Edith Warthon y la ficción norteamericana | Digitall Post : Digitall Post
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Edith Warthon y la ficción norteamericana

Edith Warthon y la ficción norteamericana

Edith Wharton (1862-1937), nació durante la guerra civil americana, y creció en un selecto segmento de la clase alta neoyorquina, el más cercano a la aristocracia europea, por lo que siempre estuvo expuesta a esa sociedad dominada por los nuevos ricos y millonarios, que pueblan sus novelas.

Antes de los cinco años, viajó con sus padres a Europa, donde viviría seis años, y tras su matrimonio con Edwards Robin Wharton a los 23 años, también pasaría parte de cada año en Europa: en Italia primero y en París después, donde se estableció en 1907, y donde viviría rodeada de princesas y duquesas, novelistas, historiadores y pintores, hasta su muerte treinta años después.

Sin embargo, Edith Wharton no fue una mujer feliz. Durante su infancia solitaria, entre una madre artificial y un padre distante, su fuerte entusiasmo literario asombraba a su familia y a su círculo de amigos nada intelectuales o imaginativos. Su matrimonio de conveniencia con un hombre de buena familia, mucho mayor que ella, fue un error que acabaría en divorcio 20 años después, y  aunque Wharton empezó a publicar a los 29 años, siempre estuvo dividida entre las demandas sociales de su vida privada y sus ambiciones literarias, que la convertían en una extraña dentro del mundo de su marido.



 La obrade Wharton marca un momento en la ficción norteamericana en el que las transiciones sociales del siglo hicieron posible que la novela costumbrista europea  encontrara su expresión en los Estados Unidos. Nacida y educada en el Nueva York patricio, ese fue el mundo que más directamente conocía y que más inspiró la crítica de sus novelas. La tragedia que explora en sus novelas parte del sentimiento de confinamiento social y sexual de sus protagonistas, y de la discrepancia entre la civilización y las hostiles leyes sociales y económicas que sólo favorecen a los privilegiados.

Tras un volumen de relatos, su primera novela se publicó en 1902, The Valley of Decisison; un romance histórico que transcurre en la Italia cortesana del siglo XVIII. Su fiel amigo Henry James reseñó la novela de forma elogiosa, pero aconsejó a su autora con la frase «Do New York… the first hand account is precious» («dedícate a Nueva York… la experiencia propia es lo más precioso»), consejo que Wharton seguiría a pies juntillas en el resto de sus novelas, que tratarían temas como los problemas matrimoniales, el reto moral del adulterio, la ilegitimidad, la pasión nunca expresada, la estrategia erótica fallida, el desacompasamiento temporal que destruye las posibilidades de los amantes… en resumen: todo tipo de variantes de la relación privada entre hombres y mujeres, en un contexto social americano muy restringido. La fuerza de su escritura, como la de la escritora inglesa George Eliot, parte de su creencia en que los compromisos morales son absolutos, y violarlos sólo pone en peligro todo el entramado social y personal.

Es decir, a diferencia de muchos de sus predecesores, Wharton no pudo hallar una alternativa a la vida socialmente constreñida que conoció personalmente. Su ficción bebe de sus experiencias personales -la rancia sociedad neoyorquina siempre en movimiento, y posteriormente cómo se percibe esa sociedad desde el otro lado del Atlántico. Acaso sea Wharton la historiadora social más perspicaz de la literatura norteamericana; poseedora de un talento semejante al de Henry James para manipular el sentido del lugar; es decir, para presentarlo como una realidad dramática y moral palpable. Su gran tema, por lo demás, es la interacción entre el cambio social y la vida individual empobrecida o en paulatina tribulación.

 Siguiendo, pues, el consejo de James, escribió The House of Mirth (La casa de la alegría) en 1905, en la que «se dedica a Nueva York», y que estudiaremos de forma más detenida. La novela fue todo un éxito y convirtió a su autora en un personaje famoso. The House of Mirth es la historia de las últimas fases de la vida de la joven y bella Lily Bart, una chica rica venida a menos de la sociedad neoyorquina, que es moralmente incapaz de meterse en un matrimonio por conveniencia, pero que tampoco tiene el coraje suficiente como para aceptar la vida amorosamente plena, pero socialmente «inaceptable», que le ofrece el inteligente e independiente Lawrence Selden.



Aunque una parte de la personalidad de Lily se siente atraída por la espiritualidad idealista del joven Selden, sus ansias de vivir entre el lujo y la abundancia material impiden a la joven penetrar en esa espiritualidad con Selden. Esta decisión lleva a Lily de infortunio en infortunio, hasta el final en que, justo cuando Selden va a proponerle matrimonio (desacompasamiento temporal ), la encuentra muerta en su cama, víctima de un suicidio involuntario.

