BUENOS AIRES,- Ataviado con una chaqueta de cuero y un pañuelo gris, imprescindibles para aguantar el temporal de una complicada primavera porteña, el escritor español Juan José Millás charla sobre la lectura y su capacidad de hacer pensar a la gente, algo que considera lo “más peligroso” para “el sistema”.
“Un joven que un sábado por la tarde se queda en casa leyendo una novela (…) es una bomba, porque ese joven va a pensar, porque la lectura nos proporciona esa capacidad, y no hay nada más peligroso para el sistema que gente que piense” señala Millás, de visita por Buenos Aires para ser jurado en los XIX Premios Clarín de Novela.
En una entrevista realizada un día lluvioso en el balcón de un hotel de la ciudad, el novelista recuerda uno de los artículos que escribió el pasado agosto en el diario El País en el que apuntaba que aquel joven que sale, se emborracha y rompe una cabina o una marquesina de autobús pensando que así contribuye a destruir el odiado sistema, “lo que hace es fortalecerlo”.
“Si en 24 horas desapareciera la delincuencia, el Ministerio del Interior no tardaría nada en convocar plazas, porque podemos vivir sin otras cosas pero no sin delincuentes, por esto que decía (el poeta mexicano) Octavio Paz de que el delincuente confirma la ley”, agrega.
Millás comenzó a colaborar con dicho periódico en los años 90 y, en su opinión, llegó “tarde” a la prensa porque le “gustaba mucho” pero, al mismo tiempo, le causaba “mucho respeto” y “mucho terror”.
Cuando se atrevió a hacerlo notó que había “un exceso de columnismo político” que parecía escrito “en serie” y apenas podían distinguirse unos artículos de otros, por lo que decidió experimentar y acercarse “a lo misterioso que hay en la vida cotidiana” mediante la mezcla de dos géneros: el artículo periodístico y el relato breve.
Fue así como nacieron lo que él mismo denominó “articuentos”, un “híbrido” que puede leerse de distintas maneras, algo que produce una “sorpresa especial” en el público y que, “afortunadamente ha funcionado” como método para transmitir sus historias.
A través de esta experimentación, que también se refleja en sus cuentos y novelas, sus artículos abordan de manera crítica la situación política actual, especialmente en España, porque, según dice, “cuando la realidad se pone muy agresiva, no tienes más remedio”.
El autor de Cerbero son las sombras (1975), La soledad era esto (1990) o Laura y Julio (2006) cree que cuando tienes “el privilegio” de contar con una voz que llega al público a través de los medios de comunicación, “no se puede vivir encerrado en una torre de marfil” y “permanecer ajeno a lo que sucede a la gente” porque no hablar sobre ello “sería una indecencia”.
Millás piensa que la coyuntura política española es una suerte de “trampantojo”, ya que después de la investidura de Mariano Rajoy lograda el pasado sábado tras 10 meses con un Gobierno en funciones, no es que el Partido Popular (PP) vaya a gobernar gracias al apoyo de los socialistas, sino que es el PP el que va a “permitir” al PSOE “jugar a la oposición”.
El escritor lleva en la mano un ejemplar de su última novela, “Desde la sombra” (Seix Barral), en la que cuenta la historia de un hombre que comete un pequeño hurto y al escapar, por causas azarosas, queda encerrado en un armario de un mercado de antigüedades que termina en la casa de una familia “normal”.
Cuando por fin puede salir de allí, no le apetece hacerlo porque “ha encontrado su lugar en el mundo”: vivir en calidad de fantasma rodeado de personas que no saben de su existencia. Millás cree que el mundo está lleno de presencias fantasmales pero reales, de gente que no encuentra su sitio y que vaga por las ciudades buscando su hogar.
“Son fantasmas con cuerpo pero que no pertenecen a nadie, no pertenecen a nada, no forman parte de la maquinaria. La maquinaria los ha expulsado hacia sus márgenes y ahí llevan una vida realmente fantasmagórica”, apunta.
El novelista está convencido de que la lectura siempre fue “un fenómeno de minorías”, pero no parece asustado por ello, ya que cree que en todo momento esta circunstancia iba acompañada de la existencia de una “masa crítica”, capaz de transmitir a la sociedad los valores que recogía de las páginas de célebres autores como Miguel de Cervantes y William Shakespeare.
En su opinión, lo importante ahora es que esta masa siga siendo capaz de realizar esta transmisión de las ideas que recoge de la literatura porque si no, “viviríamos en una sociedad no lectora”.
Y, para Millás, una sociedad no lectora es torpe, opaca, sin ningún interés. Una sociedad no lectora es “inimaginable”.
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