ESTADOS UNIDOS.- Nadie puede precisar sobre el origen de la tradición de los huevos de Pascua que data del siglo XX. A lo largo de las diferentes dinastías egipcias el huevo simbolizó la vida. Incluso hay jeroglíficos que destacan su rol para los dioses. «Dios es uno, él creó la vida de lo inanimado y creo polluelos de los huevos».
Además, se cree que Osiris y su hermano, Tifón, lucharon respectivamente e introdujeron todos los bienes y males del mundo en un huevo. Al romperse el mismo, todos los males se distribuyeron por el planeta.
Incluso, el huevo es un elemento central en las celebraciones actuales de la pascua egipcia que se relaciona con el comienzo de la primavera, la época de mayor fertilidad y bonanza para las cosechas.
En general, se celebra el lunes posterior a la pascua católica. Durante ese día se hierven los huevos que luego son pintados y decorados con frases y deseos para familiares y amigos. Después los depositan en cestas de hojas de palma y se cuelgan en los árboles o sobre las casas, esperanzados en que los dioses recojan sus pedidos durante el amanecer.
La diosa teutónica
“El término inglés para Pascua, Easter, según Beda el Venerable [monje del siglo octavo], se relaciona con Estre, una diosa teutónica de la luz naciente del día y de la primavera, deidad que, sin embargo, es por lo demás desconocida…”, explica el sitio especializado la enciclopedia católica.
Eostre es el antiguo nombre europeo que se le daba a la misma diosa venerada por los babilonios como Astarté o Istar, diosa de la fertilidad, cuya celebración más importante se llevaba a cabo en la primavera del hemisferio norte. Se la relacionaba con la fertilidad y se la simboliza con los huevos que dan nacimiento a una nueva vida y por conejos que representan la reproducción prolífica (de ahí surge la figura del “conejo de Pascua”).
La Cuaresma católica
Más cerca en el tiempo, con la llegada del catolicismo, se tomaron algunas de las tradiciones, se adaptaron y relacionaron con la muerte y resurrección de Jesús. En la antigüedad, a la prohibición de comer carne durante la Cuaresma (40 días antes de la muerte de Cristo) se sumaba también la de consumir huevos.
Durante ese tiempo las familias decidían conservarlos y, en una primera instancia, se los recubría con cera para evitar que se vencieran. Con el paso de los años se incluyó la pintura, para luego regalarlos a familiares y amigos el domingo de Pascua.
Siglos más tarde, sin lugar exacto avalado, se cambiaron los huevos clásicos por los de chocolate y la tradición se extendió a todo el mundo hasta la actualidad.
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