia produce conocimiento, el conocimiento permite innovar, y la innovación repercute en el crecimiento económico. Esto no es solo mi discurso, esto se basa en evidencia”, afirmó el titular del CONACyT.

La evidencia empírica internacional muestra que los países que más invierten en ciencia y tecnología desarrollan más capacidades de innovación, mejoran sus niveles de competitividad y bienestar social.

“Entonces al hablar de países emergentes como Corea del Sur, Tailandia o Finlandia, que basaron su crecimiento en la economía del conocimiento y en 30 años alcanzaron un índice de bienestar social superior al de México -que sigue siendo un país en vías de desarrollo- implica que estamos bajo un nuevo esquema de desarrollo económico en el que el crecimiento ya no lleva tanto tiempo”.



La diferencia, continuó, entre estos países y México es que mientras ellos invirtieron en ciencia y se desarrollaron en un área específica, nosotros no lo hicimos. La buena noticia es que aún lo podemos hacer, porque la transformación que se está dando en términos de la economía del conocimiento, “es como una nueva baraja”, las cartas comienzan a circular y países que son potencias industriales corren el riesgo de quedar hoy más rezagadas.

“En los estados del sur del país intentamos una nueva forma de integrar la ciencia y la tecnología al desarrollo de los estados y estamos apostándole al desarrollo agroalimentario relacionado con proyectos de biotecnología, o proyectos de energías renovables”, reveló.

Así, al promover el conocimiento tenemos una sociedad más igualitaria y se abren ventanas para que aquellos grupos desfavorecidos puedan ser competitivos. Mientras más conocedora sea la ciudadanía, más se transforman las estructuras de poder.
Finalmente, el director del CONACyT compartió la idea de Harold Laswell quien mencionaba que las políticas son “públicas” porque el gobierno no posee todo el saber.

“El gobierno requiere de una apertura a instancias no gubernamentales que pueden incorporar sus saberes en una deliberación para que el conocimiento científico influya en la toma de decisiones. Y precisamente, esa es la labor de instituciones como CONACyT y el Foro Consultivo Científico y Tecnológico, hacer del conocimiento el eje rector de la toma de decisiones para la creación de políticas públicas”, concluyó.

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