 Es decir, como The Awakening y The Yellow Wall Paper, The House of Mirth se centra en una mujer con sensibilidad artística, cuyos potenciales nunca llegan a realizarse, debido principalmente a las coacciones y limitaciones que la sociedad impone a la mujer. Todas estas heroínas se ven rodeadas de paradigmas culturales que predican cómo debe ser una mujer «femenina» en un período histórico concreto. Y la naturaleza sofocante de esas coacciones sociales y culturales se transmiten a través de metáforas o imágenes de cerramiento claustrofóbico, y de despertares a esas limitaciones; despertares que llevan a las protagonistas a un mayor autoconocimiento y, por ende, al descubrimiento de la disparidad entre sus nuevos Yoes descubiertos y la naturaleza del mundo.

Y aunque Lily destaca por su sensibilidad entre el resto de las damas, su gran problema es que no puede mantenerse a sí misma económicamente, según imponen las normas de la elite neoyorquina. Los sueños de autonomía e independencia son sólo sueños, puesto que el sistema social impide que una mujer soltera permanezca soltera, si quiere mantener un buen nivel social.

Así, la novela presenta dos únicas alternativas posibles para la mujer a la vida de parásito que lleva Lily, cuya única salida es encontrar un marido rico: la admirable y digna independencia de Gerty Farish, a costa de vivir casi en la pobreza, o la vida agotadora de la mujer trabajadora, como Nettie Struther. Las dos alternativas son impensables para Lily; una «lady» que ha sido educada para casarse bien («fashioned to adorn and delight»). La realidad de la dependencia económica se agrava en Lily, debido a su obsesión por las ropas caras: su vanidad y materialismo son su peor vicio, que, como en una tragedia, la llevarán a su propia destrucción.

El título de la novela es bíblico («It is better to go to the house of mourning than to go to the house of mirth; for that is the end of all men», Ecclesiastes, 7, 2), pero Wharton no pretende imponer un didacticismo moral simplista, sino más bien mostrar la construcción social y lingüística de la realidad como una «casa» en la que todos vivimos. La tragedia de Lily consiste en que es incapaz de mudarse de esa casa en la que vive, que es la alta sociedad de Nueva York. Mientras que Chopin y Gilman parecen encontrar posibles salidas, Wharton no haya escapes a esta casa de materialismo, superficialidad y conservadurismo -la casa de la vanidad y la alegría.

Además, para ganarse un puesto en esa casa y poder compartir la riqueza y el poder, los hombres y mujeres tienen que pactar («barter» en inglés significa «pactar, hacer un trueque»… nótese el parecido con el apellido de Lily, Bart) con la sociedad. Así, la mujer que desea tener éxito en esta casa debe desarrollar sus dotes sociales -jugar a las cartas, ir a fiestas, vestir bien, desplegar su potencial seductor- para acceder al dinero y al poder. Pero al final Lily se da cuenta de que la reputación y el poder no tienen nada que ver con la integridad moral, y sí con el dinero.

 Lily nunca es capaz de desarrollarse plenamente como mujer adulta, pese a sus 30 años, porque el mundo en el que se mueve sólo se interesa por ella como infantil objeto de belleza y diversión; nunca como mujer de talento, con aspiraciones artísticas y capaz de pensar. Y así, el progresivo descenso de Lily hacia la pobreza, la soledad y la muerte, viene enmarcado en su paso por varias casas y habitaciones, cada vez más pobres y pequeñas, emblemáticas todas ellas de la «casa de la alegría». Siempre vemos a Lily entre los confines de casas o jardines; parece como si nunca pudiera escaparse a un espacio abierto. Su búsqueda le lleva desde Nueva York a Long Island; desde Montecarlo a Sicilia; pero nunca percibe el lector una sensación de cambio de entorno o escenario («She could not figure herself as anywhere but in a drawing-room, diffusing elegance as a flower sheds perfume»).

Lily, como el lirio que significa su nombre, es incapaz de sobrevivir en el frío de la pobreza. Y la escena en su lecho de muerte es una respuesta irónica a la tradición americana desde Poe de considerar la muerte de una mujer bella vista por los ojos de su amante como el más poético de los temas. Lily ha sido destruida por la casa de la alegría, y convierte su propia casa (la habitación de un hotelucho) en la casa del duelo. Sin embargo, no crea el lector que esta muerte es el instrumento de una clausura fácil o simplista de la novela: la forma en que Selden comprende la muerte de Lily es altamente inadecuada para tal simplismo, y pretende, precisamente, provocar una respuesta más compleja en el lector. La «moraleja» del destino de Lily es una hoja en blanco que el lector debe rellenar.

