Después de hacer negocios multimillonarios al vender nuestros datos personales y utilizar nuestras fotos y demás información que consideramos privada, Facebook ha decidido aceptar que daña la salud mental de sus usuarios y básicamente no le importa.
Facebook es un ente, un fantasma que lo sabe todo, de todos; es la novela de George Orwell 1984 pero peor, porque en el mundo digital las fronteras son prácticamente invisibles. Por esto, psicólogos y científicos han estudiado el impacto de las redes sociales sobre nuestro cerebro.
El daño principal es la adicción. Ésta disminuye horas de sueño en los usuarios, en promedio un facebookero activo entra a la app 150 veces al día.
Con una sutileza casi imperceptible, «me gusta», «no me gusta», las redes dominan tanto el mundo exterior, como el interior de los usuarios.Eso, aunado a las noticias falsas fake news, ha despertado una conducta depresiva.
Facebook lo admite, incluso sus ex directivos se muestran preocupados (claro, ya no trabajan ahí). David Ginsberg y Moira Burke, investigadores de la empresa, publicaron una investigación donde afirman que el uso de esta red social tiene efectos nocivos para la sociedad.
En su defensa, Facebook argumenta que su búsqueda es la interacción entre amigos y familiares para mejorar sus relaciones fuera del entorno digital. También dicen que Facebook ha tratado de unir a las personas, por eso, avisan sobre los cumpleaños y las reuniones entre amigos y eventos sociales cercanos a donde se puede acudir.
Al final, las empresas argumentan que el usuario decide, así como las tabacaleras advierten que moriremos de cáncer al fumar o las empresas de bebidas alcohólicas advierten sobre los riesgos y daños a la salud.
Aceptémoslo, las redes sociales digitales son una droga más y depende de la voluntad propia el hacer buen uso de ellas.
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