BUENOS AIRES.- En el Centro Cultural Borges se pueden advertir las penetrantes miradas de decenas de soldados del ejército de Emiliano Zapata, que llegaron a Buenos Aires gracias a la exposición “Retratos zapatistas” del fotógrafo César Lorenzano.
Lorenzano, profesor e investigador argentino que se exilió en México durante la última dictadura militar, fue invitado a retratar a veteranos zapatista que pelearon al grito de “tierra y libertad”, su historia comenzó en 1980.
Estos anónimos personajes de la Revolución mexicana habían sido localizados en Morelos y en la ciudad de México por el historiador Salvador Rueda, quien se dedicó a entrevistarlos en sesiones que fueron grabadas por Adolfo García Videla.
Cámara al hombro, Lorenzano los acompañó en esta recuperación de testimonios históricos y registró los curtidos y morenos rostros de hombres que al mando de Zapata y como parte del Ejército Libertador del Sur, lucharon por la reforma agraria.
Ese mismo año “Retratos zapatistas” se exhibió en Cuautla, y años más tarde en la Ciudad de México, pero ahora llegó a Buenos Aires convertida en una exposición de 62 retratos, y algunos más del propio líder revolucionario.
La exposición se presenta como un homenaje a los héroes desconocidos y olvidados “que lo dieron todo por el sueño de ver a los hombres libres en sus tierras” y, según Lorenzano, es su obra más importante.
En la muestra se pueden ver reproducciones del acta de nacimiento de Zapata y diplomas que fueron entregados a los veteranos para reconocer su participación en el movimiento revolucionario.
Entre las imágenes se colocaron citas de los soldados, como el que recuerda que Zapata les dijo “miren, nosotros no queremos para un día, vamos a quitarle las tierras al hacendado y pa´darles a los pueblos y a los pobres”.
Una sección especial de la muestra está dedicada a las mujeres de la revolución mexicana, en la que pueden apreciarse las famosas imágenes de las “adelitas” del archivo Casasola así como los envejecidos rostros de mujeres que llevaban información y comida a través de las líneas del ejército enemigo.
“Las mujeres iban a la guerra igual que los hombres. Peleaban junto a ellos, cocinaban para los hijos, cuidaban a los heridos. La causa de la Revolución era también su causa. Ellas fueron las heroínas anónimas, olvidadas”, dice uno de los testimonios.
Una de las imágenes que más atrae a los visitantes es la que muestra, en pared completa, a Zapata montado en su caballo, cubierta la cabeza con un sombrero, la mirada fija y el rostro serio, uno de los retratos más conocidos del mítico líder revolucionario.
Al lado comparten espacio retratos de Zapata y su hijo Mateo, quien en 1980, sesenta años después de comenzada la Revolución continuaba en Morelos la lucha por un reparto justo de tierras.
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