Durante los siguientes 23 años, Wharton publicaría catorce novelas más, ocho volúmenes de relatos, y dos poemarios. Una de sus novelas más aclamadas es The Custom of the Country (1913), una «novela internacional» costumbrista, de americanos que viven en Francia. Es la historia de la bella depredadora Undine Spraag a lo largo y ancho de varias relaciones matrimoniales. La trayectoria de naufragios matrimoniales de Undine corre paralela a la carrera financiera en constante ascenso de Elmer Moffatt, su primer y cuarto marido. Las dos trayectorias, pues, combinan elementos similares en una vasta metáfora sobre las dos fuerzas que han transformado a la sociedad norteamericana: el sexo y el dinero.

Como hemos dicho, a partir de 1903, la figura más eminente del círculo de amigos de Wharton fue Henry James; amistad que hizo mucho daño a la apreciación literaria de Wharton, pues constantemente se le consideraba el eco, o la imitadora de su «maestro». Sin embargo, la gran diferencia radica en que Wharton no quería o no lograba alcanzar el sentido de lo universal, de la significación mítica con que James revestía el mundo de los ricos y los expatriados. Wharton es más realista en este sentido, en tanto en cuanto su mayor inquietud era inspeccionar y describir meticulosamente los quehaceres y cambios de la vida social norteamericana. Como sus contemporáneos naturalistas, también exploraba Wharton el sentimiento de la posibilidad que se niega al individuo, o de la aspiración personal que se ve ahogada por la hostilidad social. Todos ellos asientan su narrativa en los detalles externos (vestimenta, costumbres, apariencia) finamente observados y descritos, en un tiempo y lugar claramente identificados, en detallar el aspecto de casas y calles, o los modos de expresión de los personajes, y en transmitir un sentimiento de cambio y desarrollo  inexorables.

Su novela más leída fue Ethan Frome (1911), que transcurre en un pequeño pueblo de Massachussetts y que, sin embargo, mantiene la visión de la experiencia humana que Wharton retrata en sus grandes novelas sobre París o Nueva York. Ethan Frome puede considerarse la terrorífica descripción de lo que la vida de su autora habría sido si no se hubiera divorciado de su marido inválido. Ethan, un granjero lleno de sensibilidad e imaginación, que representa la superioridad moral e intelectual, acaba esclavizado psicológicamente por otra personalidad mediocre, representada en este caso por su esposa Zeena, a la que quedará para siempre unido por una parálisis que le sobreviene cuando intenta escapar de ella. Una vez más, es imposible tratar de violar los códigos morales.

De su último período cabe destacar su autobiografía, A Backward Glance(1934), y su novela The Age of Innocence, ganadora del premio Pulitzer de 1921, que explora el Nueva York de los años 1870 y que, a  través del triángulo amoroso Newland Archer, su esposa May Welland, y su prima y amante Ellen Oleska, retorna a los temas recurrentes del esfuerzo por escapar de los convencionalismos, que acaba con un regreso a la conformidad; es decir, la insalvable distancia entre la vida real de cada uno y la vida interior «real» de la mente y de los sentimientos. Ésta, Wharton pesimistamente cree, nunca puede llegar a realizarse, y de aquélla nunca podemos escapar. En los años 1920, Wharton escribió algunas novelas centradas en el tema de la maternidad, entre las que cabe destacar The Mother’s Recompense (1925) y The Children (1928), mucho menos interesantes que sus novelas anteriores. Por otra parte, muchos de sus relatos exploran el triste destino de la mujer escritora. En «Copy» (1901), por ejemplo, una mujer escritora de éxito se describe a sí misma como «a monster manufactured out of newspaper paragraphs, with ink in its veins»; y la asociación de la mujer escritora con la muerte también es evidente en los relatos de fantasmas que componen Ghost(1937).

Categorías como realista, naturalista, colorista local o incluso sentimentalista describen diferentes aspectos de la obra de Wharton. Pero nuestra escritora siempre ocupó dos mundos: no sólo Europa y Norteamérica, sino también los siglos XIX y XX. Su vida comenzó durante la Guerra Civil y terminó con la Segunda Guerra Mundial. Y aunque muchos la han catalogado de tradicionalista, también fue una mujer especialmente moderna, en sus esfuerzos por entender la posición de la
mujer, del artista y de su país, en el siglo XX.

con información de Liceus.com

jcrh