ESTADOS UNIDOS.- Irónico que la Estatua de la Libertad de origen árabe resalte en tiempos de deportación originados por el presidente Donald Trump. Es uno de los monumentos estadounidenses más reconocidos a nivel mundial, es sin duda alguna, y aunque la historia oficial habla de su procedencia francesa, son muy pocas las personas que son conscientes del probable origen del escultor Frédéric Bartholdi.
Sin pretender profundizar en la concepción de -monumento-, es bueno recordar que la importancia radica en su valor semiótico, es decir, contiene un significante y un significado, el cual es captado por el pueblo para darle un valor más allá de lo monetario y la Estatua, no es la excepción.
Fue bajo la noción anterior que Francia decidió regalarle a los Estados Unidos una escultura que conmemoraría el centenario de su independencia; volviéndose ésta estatua un símbolo de la libertad que daba la bienvenida a cientos de migrantes que llegaban en los barcos buscando una mejor vida.
Resulta entonces irónico, y siendo conscientes de las políticas migratorias de Trump, que la estatua tenga un origen árabe. Según la hipótesis del profesor de historia de la Universidad de Nueva York, Edward Berenson, la Estatua de la Libertad tiene un pasado poco occidental.
Durante mucho tiempo el escultor francés tuvo en mente la creación de una obra que conmemorará la apertura del Canal de Suez en Egipto. Para esta empresa, Bartholdi se había inspirado en la antigua maravilla del mundo, el mítico Coloso de Rodas.
Esta escultura gigantesca iba a tener la anatomía de una mujer de origen árabe e iba a estar vestida con un traje tradicional de esa región, además sostendría una antorcha sobre su cabeza y se ubicaría en la entrada sur del Canal. Sin embargo, este proyecto que dejo algunos esbozos fue cancelado por falta de fondos.
No obstante el escultor francés ya había concebido la idea de hacerle un regalo al gobierno estadounidense en conmemoración a su centenario de independencia; suceso que lo llevó a pensar que podría modificar su antiguo proyecto para darle un matiz más occidental.
Según el profesor Berenson; Frédéric Bartholdi simplemente transformó su magno proyecto del Canal de Suez en una diosa greco-romana de la libertad, cambiando los atuendos tradicionales de las mujeres árabes, por paños un poco más helénicos.
Muestra de lo anterior, se atestigua en el libro La Estatua de la Libertad del bibliotecario e historiador del monumento Barry Moreno, en el cual, se pueden observar varias imágenes de los modelos a escala del escultor francés y su fallida obra que llevaba por título Egipto llevando luz a Asia y la similitud con la Estatua de la Libertad.
Sin embargo, Frédéric Bartholdi siempre insistió en que su obra era una idea original y que nada tenía que ver con su proyecto anterior. Quizá el motivo para ocultar el reciclaje de su obra no dista mucho de la actual realidad estadounidense, pues en aquellos ayeres el pueblo de esta nación no estaba familiarizado con la idea de una escultura de anatomía árabe.
Lo anterior sin mencionar que para los estadounidenses la noción de monumentos o tradición helénica les era casi nula.
Resulta irónico que una nación que idolatra la noción ambigua de libertad, cimiente su endiosamiento en una escultura que muy probablemente tiene un origen que al parecer hoy en día resultaría indigno para muchos puritanos del republicanismo de los Estados Unidos. Tal vez la noción del filósofo italiano, Gianni Vattimo, no diste mucho de la realidad. Al parecer el monumento como un símbolo carente de significado denota el inminente ocaso provocado por la posmodernidad.
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