GUANAJATO.- El éxito conquistado por la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato es la derivación de una amalgama de elementos vitalísimos, entre ellos, la buena química entre el director y los músicos.
Al término del receso de media mañana, Roberto Beltrán Zavala regresa a su podio. Los músicos toman sus asientos para proseguir con el ensayo de “Las Bodas de Camacho”, que la OSUG presentará dentro de los eventos de clausura del XLIV Festival Internacional Cervantino.
“Sólo tiene tres semanas sin lavarse y hasta sequé los trastes con él”, dice el prestigiado director, con dejo de chasco, refiriéndose a un pañuelo blanco que sacó de la bolsa de su pantalón.
“Una ley de los directores cuando están fuera de casa, es que nunca debes usar los calcetines más de cuatro días”, lo cual provoca carcajadas en el elenco.
Para ser un día de ensayo, Roberto Beltrán no pierde el estilo, acude al Auditorio del Campus Marfil de la Universidad de Guanajuato vestido formal.
“Ta, ri, ra, ti, ra, ra, re…”, entona el director para dar pie a los violinistas. “Están un poco más lentos que yo”, acota, y luego canta para proseguir.
“Creo que también gran parte de lo que pasa es que yo me siento muy enamorado de la orquesta, lo cual es natural cuando las relaciones son exitosas. Des-pués de un año hay mucha adrenalina y mucha energía y mucha pasión”, responde el Maestro al cuestionarle la razón del éxito actual de la OSUG.
La jornada de estudio del conjunto es aprovechada para la aportación de opiniones de parte de los músi-cos, que son bien recibidas por su director.
La OSUG se ha obtenido un importante lugar en el esce-nario de la música en México tiene gran prestigio y se ha consolidado fuertemente a nivel internacional.
Fue fundada en 1952 bajo la batuta del maestro José Rodríguez Frausto, quien permaneció al frente durante 34 años.
Está considerada como la primera orquesta profesional permanente de una universidad mexicana.
Roberto Beltrán Zavala asumió la dirección en 2015 y tiene a su cargo el trabajo de 12 violines primeros, 10 segundos, ocho violas, siete violoncellos y siete contrabajos.
También integran la OSUG, tres flautas, dos oboes, tres clarinetes, un saxofón, un fagote, un corno, tres trompe-tas, dos trombones y un trombo bajo, así como una tuba, un timbal, un arpa, un teclado y cuatro percusiones.
La demanda para ingresar a la Orquesta guanajuatense ha aumentado tres veces en un año. La cantidad de espacios que se van abriendo es variable, se concursan y se determinan por medio de audiciones.
“Sí se ha incrementado la demanda cada vez, cuando hicimos audiciones hace un año y medio había equis cantidad de solicitudes, pero ésas se han prácticamente triplicado a lo largo de un año. Lo cual habla un poco, yo siento que habla de cómo la orquesta ha ido incrementando su perfil público a nivel nacional”.
Además de que la orquesta tiene sus propios atributos, la ciudad la hace muy atractiva, señala con toda seguridad, al considerar a Guanajuato una ciudad agradable y cor-dial, además de cosmopolita.
Roberto Beltrán no es para nada un inexperto. Es director de la Orquesta de Rotterdam, catalogada como una de las mejores de Europa, es director titular de la AKOM Ensemble, un grupo de música contemporánea con sede en los Países Bajos.
Forma parte de la planta docente del Conservatorio de Rotterdam en los Países Bajos y ha dirigido a las mejores de los Países Bajos, Bélgica, Alemania, Malta, Rumania, Polonia, Suiza, Italia, Argentina y México.
Enfatiza en la buena química entre la orquesta y él, lo que les permite conocer sus límites, lo que pueden hacer bien y lo que les cuesta más trabajo “nos presentamos orquesta – director, frente a frente sin ninguna inseguridad”.
Sin titubeos asegura que ésta es una orquesta excepcionalmente creativa, muy sensible, lo que la convierte en flexible y fácil estimular la imaginación.
“Se trata de una orquesta excepcionalmente sensible, y lo digo con la convicción y seguridad que me da haber dirigido varias orquestas mexicanas y trabajando con 15 orquestas europeas al año”.
El conjunto es capaz de imaginarse cosas y es la imagi-nación de donde se parte para posteriormente traducirlo en soluciones técnicas que produzcan un sonido particular que responda a una estética determinada, agregó el de la batuta.
La Orquesta de Guanajuato ha participado en importantes puestas, además que a decir de algunos críticos su sonido es armónico y terso, lo que la ha colocado en una posición preponderante en la época moderna.
Y el mismo directivo lo atribuye a que la personalidad del conjunto es temperamental y siempre muy involucrada, a diferencia de otras, que son más frías y laborales.
“Hemos podido establecer una relación muy directa en tér-minos creativos, en términos de reflexión de qué queremos programar, de por qué lo queremos programar, cuáles son las ambiciones a futuro, la programación es fundamental para el desarrollo de una orquesta”.
El apoyo de las autoridades académicas ha sido crucial. El rector, Luis Felipe Guerrero Agripino les ha brindado un apoyo fundamental, lo que les permite realizar muchos proyectos.
El movimiento humano en una agrupación musical de esta envergadura es algo acostumbrado, pero eso no significa que sea tan constante como se puede llegar a creer.
Si bien hay una transición, explicó Roberto Beltrán, ahora cuenta con cuatro generaciones a la vez. Así como hay quienes tienen 25 años en la OSUG, hay músicos que tie-nen tres semanas de haber llegado.
“Esa transición se tiene que dar gradualmente, es muy im-portante en todas las orquestas, con las transiciones apresuradas normalmente se pierde mucho en términos de sonido y de identidad y en términos de repertorio también se pierde mucho, porque entonces hay gente que cierta parte del repertorio nunca ha tocado”.
La mayor parte del año Roberto Beltrán está en Guanajuato y Rotterdam. En ambas orquestas cuentan con un contrato, aunque también acude a otras agrupaciones a participar con director huésped y en cada lugar involucra todos sus sentidos y tiempo.
Pero son Guanajuato y Rotterdam las ciudades que más le cuesta dejar.
El abandono de ambas le provoca la misma nostalgia de cuando se deja lo propio, la casa. No esconde sus sentimientos y es eso quizá lo que le da el plus como director, hablar de sus emociones y afectos.
“Siempre que dejo Rotterdam me voy con una nostalgia horrenda y siempre es casi un drama salirme de mi casa, ir al aeropuerto, subirme al avión, estar ahí pensar en estar dos semanas fuera.
“Y mi orquesta y mis colegas y llegó a Guanajuato y se me empieza a quitar más o menos la nostalgia y entra aquí un tren de cosas enloquecido y tengo ensayo el lunes y martes y por las tardes hay un millón de cosas que atender de la orquesta. Entonces la nostalgia se acaba por ahí del martes y ni tiempo de pensar en eso”.
Cuando deja Guanajuato vuelve la misma melancolía “parece una broma pero me pasa todo el tiempo y estoy un poco harto. Ya quiero que se me quite eso, no me acostumbro (…). Uno se involucra emocionalmente con todo lo que está pasando y con la ciudad”.
Sus proyectos futuros están determinados como se podría esperar de un director que está en ascenso y referente a la orquesta, menciona que cumplirá magníficamente con el programa que resta del año.
Para el próximo Festival Cervantino habrá una gran sorpresa, anuncia, pero sin dar más detalles, sólo menciona que “nadie se lo espera y va a ser monumental al cuadrado”.
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