El día de hoy presenciamos la 91º edición de los premios Óscar 2019, donde el mexicano Alfonso Cuarón se condecoró con la estatuilla a mejor director.
La competencia sin duda estuvo reñida ya que competía con excelentes directores reconocidos tales como: Spike Lee por Blackklansman, Yorgos Lanthimos por The Favourite, Adam Mckay por Vice y Pawel Pawlikowski por Cold War.
Pero no cabe duda que la obra maestra del director mexicano Cuarón es una belleza con un excelente uso de plano detalle para enfatizar los momentos más importantes.
La cinta toca una historia muy personal de Cuarón, la de su nana Libo, en la que viajó a través del tiempo y llegó al lugar más recóndito de su memoria para inmortalizar esta cinta.
Cuarón fue cuidadoso, y a través de su visión realizó un magistral manejo de planos de existencia, donde seccionó la diferencia de clases sociales.
Roma ambientada en los años setentas toca los temas de racisimo y de clasismo en una época de inestabilidad política y jerarquías sociales muy marcadas.
La estatuilla se la merecía Alfonso Cuarón, ya que compactó la narrativa en imagen, sonido, diseño sonora y edición. El filme es dinámico, sutil y sumamente hermoso.
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