Típico que en la infancia te urgía crecer, y superar a tus padres, hacer todo lo que ellos no hicieron porque -según tú- no quisieron. Un día tienes 10 años y al siguiente ya eres un adulto no responsable intentando sobrevivir a la vida real.
Por eso, a manera de catarsis, te compartimos una lista de las 9 verdades más dolorosas que nadie nos advirtió acerca de ser un adulto.
La sentencia de hacer lo mismo todos los días de tu vida
A muchos nos da una especie de desesperación claustrofóbica el hecho de pensar que de lunes a viernes nos levantamos para ir al mismo trabajo, en la misma oficina, sentarnos en la misma silla, frente a la misma computadora durante ocho horas para ejercer la misma labor. ¡Monotonía! ¡Neo-esclavitud! ¡Sentencia! Si tu trabajo no te gusta, cámbialo, y procura hacer algo que cambie tu día a día para que parezca distinto y no lo sientas como una tortura que nunca termina.
Tienes cansancio todo el tiempo
Es hora de aceptarlo: tu cuerpo ha cambiado. Ya no tienes la vitalidad que tenías a los 18, ahora las desveladas pegan, el trabajo cansa y el estrés te juega malas pasadas. Procura dormir más, lo necesitas.
El pago de servicios
Tus papás te pedían que apagaras la luz al salir de tu recámara, que no te tardaras mucho tiempo bañándote, tanto para ahorrar gas como agua y nunca hacías caso. Pero hoy, cada que tienes que pagar los servicios te pones a desconectar todos los aparatos electrónicos que hay en tu casa. Bienvenido a la adultez.
Olvídate de las vacaciones de verano… y de primavera, invierno…
En verano, la ciudad se vacía porque mucha gente se va a la playa a disfrutar del sol, el mar y un bonito bronceado, mientras tú te levantas temprano para ir a la oficina y cada paso que das va cargado de resignación. Sólo te falta medio año para pedir tus primeros 5 días de vacaciones.
Verás quiénes son realmente tus amigos (si es que aún tienes)
Todos los amigos de la universidad, de la prepa, empiezan a desaparecer poco a poco. Cada quien adquiere nuevas responsabilidades, cuando no cancelas tú, cancelan ellos. Y cuando finalmente tienes tiempo, lo único que quieres es meterte a la cama y dormir. Pero seamos positivos, en las malas, cuando realmente los necesites, ahí estarán los amigos incondicionales, aunque de 20 sólo aparezcan 2.
Tienes más citas con médicos que con tus ligues
Un día te duele la espalda, otro el estómago, al siguiente el cuello y acabas de descubrir que tienes más muelas picadas que lunares. Y no es solo perder el tiempo en cada cita y aceptar que tu cuerpo no es de acero como creías en los 20, lo peor viene cuando tienes que pagar consultas y medicamentos, es en ese momento cuando el viaje de tus sueños se hace cada vez más inalcanzable.
Extrañarás la comida casera en cada bocado
¿Recuerdas cuando le reclamabas a tus papás porque no te daban de comer hamburguesas y papas fritas llenas de grasa? Ahora extrañas cada uno de esos platillos saludables hechos en casa y darías todo porque volvieran a ti. En especial, cuando estás en la cocina a las once de la noche intentando prepararte la comida para el día siguiente mientras se te cierran los ojos por el cansancio.
La eterna espera de la quincena
Entre el 1 y el 15 pareciera que hay 365 días de diferencia. Cuando las deudas te ahogan, el inicio de mes se vuelve eterno. Ni cuando eras niño la espera de Santa Claus te parecía tan grande como lo parecen las quincenas.
Tu metabolismo cambia
Antes podías comer los tacos que quisieras y beber chela ilimitada con tu esbelta figura. Ahora no, cada taco se refleja en los gorditos de la espalda y cada cerveza en los centímetros que aumenta tu vientre.
Foto: archivo