Club de Cuervos empezó como una apuesta bastante arriesgada y al final, se convirtió en una de las series favoritas de México. De momento, el proyecto protagonizado por Luis Gerardo Méndez y Mariana Treviño está en camino a su cuarta y última temporada. Por supuesto, estará disponible de forma exclusiva en Netflix y seguramente, le dará un fin a la historia de todos los personajes.
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En medio de todo esto, hace unos meses se estrenó La Balada de Hugo Sánchez, un spin-off formado por algunos capítulos bastante cortos que tenían al personaje de Jesús Zavala como protagonista. Al final, la serie fue un desastre y el deseo de todos los que la vieron es que jamás se realice una segunda temporada.
Ahora, es turno de un segundo spin-off de Club de Cuervos. Se llama Yo, Potro y es un falso documental que sigue el día a día del «Potro» Romani, jugador argentino que en la serie principal recibió un balazo en la pierna.
Una vida al descubierto |
El documental de 50 minutos arranca cuando Romani es despedido de los Pumas por dicho balazo pues al parecer, no podrá volver a jugar. Así, la historia arranca con el punto más bajo en la vida de este futbolista. Sin embargo, no significa que todo será un mar de lágrimas. Al contrario, se trata de una comedia llena de desventuras en las que el «Potro» lo pierde todo de la noche a la mañana.
Como todo documental (sea falso o no), éste intenta contarnos la vida del jugador, misma que está llena de excesos, malas decisiones y un momento en el que se dibuja su lado más humano. Sin duda, uno de los grandes aciertos de esta producción.
El cielo y el infierno |
Cuando Romani se entera que su hermano se casará -y nosotros nos enteramos de que tiene un hermano-, decide viajar a su natal Argentina para olvidar su mal momento. A su arribo, conocemos más de su vida que en las tres temporadas de Club de Cuervos. Dando como resultado, los pasajes más humanos y tangibles del personaje que seguro, llegará con mucha fuerza a la última temporada del proyecto principal.
«Potro» Romani queda descubierto como un perdedor. En su país nadie lo conoce, su familia lo niega y para colmo, atraviesa un momento en el que quiere hacer algo para mejorar su vida. Todos estos elementos mezclados en una dosis llena de risas y escenas de una boda atropellada provocan que el documental se sienta ágil, directo y sin rodeos. Justo como la esencia misma de Romani.
Al final del viaje encontramos un nuevo renacer del personaje y será bastante interesante ver su desarrollo en la última temporada de Club de Cuervos. Por lo que en términos generales, cumple bastante bien. Ahora, si se compara con La Balada de Hugo Sánchez, se trata de un producto digno de premios y alabanzas.
Imagen: Instagram.com/debarbasnewsTe puede interesar:
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